El miedo ante el que nadie disimula y al que ni siquiera su presidente vuelve la espalda. Steve Mills, presidente de los New York Knicks, sabe perfectamente cuál es el temor que atenaza a sus knickerbockers con vistas al verano.
La cronología contractual de la franquicia unida al traspaso de Kristaps Porzingis a Dallas (el cuál ya analizamos que podía tratarse de win-win), deja al equipo de la Gran Manzana en una situación financiera envidiable. Holgada como unos bombachos. Y precisamente de lo bueno, nace el miedo a perderlo.
Duranes y Batunes
Por un lado los rumores prometen un Durant, un Irving, un Walker, un Leonard… ante lo que los aficionados –realistas y escépticos a partes iguales– responden, con justificado recelo, con otra lista: Biyombo, Batum, Bazemore y Mozgov. Esto es, contratos inflados a más no poder, en manos de jugadores que jamás rendirían por el valor de lo que acababan de firmar.
Mills, sabedor de que son ya muchos años de promesas incumplidas, anuncia y garantiza que esto último no pasará.
«Estamos emocionados por la situación en la que estamos ahora. Hay mucho ruido y muchos chicos interesados en New York. Les gusta Fiz [David Fizdale]. Les gustan algunos de los cambios que hemos hecho en la organización. Lo hemos oído de sus agentes. No vamos a firmar a los jugadores equivocados tan solo por que tengamos el espacio suficiente para hacerlo. Nuestros fans deberían tener la expectativa de que vamos a tomar las decisiones correctas. El momento actual nos da la oportunidad de explorar posibles traspasos e incluir varios chicos gracias a ese espacio salarial», ha dicho Mills para el New York Post.
En estos momentos, la horquilla salarial con que cuentan los Knicks es de nada menos que de 74 millones de dólares. Y más de una fuente da por hecho que Kevin Durant ocupará este verano, sí o sí, gran parte de ese montante.
(Fotografía de portada de Abbie Parr/Getty Images)