Wiggins: no, no y mil veces no

¿Qué haces en una situación así? ¿Lo sientas? ¿Lo aplaudes? ¿Lo abroncas? ¿Lo aplaudes y luego amenazas con sentarle?…

Cuando los tiros entran es muy difícil acordarse de todo aquello que dibujaste una y mil veces en la pizarra. Más si cabe cuando esos tiros te van acercando al Game 5 para dejarte a tiro de piedra, a una sola noche más de magia, el ganar un nuevo campeonato.

Hemos bromeado con esto al principio de la serie… y ahora puede que alguno se lo tome incluso en serio. ¿Andrew Wiggins MVP de las Finales?

El argumento de que ‘si lo fue Iggy, por qué no iba a serlo Andy’ es tentador y juguetón. Pero lo que hizo Iguodala en 2015 está, todavía, muy por encima de la firma del canadiense en su primera cita con el destino. Defender con redaños a LeBron James y además ser importante en todas las facetas ofensivas de tu equipo, no está al alcance de muchos.

Ojo, que Wigggins está espectacular, y de ahí el tierno debate emergente. Pero o en el Game 6 (o 7) anota 50 puntos para conducir a los suyos a la gloria, o este MVP, si el título cae del lado de los Warriors, será indiscutiblemente para Stephen Curry. Su primer MVP. A pesar de su 0 de 9 de ayer en triples.

Jugador (en las Finales)PtsRebsAsistsRobsPérdTC%3%+/-
Iguodala (2015)16,35,841,3152,14010,3
Wiggins (2022)18,49,41,61,21,645,8254,8
Curry (2022)30,65,64,61,82,646,641,75,4

El Wiggins más temido y (anoche) temible

La intrahistoria reposa en aquella narrativa que explicamos hace unos meses, en los días previos al All-Star Game, cuando sacamos a debate si nuestro alero merecía partir de titular en el encuentro de las estrellas. Al analizar su progreso –una evolución aparentemente involutiva que le llevó de ser un mal franchise player a un gran jugador de rol– a Kerr le llovieron los piropos por, entre los muchos cambios positivos que logró en Wiggins, modificar radicalmente su selección de tiro. No sólo por el cuándo, que también, sino por el desde dónde.

Lo dijimos. Adiós mid-range, hola tiro de tres. Pues bien, anoche asistimos a todo lo contrario. Pero con matices.

En primer lugar no es que Wiggins, quien está promediando 5,6 lanzamientos desde el triple en estas Finales, no lo intentase desde lejos: lo hizo y más de lo habitual. Pero la cosa terminó en un 0 de 6. Así pues, tenía sentido probar otras cosas si quería ser relevante en ataque para los suyos, más teniendo en cuenta que tampoco era el día de Steph y la defensa sobre el playmaker era más desaforada que nunca. Ni corto ni perezoso, el número 1 del Draft 2014 sacó a relucir su arsenal.

Con los cortes a canasta y las transiciones, genial, como casi siempre. Ahí Steve Kerr sabe que tiene ventaja y le anima a ser agresivo y resolutivo. De sus 26 puntos, seis de ellos vinieron de pases perpendiculares o al espacio, cortesía de sus compañeros (Green, Thompson y Curry), y otro par de acciones definidas con un mate espectacular y una buena lectura por parte del propio Wiggins subiendo el balón, quien viendo la defensa descolocada aprovecha el mal balance para romper hacia adentro.

Y luego están esas otras cositas made in Andrew que tanto preocupan a Kerr, y por eso tiende a no aflojarle la correa, por su ojerosa tendencia a desbocarse. Pero ayer la cosa iba de un intangible que, cuando te atrapa, casi que mejor darle la vuelta a la pizarra y dedicarte a mirar: la confianza. Ayer Wiggins, todo lo que no fueran tiros de 7,25, lo ejecutó con temible confianza. Rememorando los (nada gloriosos) tiempos de Thibs en Minnesota.

Así tuvo una acción donde forzó el 2+1 ante Al Horford cuando lo normal (y preferible), bajo el emblema de La Bahía, habría sido abrir a Otto Porter Jr., quien esperaba totalmente sólo desde la esquina. Más de lo mismo en una incursión donde antes que doblar el balón a Gary Payton II, también solo solísimo en el vértice del lado débil, optó por el arabesco y una finalización espléndida contra tabla, esquivando los tapones de Jaylen Brown y Robert Williams.

Derroche two-way

En el último cuarto tal era la fe en él de sus compañeros (o la certeza de que sus ojos no enfocaban ya nada más que el aro) que se quedaban quietos, olvidando su danza off-ball, mientras éste se jugaba tough-shots de dudoso IQ y eficiencia, ante defensores más altos que él.

En cuanto a los lanzamientos de media distancia en la primera mitad, sí debemos señalar dos cosas: en primer lugar que Steve Kerr no se los tiene completamente vetados; sencillamente le hizo entender que, estadísticamente, era más inteligente intentar un triple a un tiro de seis metros en idénticas condiciones de dificultad. Y aunque sabemos que Wiggins y el midrange se llevan tan bien como Ron Artest y el shavasana, dos de los tres que materializó anoche los hizo ante la marca de Derrick White, un estupendo defensor pero a quien aventaja en casi diez centímetros por lo que, dado el punteo, eran ‘tiros cómodos’ para él. Al igual que el que enganchó ante Tatum, a quién le había ganado bien la acción en el dribbling. Al César lo que es del César.

De su defensa no hablo. Vuelve a hacerlo él. Solo contemplad el último segmento del vídeo de arriba. El MVP no, pero si hubiese un DPOF (Jugador Defensivo de las Finales) indudablemente sería para él. Aunque la suerte no le sonría en sus punteos desde el triple y Draymond Green le doble en el Diff% (Percentage Points Difference).

Ahora, salvo extrema necesidad, el agua debe volver a su cauce y Kerr a ceñir nuevamente la correa. Pero en noches como la de anoche, un entrenador resignado y feliz debió entender que, en ocasiones, no queda más opción más que parafrasear al mejor filósofo de nuestro tiempo.

(Fotografía de portada de Ezra Shaw/Getty Images)


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