Jordan Clarkson no había logrado nunca un triple-doble en su carrera, de modo que cuando se vio a un solo rebote de firmar este hito por primera vez supo que esta era su noche. Pero, con alrededor de 30 puntos de ventaja en el marcador, Will Hardy estuvo muy tentado de mandar al banquillo a uno de sus mejores jugadores para evitar una lesión absurda. Y aunque se contuvo de hacer lo que sus instintos le pedían, sí abroncó al escolta para que atrapase de una vez el rebote que le faltaba.
«Clarkson, coge un rebote para que pueda sentarte de una vez, joder» exclamó el técnico nada más empezar un tiempo muerto a falta de algo menos de cuatro minutos para el final. Él mismo lo reconoció el rueda de prensa, donde ofreció más detalles sobre lo ocurrido: «Le dije que cogiera un rebote y pidiera tiempo muerto. Mi trabajo no es acabar con la diversión. Habría sido la persona más odiada en todo el pabellón si lo hubiese cambiado, pero a la vez soy entrenador y no puedo evitar pensar el desastre que sería que se torciese un tobillo cuando vas 30 arriba porque quiere hacer un triple-doble».
Jordan capturó su noveno rebote a falta de cinco minutos y medio, momento en que Utah ganaba por un claro 112-86 que hacía a Will tener ganas de todo menos de dejar a su segundo máximo anotador en pista. Hicieron falta tres minutos de juego para que Clarkson se hiciera con su décima captura, pero en cuanto tuvo el balón en las manos, el filipino cumplió y pidió tiempo muerto a toda velocidad como si de un final apretado en el que cada décima de segundo cuenta se tratase. El Delta Center de Salt Lake City y sus compañeros estallaron en júbilo mientras su entrenador respiraba aliviado, mandándolo al banquillo con la tranquilidad de un no haber arruinado el primer triple-doble de un jugador de los Jazz desde 2008.
(Fotografía de portada: Michael Reaves/Getty Images)