El efecto Blake Griffin se diluye en Detroit

Nada más conocerse que Detroit cerraba la incorporación de Blake Griffin surgían las primeras dudas. Se trataba de un All-Star, cierto, pero llegaba tras una serie de lesiones que contribuían al escepticismo. Además, no quedaba claro cómo encajaría en los Pistons, equipo que tras el adiós de Greg Monroe había cambiado su sistema a uno en el que Andre Drummond era la única referencia interior del quinteto.

Pese a los interrogantes, el inicio no pudo ser mejor. Jugando en casa contribuyó a que los Pistons ganasen hasta cuatro partidos seguidos, batiendo a dos buenos equipos como Miami Heat y Portland Trail Blazers. En Michigan sonreían. Tenían nuevo ídolo y con un balance de 27-26 se encaminaban a luchar por playoffs hasta el último momento. Ahí quedó todo.

Tan fuerte como apareció se diluyó el efecto Griffin. Desde aquel 7 de febrero en el que vencieron en su cancha a Brooklyn Nets, los chicos de Stan Van Gundy solo han podido imponerse en dos partidos de los once siguientes, una mala racha que ha dejado la postemporada como un sueño inalcanzable.

En total han ganado seis de quince encuentros, y lo más curioso de este camino, el que tomaron desde la llegada del ex de los Clippers, es que solo han sido capaces de vencer a conjuntos que disputaban su segundo encuentro de back-to-back; es decir, si el que tenían delante llegaba descansado no había nada que hacer.

¿Cuál es el plan?

Detroit no termina de definirlo. En 2013, pese a contar ya con Drummond y Greg Monroe, decidieron incorporar a Josh Smith en lo que se convertía prácticamente en un triple poste, ya que ninguno de ellos tenía capacidad para jugar por fuera. Poco duró la apuesta. Meses después de comenzar el curso 2014-15 despedían a Smith para replantearse el sistema. Quedaban entonces Drummond y Monroe, pero este segundo siguió el camino del ex de Atlanta ese mismo verano.

Llegados a este punto parecían determinados a unirse al small ball. Drummond estaría dentro rodeado por tiradores y desde ahí crecerían. Con esa idea llegaron a los playoffs de la campaña 2015-16, donde cayeron 4-0 en primera ronda ante Cleveland Cavaliers. Parecían tener marcada una ruta. Sin embargo, verse sin postemporada el curso pasado e ir por el mismo camino en el presente, les llevó a cerrar el traspaso de Blake Griffin, una referencia que ahora tratan de encajar con Drummond.

Vuelta a la paciencia

¿Es un fracaso la llegada de Griffin? No. Como ocurre con todo gran movimiento a mitad de campaña, pretender que funcione como un reloj sobre la marcha es muy complicado. Puede que el final de temporada de los Pistons, perdiendo partidos incluso con equipos a los que deberían ganar con autoridad, sea deslucido, pero ello no debe frenar un proyecto que tiene que apostar de verdad por algo. Y si ese algo es Griffin, no suena nada mal.


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