LeBron sigue siendo presa de su espalda

Es tal su fortaleza en la cancha que algunos a menudo olvidan que en diciembre cumplirá 31 años.

LeBron James jugó absolutamente todo las pasadas Finales. Apenas un par de minutos por partido para recuperar el aliento y seguir llevando el peso de la anotación. En los tres últimos choques, antes de claudicar, se le pudo ver cansado, muy cansado, y sus porcentajes de tiro se resintieron.

Tanta sobrecarga al final se ha hecho notar, y se proyecta a través de su espalda. Anoche fue el primer encuentro del de Akron tras declararse baja en el último tramo de la pretemporada. Sus lumbares, que le acucian desde hace años, necesitaban reposo, e incluso llegó a ser seria duda para el partido inaugural.

Ayer ante los Chicago Bulls jugó 36 minutos. Su estampida habitual en cancha chocaba con lo que veíamos en sus minutos de asueto. James colocaba una toalla enrollada sobre el parqué, al lado de los banquillos, sobre la que se tumbaba elevando la zona baja de la espalda para tratarse y mitigar su dolor. Sin duda las molestias de James no son objeto de broma, y como el propio jugador reconoció no tendría problema en volver a inyectarse anti-inflamatorios  y estar otro periodo de baja en el ecuador de la temporada si lo considera necesario.

Tras la derrota, hablaba de sus molestias, tranquilizándonos. «Sé como tratar mi cuerpo, y mi cuerpo responde muy bien a la inyección de hace dos semanas. Simplemente no me quedo parado. He trabajado en un montón de cosas para seguir cuidando mi cuerpo e ir en la dirección correcta».


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