La privacidad, un asunto paradójico para LeBron James

El derecho a la intimidad y el derecho a la información, ambos consagrados como derechos fundamentales en cualquier constitución democrática que se precie, conviven en permanente estado de tensión.

LeBron James debía confiar mucho en sus dotes ventrílocuas si esperaba realmente que un tono de voz bajo y una fina camiseta iban a suponer un muro insalvable ante la voracidad informativa. Apenas unas horas después, la charla ultrasecreta entre James y Lonzo Ball, no era ya ni secreta ni ultra.

«Encuentra tu zona y mantente concentrado. Los medios te van a preguntar sobre lo que te estoy diciendo ahora mismo. No les digas nada. Simplemente se agresivo cada día. Que no te importe. Eso es todo. ¿De acuerdo?».

Conversación interceptada y publicada. Tampoco fue un consejo digno del Área 51, pero al alero de los Cavs no le ha hecho ninguna gracia que, en este caso, no se respetara la privacidad de su breve intercambio de palabras con el rookie. «Algunas cosas deberían ser privadas, como mi conversación con Lonzo», ha comentado James esta mañana y rescata Cleveland.com. «No hace falta que todo el mundo se entere siempre de todo. Debería existir cierto tipo de privacidad».

En contra del «secretismo» en el All-Star Game

Y cambiando radicalmente de tema pero sin escapar al asunto de fondo, extrapolamos el concepto de privacidad al partido de las estrellas. Aquí LeBron vuelve a mojarse, pero esta vez en sentido totalmente contrario.

Adam Silver anunció hace unos meses que se había apostado por un cambio importante para la edición de 2018. Fin al Este versus el Oeste. Ciao a las Conferencias. Ahora habrá dos capitanes, y serían ellos —al más puro estilo patio de colegio— quienes irán eligiendo a los integrantes de su equipo.

Los capitanes lo serán los dos jugadores más votados —sin que importe la conferencia a la que pertenezcan—; LeBron, que está jugando a un nivel colosal, tiene el 100% de las papeletas para ser uno de ellos. Y aboga por el espectáculo y por el drama. Sin embargo, se ha filtrado que desde la NBA no piensan lo mismo.

Un ejecutivo de la Liga ha dicho a Rachel Nichols, de The Jump, que se está valorando seriamente que los capitanes configuren sus equipos en diferido y al margen de las cámaras. Nada de ver en directo cómo el nutrido grupo se va haciendo cada vez más y más pequeño. Algo que, en opinión del forward de Akron, le quita una parte esencial del picante al nuevo formato.

«Todos somos hombres adultos —asegura James—. No vas a dejar de cobrar tu nómina por esto. No te impedirá volver a jugar cuando se reanude la temporada. Esto va de intentar ganar. Escucha, va de intentar ganar en el All-Star Game. Quieres hacerte con el mejor jugador, el de mejor calibre. Obviamente guardarás cierto nivel de fidelidad a tus compañeros de equipo. Pero también quieres competir. Es el partido en que más aficionados nos ven, es el fin de semana del All-Star. Es cuando todos los países se juntan, cuando todo el mundo está prestando atención».

Y cierra con una verdad implacable: «»El domingo [día en que se disputan siempre los All-Star Game] no ha estado demasiado bien en los últimos años, y queremos tratar de hacerlo mucho mejor».

Un morbo imperdible

Todos son All-Star; no habrá exclusiones al modo de Homer Simpson. El último que escojan, continuará siendo el decimocuarto jugador más valorado del momento en todo el planeta; un reconocimiento, todavía, de lo más glorioso.

Y digámoslo todo: ver a LeBron seleccionando a Kyrie para su equipo (por poner un único ejemplo entre todos los morbos hipotéticos a nuestra disposición) apenas un puñado de meses después de ser el causante de su salida, es algo de lo que no se debería privar a las cámaras y a los aficionados de todo el mundo.

Después de todo, el All-Star es eso: un show; y esto es parte integral del nuevo show. Privarnos de ello sería faltar a la propia esencia del fin de semana; quitarnos, a la salida del médico y sin una sola pataleta, la merecida piruleta de las manos.


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