Derrick Rose ha publicado una carta abierta a la ciudad de Chicago y sus aficionados. A continuación la reproducimos íntegra en español.
«Mi teléfono estaba sonando y sonando, pero no tenía ni idea de que sonaba. Estaba silenciado. Estaba en medio de una entrevista, con cámaras. Estaba hablando de Chicago. La ciudad, una escena de baloncesto. Cómo esa ciudad me crió y me hizo el hombre que soy hoy en día.
Unos minutos más tarde vi las notificaciones, llamadas perdidas, mensajes de texto, mensajes de voz, todo de mi agente BJ. Volví a llamar y me dijo que estaba a punto de ser traspasado a los Knicks de Nueva York.
«Podría suceder», dijo. Eso significa que iba a suceder. Él quería que me fuera preparado mentalmente. Tenía la sensación desde hace unas pocas semanas de que un traspaso podía estar en camino. Pero no lo sabía a ciencia cierta. Había rumores de que podría ser traspasado en breve, y por supuesto que escuchas esas cosas y tratas de ignorarlo. Es imposible. Pero nunca dejo que cale en mí.
Lo primero que pensé fue en mi hijo PJ. Ya es bastante difícil encontrar tiempo para verlo durante la temporada, incluso cuando estoy en Chicago. Ahora voy a estar en Nueva York, a horas de distancia. Es una gran cantidad de millas. Sé que esto es parte de ser un jugador de la NBA. Vamos a encontrar una manera de hacer que funcione. Se lo debo.
Estoy muy emocionado de ir a la ciudad de Nueva York. Nunca he pasado mucho tiempo allí, la mayor cantidad de tiempo que he estado allí ha sido dos o tres días, y nunca en verano. Ahora van a ser siete meses. Chicago es una gran ciudad, pero es relajada, no de ritmo rápido como Nueva York. Joakim Noah, que es como un hermano para mí, es de Manhattan, y él me ha hablado mucho sobre la ciudad. Voy a absorber la mayor cantidad de conocimientos acerca de la ciudad como me sea posible.
Chicago me hizo quien soy. Está tatuado en mi muñeca. Fui criado en la casa de mi abuela en la calle South Paulina en Englewood. Ser elegido en el Draft por los Bulls, convirtiéndome en un All-Star y un MVP de los Bulls, ayudando a llegar a los Playoffs; todo eso fue un sueño hecho realidad. Nunca lo olvidaré. He llevado Chicago conmigo donde quiera que he ido, en el país y en todo el mundo. Siempre.
Entiendo que esto es un negocio y los Bulls tienen sus planes, sus propias ideas sobre en qué dirección quieren ir con el equipo, pero voy a utilizar esto como motivación. Estuve con ellos durante ocho años y me han dejado ir. No hay resentimientos ni rencores. Están tratando de hacer lo que es mejor para el equipo. Entiendo totalmente eso. Pero no veo mal usar esto como motivación.
Después de colgar el teléfono con BJ, todo tipo de emociones fluyeron a través de mí. Me quedé impactado. Ansioso. Sabía que era difícil de controlar de inmediato, y todo me vino a la vez. Cosas que tengo que controlar —negocios, acuerdos, donde voy a vivir, quién viene conmigo—. Quiero centrarme en nada más que baloncesto. Sólo quiero dejar que mi juego hable por sí mismo. Mi voz siempre será más fuerte en la cancha.
Tengo 27 años de edad, con mucho por delante aún. Realmente creo que este traspaso es una bendición. Después de todas las emociones que tuve, empecé a darme cuenta de lo motivado que estoy para lo que viene. Voy a estar jugando junto a Carmelo Anthony y Kristaps Porzingis. Es una oportunidad increíble. No puedo esperar.
Estoy listo para Nueva York».