Spoelstra uno, Budenholzer cero: cómo la defensa de los Heat paró a Anteto

Durante la presente temporada, Giannis Antetokounmpo se ha paseado por la pintura como si de una última jornada de Tour se tratase: 17,5 puntos de promedio, 18,8 en la primera ronda de playoffs. Líder de la Liga en tal apartado con datos incontestables; históricos, de hecho. Solo Shaquille O’Neal había dejado semejante desparrame cerca del aro rival desde que se tienen registros…

Sin embargo, en el Game 1 de las semifinales del Este, los Miami Heat consiguieron achicharrar las baterías interiores de un jugador que cada día se merienda varios rivales habitantes de esa zona. De manera sorprendente, en el choque inaugural de la serie, Anteto se fue a la ducha con solo cuatro tantos anotados desde el área coloreada. Fue una fiesta con barra libre de los Ángeles de Spoelstra. Y todo tuvo un magistral porqué.

Los Heat se llevaron el primer punto de las semifinales ante Milwaukee. Inesperado y brillante triunfo cimentado en la enorme sobriedad de todo el equipo, en la amplitud de recursos, en la mordida letal de Jimmy Butler y, sobre todo, en una defensa bestial sobre el todavía MVP de la competición.

Miami consiguió minimizar a Giannis. El jugador heleno quedó en 18 puntos, su botín menos brioso —al menos 20 minutos jugados— desde marzo. Anteto se redujo a 12 tiros intentados, siendo que había promediado 19,7 en período regular.

Además, no hubo por dónde coger su último cuarto: uno de cuatro en tiros. Para colmo de males, erró ocho tiros libres de doce intentos en total y una pérdida suya certificó el tropiezo. La historia es que el mal rato del heleno fue, enteramente, responsabilidad directa de Miami.

Los cuatro defensores de Antetokounmpo

Erik Spoelstra, entrenador de los Heat, montó un coto de caza con cuatro jugadores hábiles para no dejar vivir a la estrella rival: Bam Adebayo, Jae Crowder, Andre Iguodala y Jimmy Butler se turnaron para dar la turra a Giannis. Nada de ir pasando bloqueos en defensa hasta caer en la ventaja que esperaban los Bucks. Estos jugadores no soltaron en ningún momento —salvo fuerza mayor— la marca del griego y le encimaron siempre que pudieron. Cuanto más cerca, mejor.

De los cuatro defensores especializados, al menos dos siempre coincidieron en cancha. El antídoto pasó por que uno de ellos, el que le marcaba de manera directa, se situara muy cerca de Giannis; con las manos prestas a molestar y tocar el balón a poco que el ’34’ abriese alguna rendija. La función de este primer marcador era no dejarle subir el balón por encima de la cintura e irse de rositas.

El otro encargado de la vigilancia se situaría, en una línea imaginaria, entre los dos jugadores anteriores y la canasta. Teniendo presente su marca más cercana pero cerrando el paso al aro de Giannis. Siempre que el griego creyera oler el hierro, se encontraría un mínimo de dos estatuas queriendo amputarle las manos a tirones.

Como resultado de la estratagema, el habitual patio de su casa se convirtió en inframundo. Anteto no tuvo manera de imponerse por dentro. Fijémonos en este perfecto ejemplo colocado por Gonzalo Vázquez —debajo—.

La defensa zonal desplegada especialmente para evitar el 40-20-10 de Antetokounmpo no solo funciono. Fue, de hecho, todo un espectáculo; por cómo cada defensa conseguía colocar el cepo en los neumáticos del jugador con raíces en Nigeria. Todo funcionó para que los Heat, auspiciados por el enorme partido de Butler, consiguieran su primera victoria en la serie.

Al final de la noche, Iguodala, Adebayo, Crowder y Butler habían cumplido su trabajo sobre Giannis con distinciones:

  • El FG% de Antetokounmpo cuando estuvo emparejado con Adebayo, Iguodala o Butler fue de 0,00%. O bien no convirtió ninguna canasta o ni siquiera lo intentó por el éxito del sistema antes descrito.
  • Con Jae Crowder, el heleno estuvo emparejado durante casi ocho minutos de juego; el resultado fue de dos de cuatro en tiros de campo.

