Irregular Ingram: despertó elogios de Durant pero se hundió en el último cuarto

El de Brandom Ingram ha sido uno de los nombres destacados de este reinicio de la temporada de la NBA. El alero de los Pelicans vivió una montaña rusa de sensaciones en la derrota de los suyos ante los Jazz por 106-104, en la que dejó una amplia muestra de virtudes y defectos que hicieron que su actuación acabase destacando por su irregularidad.

Con 23 puntos, el ex de los Lakers fue el máximo anotador del choque (empatado con Jordan Clarkson), aunque sus canastas estuvieron repartidas de forma bastante heterogénea. Y es que 15 de dichos tantos llegaron en la primera mitad, en la que el alero desplegó su mejor versión y logró llevar en volandas a Nueva Orleans, que se mostró bastante superior a Utah y logró irse al descanso con un marcador bastante favorable (60-48).

Los de Salt Lake City fueron incapaces de encontrar un remedio contra Ingram en este tramo de partido. Ya fuese atacando el aro o lanzando desde media y larga distancia, las canastas en su haber fueron llegando una tras otra, y el juego de los de Gentry fue orbitando de forma natural a su alrededor en los que fueron los mejores momentos de la noche. Brandon comandó a los suyos sin acaparar demasiado balón y favoreciendo la fluidez ofensiva que les hizo dominar la primera mitad, lo que hizo recibir numerosos elogios una vez llegó el descanso.

Incluso Kevin Durant, con quien muchas veces se le ha comparado, se rindió a Ingram, y le dedicó un mensaje en su Twitter: «El número 14 está hecho de otra pasta» escribió. Era la opinión generalizada en aquel momento, aunque lo que vendría después cambiaría ligeramente estas sensaciones.

Final desacertado

Lo cierto es que, tras estos grandes minutos, el de los Pelicans desapareció. Con solo un tiro de campo anotado en la segunda mitad, no pudo evitar que los suyos tiraran por tierra el trabajo bien hecho y dejaran escapar un partido que tuvieron en su mano durante muchos minutos. Los Jazz mejoraron sus prestaciones defensivas, acabando así con el buen funcionamiento de NOLA y convirtiendo sus ataques en intentos de individualidades que pocas veces tuvieron éxito.

El caso de Ingram fue sin duda el más llamativo, pues, con Zion en el banquillo debido a su restricción de minutos, fue a él a quien buscaron cuando se vieron sin más formas de anotar, pero su aportación distó de ser la que había sido apenas dos cuartos antes. Pese a que las faltas personales le ayudaron a sumar, no tomó las mejores decisiones y erró sus últimos cinco lanzamientos de campo, incluido un triple sobre la bocina que podría haber dado a los suyos una victoria que necesitaban y que estuvieron muy cerca de conseguir.

En resumen, grandes momentos opacados por un pobre final. Tanto Ingram como sus Pelicans fueron presa de esta irregularidad y acabaron dejando un mal sabor de boca que no necesariamente se corresponde con lo que objetivamente hicieron sobre la cancha. Aún tienen por delante varios días para revertir estas sensaciones, aunque lo cierto es que sus opciones de playoffs sufrieron un duro varapalo.

(Fotografía de portada: Pool/Getty Images)


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