Quien viese el encuentro entre Mavericks y Grizzlies del miércoles pasado intuía que las postrimerías iban a estar llenas de reproches. Una penetración de Dillon Brooks que acabó con el base en el suelo y un tiro errado tras recibir el contacto de Kristaps Porzingis lo iba a incendiar todo a dos minutos del final. Antes, Taylor Jenkins ya había recibido una técnica, y Brooks terminaría acumulando dos más en esos 120 segundos restantes para ser expulsado. La rabia tenía que salir por algún sitio después de perder la racha de cinco victorias seguidas que ostentaban los de Memphis. «Llevamos jugando una semana a este nivel físico. De repente, vienen nuevos árbitros y pitan con esta inconsistencia» denunciaba Brooks en unas declaraciones que le costarán 25.000 dólares de multa.
La cifra es el mínimo que la NBA estima para casos de lenguaje agresivo con el estamento arbitral como objetivo. «Deberíamos de ser capaces de ir a cada balón dividido y rebote suelto. Pero ellos no protegen a los jugadores. Es basura». Proseguía el jugador. Brooks denunciaba especialmente que los árbitros habían sido demasiado protagonistas de un partido que acabó siendo demasiado trabado. No obstante, las razones que la liga tipifica en la multa son la confrontación directa con los colegiados y su tardanza al abandonar el campo tras ser eliminado.
Sea como fuere, las últimas 24 horas no han sido las mejores de la carrera del jugador, que debe sumar 6.000 dólares por las dos técnicas, 2.000 por la expulsión y ha sido apartado del equipo por protocolo sanitario.
(Fotografía de portada de Justin Ford/Getty Images)