Ni tan mal.

Liderazgo de Butler

Sigue habiendo —los menos— borregos que opinan que Jimmy Butler no es una gran estrella de la NBA. Seguro que el choque inaugural ante Milwaukee les hizo ahorrar contenido para otra fecha más acorde.

El escolta de los Heat anotó 40 puntos, cifra que ningún otro jugador de la franquicia hacía desde LeBron James en 2014. Nada de casualidades, una estrella del tamaño de Júpiter ha sucedido al Rey de todos.

Lo de Butler resultó impepinable en el último cuarto. Cinco canastas de cinco intentos en los últimos cinco minutos. 13 puntos en ese período final —solo ocho de los Bucks— en los que refrendó su figura como macho alfa del clutch.

«He visto a muchos grandes jugadores. Es genial tener a Dwyane Wade de mi lado ahora. Siempre hablo con él por teléfono. Es la primera persona que me ha escrito esta noche cuando he vuelto al vestuario», decía Butler al final del partido y se hizo eco el periodista Ben Golliver.

Otro que casi se lo come a besos fue Pat Riley. «¡Me estás haciendo soñar!», le chilló el jefe, como un desaforado e intentando salvar la mascarilla facial, desde su asiento de invitado.

No es para menos. Butler ha vuelto a pasar por el taller de cara al tramo importante del curso: en temporada regular hizo 24,4 por ciento en triples; y en playoffs acumula 66,7. Alboroto hormonal de locos el suyo.

«Se adapta a todo lo que somos nosotros, a nuestra ética y a lo que somos. Estas son circunstancias extremas, no son fáciles para nadie. Y necesitas un nivel de disciplina, estructura y camaradería. Jimmy, a pesar de la narrativa que, probablemente, se dice por ahí, es un tipo muy agradable en el vestuario y creo que eso ayuda en un ambiente como este», decía Spoelstra, al final del choque, y se hizo eco Brian Windhorst (ESPN).

Todo el que pensara que Butler se empadronaba en Florida para tener a mano el bañador y la tabla de paddle surf estaba siendo un auténtico necio/a. El escolta ceba el nivel y la actitud de un equipo preparado para todo en estos momentos. Nadie tiene más claro que él por qué ingresó en la burbuja hace ya casi dos meses.

«No necesito un MVP. No me importa la opinión de nadie. Ningún trofeo significa nada para mí excepto el Larry O’Brien. Quiero ser campeón. Lo creo. Creo que podemos hacerlo», respondía estos días a una pregunta sobre si se consideraba debajo del radar.

Con el gregario Dragic en la mejor postemporada de su vida, los Heat están en su posición más limpia de las últimas cuatro campañas. Pudiendo competir de tú a tú con el líder del Este. Y, sobre todo, con un plan que se ha demostrado útil para molestar al kraken de tentáculos interminables.

Ajustes en Milwaukee

En el dorso de la moneda se encuentran los Bucks, que se llevaron una quemadura leve tras el primer partido.

En su mano está levantarse; ya lo han hecho antes, pues en tres de sus últimas cuatro series de playoffs empezaron perdiendo. Valga la paradoja, en la única ocasión que no fue así, se fueron para casa —finales de conferencia 2019 ante Toronto—.

«Ya hemos estado aquí antes. Nos pasó lo mismo el año pasado ante Boston. Obviamente, este año puede ser diferente. Podríamos ponernos 0-2. Al final del día, hay que venir y jugar el segundo partido. Nuestra temporada está en juego», podía valorar Giannis Antetokounmpo justo después de saberse por debajo en la eliminatoria.

La reacción dependerá, como siempre en postemporada, de los ajustes. De que tú me pares con esto hoy y yo te vuelva a lanzar un órdago con esto otro mañana. De que Mike Budenholzer y los Bucks puedan burlar el dique de Spoelstra o bien de que los tiradores exteriores castiguen la sobrevigilancia sobre Anteto.

Queridos/as, se espera un resto de serie largo, intenso, físico, igualado y con dos bandos muy capaces de sacar billete para las Finales de la NBA. Una eliminatoria apasionante de la que solo hemos recibido el primer aviso.

(Fotografía de portada: Ashley Landis-Pool/Getty Images)


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