Las grandes moles de la pintura alegan el pretexto histórico de que lo suyo es más la fuerza que la destreza; Markelle Fultz se escuda en sus problemas de hombro, que le han forzado temporalmente a cambiar la mecánica. A Andre Roberson, alero de dos metros de altura y sin ninguna dolencia física aparente, la excusa se le pierde a medio camino de la laringe.
Ayer, en la derrota sufrida sobre la bocina a mano de los Minnesota Timberwolves, el alero de los Thunder tuvo su momento de bochorno personal. Por todos es conocido sus problemas con el lanzamiento y su crisis con el tiro libre, distancia desde la que promedia un 48,9% a lo largo de sus cuatro años de carrera.
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Eran ya varios airballs que contaba en su haber Roberson, pero que se recuerde nunca había sumado dos tan seguidos. Tachado de la lista; pues eso mismo fue lo que le pasó anoche.
Roberson, un jugador cuya defensa es tan excepcionalmente buena, que le permite borrones puntuales como éste.