Viendo que los Blazers mantenían ventajas cercanas a los 20 puntos en su enfrentamiento contra Denver, la intrascendencia se apoderó del partido que los Lakers jugaban contra los Pelicans. Sin embargo, mientras se esfumaba la oportunidad de clasificación directa a playoffs, LeBron James volvió a dar un susto con su maltrecho tobillo. A mediados del último cuarto un contrataque acababa con una fea caída y el Rey dirigiéndose al banquillo con aparente cojera. Las alarmas saltaron ante la posibilidad de que James se pudiese perder algún partido del play-in, pero Frank Vogel tranquilizó los rumores «está bien para jugar».
Los Lakers se enfrentarán el miércoles contra los Warriors en su primer partido de play-in. Si ganan, será el último y quedarán emparejados con Phoenix Suns. Si pierden, les tocará enfrentarse con el vencedor del partido entre Memphis y San Antonio. En principio, LeBron estará preparado para jugar cualquiera de los partidos que estén por venir, aunque la amenaza de recaída no termina de apagarse. El propio James ya aseguró que era «imposible que vuelva a jugar al 100%» en lo que le queda de carrera.
El equipo angelino parte como favorito ante cualquier cruce, pero también gozaban de esa condición a principios de temporada. El transcurrir de la liga regular ha vuelto a poner de manifiesto lo difícil que es formar una dinastía sin sufrir percances por el camino, y los Lakers afrontan una postemporada mucho más complicada de lo que esperaban.
(Fotografía de portada de Justin Casterline/Getty Images)