Varios eran hasta hace poco los equipos interesados en hacerse con el baloncesto de Alan Anderson —Knicks, Nets, Raptors y T-Wolves—. A pesar de un tobillo maltrecho, a pesar de que Doc Rivers no contara con él ni un solo segundo en los pasados playoffs, aún hay diversas franquicias que piensan que el forward, a sus 34 años —y a punto de cumplir los 35— tiene bastante que aportar a la NBA.
Pero si le preguntan al jugador, que es agente libre sin restricciones, tiene muy claro dónde le gustaría terminar. Anderson es oriundo de Minneapolis, su familia vive allí, y la ciudad cuenta con una franquicia de la NBA. Blanco y en botella.
«Lo significaría todo», confesaba Anderson a The Associated Press anoche durante una conversación telefónica desde Las Vegas, donde el jugador se encuentra entrenando. «Mi madre está allí. Mi hermano está allí. Tengo varios amigos de la infancia. Minneapolis es mi hogar. Así que si estuviese jugando para mi hogar, sería mucho más especial».
Expectativas modestas
Los Minnesota Timberwolves por su parte, van a por todas este año y no han dejado espacio para sentimentalismos. Todos los movimientos realizados en el mercado estival han ido dirigidos a confeccionar una plantilla que se plante en los playoffs… y más allá.
En estos momentos, en Minny tienen 17 jugadores bajo contrato, pero sólo 12 con nómina garantizada. «Sé que no voy a jugar 30 minutos por noche, ni es lo que espero», asume Anderson. «Sólo espero estar allí cuando me necesiten, cuando alguien necesita un respiro. Todavía puedo jugar».