En su momento no pareció un mal movimiento. Ni tampoco caro. La figura del 3&D player estaba en alza, y contar con uno se había convertido en casi una obsesión. Y Tony Snell, que había salido de Chicago por la trampilla del gato, cayó en Milwaukee absolutamente de pie.
En su primera campaña como buck, el alero promedió (en 29,2 minutos) 8,5 puntos, 3,1 rebotes y 1,2 asistencias, además de un más que certero 40,6% en tiros de tres. Un jugador joven y fiable que en Wisconsin no iban a dejar escapar: contrato de cuatro temporadas y 46 millones de dólares. Y lo barato salió caro.
En estos instantes, Snell se halla en el ecuador de su acuerdo, con un curso por delante por 11,39 millones y una player option para el siguiente de 12,17. Una cantidad que en plena burbuja de 2017 pareció un chollo y ahora una auténtica rémora con la que arrastar.
Según fuentes de Gery Woelfel, director de Woelfel’s Press Box y colaborador de Basketball Insider, varios ejecutivos de la NBA afirman que en la franquicia, con su salary cap en una situación de compresión brutal, están desesperados por traspasar al jugador.
No gusta al inminente COY
Un jugador que si bien en su momento fue importante, con la llegada de Mike Budenholzer (máximo candidato al COY) se ha visto totalmente relegado al banquillo, incluso casi apartado de la rotación por la irrupción en su puesto de Pat Connaughton.
En temporada regular, en solo un año, ha pasado de promediar de 27 a 17 minutos (a pesar de que su rendimiento por 36 minutos ha sido mayor), y en playoffs está prácticamente inédito, no habiendo jugado ni los minutos de la basura en los Game 1 y 3 en las Finales frente a Toronto.
No les va a resultar sencillo a los Bucks encontrarle comprador este verano; añadirle algún activo sugerente al paquete para que quien sea «trague» con la ficha de Snell, no será algo facultativo.
(Fotografía de portada de Maddie Meyer/Getty Images)