Serie ‘Pabellones NBA’: luces y sombras en el Spectrum

La NBA está suspendida hasta nuevo aviso pero el balón sigue botando en NBAManiacs. Hace unas semanas dimos comienzo a varios seriales históricos con el fin de ofrecer el mejor contenido posible a nuestros lectores durante este tiempo de parón. Recientemente nos centrábamos en la figura de Jerry West, uno de los ejecutivos más influyentes en la historia de la liga, mientras que hace unos días recordábamos a algunos de los mejores jugadores que han vestido la camiseta de los Knicks. Ahora, hacemos un pequeño viaje atrás en el tiempo para conmemorar a aquellos santuarios del baloncesto que han formado parte de la narrativa general de la NBA. Recintos de leyenda, cargados de éxitos y triunfos, pero también de derrotas y decepción. En esta cuarta entrega, el Spectrum de Filadelfia.

Primera entrega: el Memorial Coliseum de Portland

Segunda entrega: the Mecca de Milwaukee

Tercera entrega: el Chicago Stadium


A comienzos de 1960, el sur de Filadelfia había protagonizado un resurgir industrial notable que había convertido a aquel distrito de la ciudad en un lugar próspero. El renacer económico había permitido el asentamiento de zonas residenciales y, con ello, la llegada de inversores deseosos por poner en marcha una variada oferta de espectáculos y eventos culturales y deportivos con la que satisfacer la demanda de esas familias cada vez más numerosas.

Así, el empresario Jerry Wolman y el entonces alcalde James Tate unieron sus fuerzas con el fin de mover todos los hilos posibles para llevar el hockey a la ciudad y albergar una franquicia de la NHL mediante un draft de expansión. Wolman era una personalidad muy influyente y propietario del antiguo Connie Mack Stadium, casa de los Phillies de la MBL y de los Eagles de la NFL, por lo que la ambiciosa propuesta no tardó en fructiferar: los Philadelphia Flyers debutarían en la NHL en 1967, previo pago de dos millones de dólares.

Paralelamente habían realizado todas las gestiones para otorgar un acogedor hogar al nuevo equipo. Para la construcción del nuevo recinto se optó por unos terrenos colindantes al estadio municipal. Sin embargo, diversos problemas estructurales retrasaron el proceso. La empresa constructora tuvo que depositar numerosas toneladas de tierra y cemento para fortificar un suelo muy fangoso y poco estable. Lo mismo había ocurrido con el League Island Park y el estadio municipal, por lo que se dio el visto bueno a la operación. Pese a todo, la construcción se finalizó en apenas 16 meses con un costo alrededor de siete millones de dólares. Sin embargo, las excesivas prisas a causa de la inminente llegada de la temporada obligó a prescindir de la idea original y se redujo el número de localidades de las aproximadamente 18.000 iniciales hasta las 15.244 finales. El precio a pegar, no obstante, sería aún peor.

El Spectrum se convirtió así en el primer estadio deportivo moderno cubierto de Filadelfia, creado, además, para albergar todo tipo de eventos. Sus instalaciones permitían albergar competiciones de atletismo, así como partidos de hockey, baloncesto o tenis. Además, acogió un gran número de combates de boxeo, conciertos, ferias y circos. Una pregunta obligatoria es la siguiente: ¿por qué Spectrum? Según la leyenda urbana del lugar, el ejecutivo de los Flyers, Lou Scheinfeld, caminaba un día por el recinto, completamente vacío, y su ambiente lúgubre y sombrío en aquel momento le inspiró una palabra que repetiría hasta la saciedad en su mente y que terminaría por convertirse en una de las señas de identidad del lugar.

Sin embargo, su diseño exterior causó escepticismo y críticas a partes iguales, siendo definido por muchos como ‘una enorme lata de atún’. Pese a todas las piedras que encontró por el camino, el Philadelphia Spectrum abrió sus puertas de manera oficial el 30 de septiembre, día en el que acogió su primer evento, un festival de jazz que colgó el cartel de sold-out apenas dos días después de abrirse la venta de entradas. Las críticas iniciales dieron paso a un feedback positivo fruto de su comodidad y buena acústica. Dos semanas después, albergó sus tres primeros eventos de forma consecutiva. El 17 de octubre se celebró en sus instalaciones un combate de boxeo entre Joe Frazier y Tony Doyle. 24 horas después, los 76ers se imponían a los Lakers por un resultado de 103-87 en su primer partido en su nueva casa. El 19 de octubre, los Flyers de la NHL hacían lo propio venciendo a Pittsburgh.

Poco a poco, el pabellón fue acaparando cada vez mayor afluencia de público tras unos inicios dubitativos. Tanto los Flyers como los 76ers no lograban llenar el recinto pero disfrutaban de una afición lo suficientemente numerosa como para incrementar sus ganancias. Al final de aquella temporada 1967-68 estaban muy cerca de firmar el primer sold-out del curso cuando sucedió la tragedia.

El 17 de febrero de 1968, un pedazo del techo del Spectrum se desprendió, dejando un agujero gigantesco. Por suerte, nadie resultó herido, pero el suceso salpicó a personas muy importantes. Algunos de ellos, políticos. Otros, miembros de la empresa de construcción que se había visto obligado a recortar plazos para cumplir con las fechas. Aquel accidente supuso un desastre para el Spectrum. Apenas unos meses después de su inauguración su futuro estaba en peligro. Todos los responsables políticos optaron por lavarse las manos, mientras que los 76ers retornaron al Convention Hall y los Flyers pasaron a disputar sus partidos como ‘locales’ en el Madison Square Garden, en Nueva York, y en Toronto, ambas, ciudades rivales.

