Green: «Queremos ganar otro campeonato, no importa quién se interponga»

La Final de Conferencia ansiada. La soñada. La esperada por todos aquellos aficionados neutrales que no tenían predilección especial por ninguna franquicia, y solo deseaban gozar del mayor espectáculo del mundo.

Antes del pistoletazo de salida —y con el permiso de OKC— ya destacaban como los favoritos del Oeste.

Su duro trabajo les (y nos) ha recompensado con demorar su careo hasta el último peldaño. El cruce, desgraciadamente, no podía retrasarse más; pero qué duda cabe que nos hallamos ante una final por el anillo anticipada. Golden State Warriors y Houston Rockets, probablemente los dos equipos más en forma de toda la NBA.

Su plácido paseo de domingo que han sido las dos primeras rondas (sendos 4-1), confirma lo que ha sido la temporada regular de ambos conjuntos y respalda el pensamiento que le brota a uno al ojear sus plantillas. ¡Que vaya dos superequipos!

Oakland, el origen

Los Warriors, desde que Durant se unió a sus filas, se convirtieron automáticamente y más que nunca en el equipo a batir.

El primer campeonato fue su gran hazaña y un golpe sobre la mesa; la remontada sufrida al año siguiente a manos de los Cavs, demostró que eran mortales. Y para poner esto en duda, llegó Durantula. Su segundo título fue casi algo lógico. Inapelable. Y ahora, la duda está en si jugando al 100%, sin dejarse llevar y con su defensa exigiéndose al máximo, pueden ser vulnerables.

Porque en esto, Draymond Green, seguramente tenga razón. En que sus Warriors fueron el detonante y el origen. La semilla y razón de ser de los actuales Rockets, el bosón de Higgs de las sublimes finales que se nos vienen encima. El equipo de Oakland era el monstruo a batir, y en Texas se armaron para la causa.

«Ellos nos han hecho saber que su equipo está creado para derrotarnos», explicaba el ala-pívot en la rueda de prensa posterior al 4-1 ante los Pelicans. «Es algo así, como habéis dicho, obsesión o como lo queráis llamar. Como he dicho antes todo esto es genial. Obviamente van a querer construir un equipo para vencer a los defensores del título porque su objetivo es ganar el campeonato. Así que es muy comprensible. Es hora de jugar».

Factor cancha

Los Warriors fueron acusados de dejarse llevar en exceso en el tramo final de la temporada regular, y eso les costó un factor cancha que ahora podrán disfrutar los Rockets llegado el momento de la verdad. Los dos primeros encuentros serán en el Toyota Center, y en Houston ya han demostrado, en RS, ser muy capaces de imponerse a estos Warriors, con un balance favorable de 2-1.

«Vamos a tener que contar con el apoyo de nuestro banquillo», ha señalado también Steve Kerr y recoge ESPN. «Es una serie en la que va a haber muchísimos lanzamientos y muchísimos uno contra uno. Vamos a tener que estar preparados. Chicos como Nick Young o Jordan Bell van a tener que estar listos, porque podremos recurrir a ellos en cualquier enfrentamiento».

Crecidos en Houston

Durante el año, los Rockets no han rehuido en ningún momento la comparación, y han dejado claro en sus declaraciones que su única fijación eran los Warriors. Vencerlos. Con la confianza por las nubes debido al buen juego desplegado y a los resultados, jugadores como Clint Capela nos regalaban declaraciones en las que el objetivo parecía logrado. «Somos mejores que ellos», llegó a decir en el mes de enero.

Pero declaraciones, sensaciones y resultados anteriores caen en la marginalidad, casi en la anécdota, con el duelo por la supervivencia a punto de comenzar.

Chris Paul encara las primeras finales del Oeste de su carrera, y James Harden, con el presunto cartel de MVP de la temporada regular, se enfrenta a su prueba de fuego para erigirse como un líder capaz de hacer historia.

Eliminar a un grupo formado por Stephen Curry, Klay Thompson, Kevin Durant y Mr.Triple-doble Green, sin duda sería un hito para recordar durante generaciones.

«Queremos ganar otro campeonato, y no importa quién se nos ponga en el camino. No nos importa a quién nos enfrentemos. Pero nos toca contra ellos, así que vamos allá». Draymond Green.

El jugador de los Warriors lanza su desafío en abstracto, indiferente al rival. Mientras, los Rockets acaban de hollar tierra frente a las paredes de su particular Monte del Destino. No importa qué motivación esconda e impulse a uno y otro equipo. El tesoro es el mismo. Y eso tiene un afortunado directo. El espectador.


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