No porque estén descontentos con su rendimiento, a pesar de que haya pasado de los 16,3 a los 15 puntos y del 46,3% al 40,9% de efectividad en tiros de campo en solo una temporada; sino por miedo a perderle en verano, y quedarse con las manos vacías.
Los Detroit Pistons están sufriendo el peso de un Este mucho más duro y competido de lo que se preveía, y por ello a día de hoy, con su balance de 22-26, están novenos y fuera de playoffs. Temerosos de que su proyecto no pueda convencer a largo plazo, sopesan que su gran traspaso del pasado mes de julio con los Boston Celtics, por el que conseguían a uno de los mejores two-way shooting guards de la NBA, Avery Bradley, no quiera ampliar su contrato cuando se convierta en agente libre sin restricciones dentro de cinco meses.
En esta tesitura, informa Adrian Wojnarowski desde ESPN, en la Motown, que por un lado acechan con negociaciones para dar un inmediato salto de calidad que les permitiera dar guerra esta misma postemporada, otean el medio-largo plazo y ven oportuno estudiar el traspaso de un jugador por el que no recibirían absolutamente nada en verano si éste decidiese cambiar de rumbo.
Al mejor postor
A sus 27 años y en la plenitud de su carrera, se estima que Bradley podría aspirar sin problemas a un contrato multinanual de 20 millones la temporada.
Los Pistons están dispuestos a pagar el precio que vieron excesivo en el caso de Kentavious Caldwell-Pope, pero en cuanto a la necesaria reciprocidad, no las tienen todas consigo.