Cheick Diallo: «Nadie puede matar mi sueño»

El verano de New Orleans es de los que más incertidumbre despiertan de toda la Liga.

Cuando todos dábamos (y seguimos dando) por hecho que Anthony Davis abandonará el equipo con destino a… en fin, que abandonará el equipo, David Griffin, nuevo general manager de la franquicia, nos desconcertaba con un optimista ultimátum: «Hemos tenido una larga y exitosa historia con Klutch Sports (la agencia de representación de La Ceja). Rich Paul y yo hemos hablado sobre Anthony. Ambos estamos emocionados sobre lo que podemos construir aquí”, dijo entonces.

Imaginemos por un momento que no. Imaginemos que lo que cae de las nubes no es confeti y que Davis está decidido a abandonar NOLA. Asímismo, en esta dinámica nihilista, asumamos que Julius Randle, tras su gran temporada, no está dispuesto a conformarse con su player option por 9 millones de dólares y que salta a la agencia libre en busca de más. E imaginemos que desde fuera (¿Kings? ¿Grizzlies?) le llega una oferta tan loca que no la pueda rechazar.

Los Pels habrían pasado de tener, de un plumazo, uno de los juegos interiores más atractivos de la NBA a uno de los más desnudos… ¿o no?

Pues en el banquillo…y súbitamente en vanguardia, esperarían dos jugadores que me hacen recordar demasiado a aquellos Utah Jazz de 2012, sobrealimentados de talento en el frontcourt (Al Jefferson, Paul Millsap, Derrick Favors y Enes Kanter).

Okafor – Diallo: ¿tan mal suena?

Jahlil Okafor, el redimido, y Cheick Diallo… la piedra por pulir. Del primero ya hemos hablado mucho últimamente; así que vamos con algo del segundo.

El jugador de Mali, número 33 del Draft 2016, acaba de cerrar su tercera temporada en la Liga jugando más minutos (y partidos) que nunca… lo que tampoco es ningún disparate: 64 encuentros (1 de titular) y 14 minutos de media, en los que ha promediado 6 tantos, 5,2 rebotes y un más que interesante 62% en tiros de campo. Números realmente buenos (15/13) de llevarlos a los 36 minutos. Con un PER de 17,5 y un win share de 2,6, el ala-pívot redondea un año realmente prometedor.

«Esta temporada ha sido un poco montaña rusa», decía a mediados de abril. «A veces juegas y a veces no. Pero siempre pienso que no debo estar preocupado con si tengo o no los minutos que me gustaría. Sólo debo seguir trabajando duro cada día. Siento que nadie puede matar mi sueño».

La cara opuesta a la Fantine de Víctor Hugo. Su vida, su camino, recién lo empieza a caminar. En las 15 ocasiones en esta campaña en que Diallo ha superado los 20 minutos en cancha, sus promedios se han ido al doble-doble: 12,6 puntos y 10,1 rebotes en 23,8 minutos. Casi todos ellos a partir de enero, justo cuando la lesión de Unibrow le abría de par en par las puertas de la rotación.

Más IQ

Otra de los aspectos en los que Diallo ha dado un salto importante, tal como inciden desde NOLA.com, es en la selección de tiro. En su año rookie abusaba terriblemente del mid-long range jumper; algo que corrigió como sophomore y que ha consolidado en su tercer año en la NBA. Ahora, el 48% de sus descargas provienen de las inmediaciones del aro, reservando sólo un 6,6% a los lejanos tiros en suspensión. «Este año he aprendido a tomarme mi tiempo. A no apresurarme».

Y casi en sentido opuesto pero como valor imprescindible en el básquet actual, Diallo se ha estrenado desde la línea de tres. El primer triple de su carrera llegaba en el último encuentro de la temporada ante los Warriors. «Es una de las cosas que voy a intentar añadir para el próximo año. Quería hacerlo en éste, pero me di cuenta de que aún no era el momento adecuado».

Con una estatura de 2,06 (normal para su posición) pero una envergadura sobresaliente (7’4 ½ según DraftExpress), el jugador que en septiembre hará 23 años está –si la agencia libre no se lo estropea– ante la posibilidad de demostrar de qué pasta está hecho. Y en NOLA, quien sabe, con la opción de dar un pelotazo. De encontrarse, sin apenas buscarlo, ante un juego interior de garantías a precio de orillo.

Verde ~ maduro

Lo dijimos hace tres años, en nuestro particular scouting del Draft (donde apuntaba a la primera ronda, en una horquilla de los puestos 18 al 22). El maliense era claramente una apuesta de futuro. Un jugador sin techo y con todo por evolucionar. Ese momento, el futuro hecho presente, está a punto de llegar.

(Fotografía de portada de Nick Laham/Getty Images)


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