La posición financiera era tan nefasta que un banco tuvo que interceder para pagar los 75.000 dólares que costaba la reparación. Una cantidad insuficiente para limpiar la imagen del recinto y recobrar la confianza de la ciudad. Hasta 1971, el Spectrum estuvo técnicamente en bancarrota.

Finalmente, aterrizó un salvador. El 1 de enero de 1972, el presidente de los Flyers, Ed Snider, y su cuñado, Earl Foreman, recaudaron once millones de dólares para revivir el Spectrum. A diferencia de la mayoría de pabellones, pagados por los contribuyentes, el Spectrum dependía de las ganancias desprendidas para sobrevivir.

La inversión realizada permitió añadir un tercer nivel que permitió aumentar el aforo hasta las 18.276 localidades. Esto modificó drásticamente el aspecto exterior del pabellón y permitió la instalaciones de más asientos VIP y que más empresas se involucraran en su crecimiento. Y, lo más importante, tanto los Flyers como los 76ers volvieron a celebrar sus compromisos deportivos bajo su, ahora sí, sólido techo. El impulso definitivo llegaría con los campeonatos de logrados por el equipo de hockey en 1974 y 1975. Un testigo que sus homónimos del baloncesto recogerían no mucho después, en 1983.

La temporada perfecta

Los 76ers completaron la mejor temporada de su historia en 1983, coincidiendo con su vigésima aniversario desde su traslado a Filadelfia. Aquella temporada rozaron la perfección al lograr numerosos éxitos individuales y colectivos: Julius Erving fue elegido MVP del All-Star Game, Moses Malone repetiría galardón al MVP de la temporada y Bobby Jones estrenaría el del mejor Sexto Hombre. Tanto Malone como Erving serían incluidos en el Mejor Quinteto de la temporada y el propio pívot formaría parte del Mejor Quinteto Defensivo junto a sus compañeros Jones y Cheeks.

Los 76ers finalizarían la regular season con el mejor balance de la competición (65-17). La arrolladora maquinaria dirigida por Billy Cunningham extrapolaría su insultante superioridad a los playoffs. La amenaza de Malone y su ‘fo-fo-fo’ estuvo a punto de cumplirse y tan solo los Bucks privaron a los 76ers de firmar un inmaculado 12-0. Los Bucks se tendrían que ‘conformar’ con un 12-1 y Malone con el premio al MVP de las Finales tras liquidar a los Lakers con un contundente 4-0.

El MVP de Julius Erving

Dr. J fue el segundo Sixer de la historia en ser galardonado con el premio al MVP de la temporada tras Wilt Chamberlain. El alero fue elegido mejor jugador en 1981 tras promediar 24,6 puntos, 8,0 rebotes, 4,4 asistencias y 2,1 robos. Los 76ers finalizaron la temporada regular con 62 victorias y caerían eliminados en las Finales del Este ante Boston tras siete duros partidos.

Las dos citas de las estrellas

El Spectrum albergó dos ediciones del All-Star Game, ambas celebradas durante los años 70. La primera fue la encargada de dar el pistoletazo de salida a la década, en un encuentro saldado con victoria (142-135) para los jugadores del Este, dirigidos desde el banquillo por Red Holzman. Sería su pupilo Willis Reed el que recibiría el premio al MVP del partido tras firmar un doble-doble de 21 puntos y 11 rebotes. Por el Oeste, Elvin Hayes fue el más destacados gracias a sus 24 puntos y 15 rebotes.

Seis años después, en 1976, la cita de las estrellas regresaría a Filadelfia. La victoria volvería a caer del lado de la Conferencia Este (123-109) y Dave Bing (16 puntos) sería elegido Mejor Jugador del encuentro. En aquel partido también brillarían Kareem Abdul-Jabbar (22 puntos y 15 rebotes) y Dave Cowens (16 puntos y 16 rebotes).

La etiqueta de anfitrión del Spectrum se mantendría hasta 1996, año en el que los 76ers y los Flyers se mudarían al moderno Wells Fargo Center, donde siguen disputando sus partidos a día de hoy. Entre 1996 y 2009 serviría de casa a otros equipos menores como los Philadelphia Phantoms de la AHL o los Philadephia KiXX de la NISL. Los 76ers se despedirían de la que fue su casa durante casi 30 años en marzo de 2009, con la celebración de un partido de temporada regular ante Chicago a modo de homenaje. El último evento celebrado en el recinto coincidiría con un concierto de Pearl Jam en octubre de aquel mismo año. El pabellón sería finalmente demolido entre noviembre de 2010 y mayo de 2011.


Mientras dure la crisis por el coronavirus publicaremos diariamente varios contenidos independientes de la actualidad. Bucearemos en la historia de la NBA, tanto en la reciente, como en la de todas las décadas anteriores. Aprovecharemos este parón de la competición para conocer mejor a los equipos, los jugadores, los entrenadores, los directivos, los partidos llamativos, los pabellones y los equipos históricos por una u otra razón. Lo haremos aquí y en Extra nbamaniacs, lugar donde seguiremos publicando contenido especial libre de publicidad para que los lectores puedan seguir apoyándonos directamente.

Todo este plan editorial lo llevaremos a cabo para entretenernos y pasar mejor estas semanas de encierro que nos quedan a casi todos. ¡Salud!

(Fotografía de portada de Bruce C. Cooper)


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