2018 sirvió como punto de inflexión en Boston. Fue entonces cuando el conglomerado juvenil del equipo encontró el espacio necesario para prosperar aprovechando el vacío creado por las lesiones de Kyrie Irving y Gordon Hayward. Para cuando ambas estrellas estaban de vuelta, el equipo había cambiado. Los Celtics alcanzaron aquel año las Finales de Conferencia, un logro que sirvió de combustible para la gran ambición y hambre competitiva de Jayson Tatum. Uno puede dibujar una línea recta desde aquellos playoffs hasta la falta de química que hubo posteriormente, a la salida de Irving y Horford, a la necesidad de Stevens de reinventar a sus Celtics y, en última instancia, al estrellato de Tatum.
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