¿Alguien pensaba que el karma iba a devolver por fin a Isaiah Thomas algo de lo mucho que lo debe? Que vaya abandonando la habitación, por favor.
Lo que parecía una oportunidad, un gesto de compasión del destino, se ha convertido en un nuevo e innecesario bofetón de crueldad. Isaiah Thomas, a sus 31 años, no deja de recibir señales de que sus días de gloria en la NBA han terminado.
Traspasado de Washington Wizards a L.A. Clippers como parte del acuerdo a tres bandas en el que también participaron los Knicks, un vestuario del calibre del que posee Doc Rivers parecía una ticket de ensueño para un Isaiah al que aún le persiguen las secuelas del trade que lo sacó de Boston en su momento más dulce.
Pero nanai. Fuentes de Adrian Wojnarowski, de ESPN, señalan que el pequeño base será cortado de manera inminente.
Sin hueco
Con Patrick Beverley, Lou Williams e incluso Landry Shamet con capacidad y dotes para dirigir el baloncesto de un equipo que orbita en torno a la figura de Kawhi, el frenetismo ofensivo que, aún en horas bajas, podría aportar un jugador que en defensa sin duda chirría más que Efialtes sin cubata haciéndote la cobertura, no compensa las carencias que, en opinión de la franquicia angelina, vendría a sumar.
En Washington, Scott Brooks le han brindado minutos y libertad de acción para que intentase recuperar su mejor versión, la cual no ha pasado de los 280 píxeles de resolución: 12,2 puntos (un jugador que promedia más de 18 en su carrera) en 23 minutos, que si bien ha respondido desde el triple (41%), no lo ha hecho ni desde los demás puntos del campo, ni desde el liderazgo ni, desde luego, en impacto ganador.
De aquel win-share pulverizando la barrera de los diez puntos en Boston (llegó a los 12,5 en 2017) ahora a uno que se mueve con guión negativo. Quedará libre en cuestión de horas, y quizás todavía aparezca algún equipo dispuesto a dar esa penúltima oportunidad que Thomas lleva ganándose desde su primer minuto en esta exigente Liga.
(Fotografía de portada de Patrick Smith/Getty Images)