30 equipos, 30 secundarios: División Atlántico

Cada vez que alguien escribe en esta santa página sobre jugadores lejos del foco mediático aparece por arte de magia en la caja de comentarios un agradecimiento por darles cabida en nuestro humilde espacio. Bien, este artículo y unos cuantos más que le sucederán, son consecuencia directa de esa debilidad del lector por las historias y los nombres menos conocidos.

La NBA es un jardín de relatos que la mirada no alcanza a abarcar. Ya sean deportivas, personales, económicas o de cualquier otra índole, hay historias por contar en cada rincón. Por eso para esta extensa recopilación intentaré hablar desde todos los prismas que ofrece la mejor liga de baloncesto del mundo.

En ocasiones tocará destacar el rendimiento deportivo de esos tapados sin los cuales sus equipos no serían lo mismo. En otras quizás sea la personalidad del jugador en cuestión la que trascienda o simplemente me apetezca contar cómo esa persona ha llegado donde está. Intentaré seleccionar jugadores a los que no les hayamos dedicado artículos a lo largo del año, dejando el enlace pertinente a dichas piezas cuando toque hablar de esos equipos. No me alargo más, lo comprenderéis rápido.

New York Knicks – Quentin Grimes

Uno de las decenas de males que han afectado a los Knicks esta temporada ha sido su tendencia a ser un equipo timorato y dubitativo. De ahí que NBA.com les registre como el octavo peor equipo en finales de partido apretados con solo un 41,5% de victorias sumadas en tales circunstancias. Cifra que han maquillado en sus últimos dos encuentros. A este respecto, Quentin Grimes tiene la decisión que muchas veces le falta a su equipo y que él e Immanuel Quickley representan en un conjunto venido a menos. El novato no se corta ni con un cristal y parece ajeno al contexto que le rodea, aunque por desgracia las lesiones no le han dejado gozar de xcesiva continuidad. Pero no está aquí solo por ello.

Con la temporada pendiendo de un hilo desde bien pronto, una exhibición de 27 puntos con 7 triples en la primera noche que Grimes jugaba más de 20 minutos, simbolizó un cisma en el entorno mediático y social de los Knicks. La maquinaria comunicativa que nace en New York y se propaga al resto de Estados Unidos debe mantenerse siempre en marcha. Haciéndolo esta vez alrededor de la dicotomía entre la vieja guardia de los Walker, Fournier, Randle o Burks; y los jóvenes pujantes encabezados por Quentin Grimes, Immanuel Quickley, R.J. Barret, Obi Toppin o incluso Jericho Sims.

Después de años de percibir en los Knicks un pesimismo generalizado y una continua crítica a la totalidad, atisbar este tipo de discusiones con la temporada aún vigente hacen pensar que afición y allegados sienten que tienen algo que perder. Que al fin han recuperado algo del orgullo que les ha eludido prácticamente desde que comenzase este siglo. Seguramente algún knickerbocker se indigne con estos párrafos de insinuada condescendencia. Signo inequívoco de que todavía no se han descarrilado del buen camino.

Boston Celtics – Robert Williams III

Hemos hablado de: Marcus Smart, Grant Williams y Derrick White.

Qué satisfactorio es ver que a un jugador le encajan todas las piezas. Hasta hace poco Robert Williams III era un jugador rodeado por las dudas. Saltaba a la vista que sus condiciones le podían convertir en un gran protector del aro capaz de sostener al tiempo a jugadores perimetrales lejos del aro. Es decir, era la promesa de un Santo Grial del baloncesto defensivo moderno. Pero, como casi todo en los Boston Celtics del último par de años, expectativas y realidad se entremezclaban en un pastiche a ratos irreconocible.

Por suerte, Ime Udoka y el propio Williams parecen haber dado con la tecla de la noche a la mañana. La temporada de los Celtics obliga a separarla en dos partes claramente delimitadas. Una primera de mediocridad, roces internos y más preguntas que respuestas; y una segunda que les sitúa simplemente como aspirantes a todo. Pero con Time Lord hay que hacer una excepción, pues su dominante versión defensiva lleva ahí desde el primer día aunque ahora aproveche el inmejorable contexto que le brinda el sistema para llevarlo a nuevas cimas.

Williams es el pívot perfecto para el sistema de cambios defensivos constantes que ha propuesto Udoka desde el primer día. Sin embargo, los Celtics no eran capaces de dictaminar sus partidos desde la defensa de forma consistente, lo que se traducía en que los rivales pudiesen buscar situaciones en las que Williams quedase lejos de la defensa del aro. Ahora, el tono defensivo que marca la línea exterior permite que el pívot pueda seguir cambiando cada asignación, pero también situarle en lado débil para acudir a la ayuda sin el miedo de que las rotaciones lleguen tarde.

Un buen ejemplo se pudo ver en el último partido frente a los Timberwolves, donde Jayson Tatum fue el defensor primario de Karl-Anthony Towns durante buena parte del primer tiempo en aras de evitar que ganase ventaja con su primer paso al mismo tiempo que Robert Williams hacía las veces de corrector del hierro.

En este nuevo contexto, Robert Williams III se está demostrando como uno de los disruptores de tiro más versátiles del mundo. Apunta Kirk Goldsberry en uno de sus últimos artículos para ESPN que es el único jugador que deja a su par por debajo del 40% habiendo sido el defensor más cercano en al menos 500 ocasiones. También uno de los únicos dos interiores en emparejarse más de 800 posesiones con bases y escoltas rivales. Boston es argamasa, y Robert Williams III tiene tanta culpa de ello como cualquier otro. Una lástima de lesión la suya.

Toronto Raptors – Chris Boucher

Los Toronto Raptors son una de las propuestas de baloncesto más radicales de la liga. El exitoso experimento de Nick Nurse es el epítome de lo aposicional en la actual temporada, pudiendo situar en pista a cinco hombres capaces de defender con solvencia las cinco posiciones, generar desde el bote y amenazar con el tiro desde cualquier posición.

Pero esta versatilidad en ataque a menudo se traduce en lanzamientos ineficientes. Su facilidad para generar missmatches les hace abusar demasiado de aclarados y tiros forzados. Lo cual deviene en tener el tercer peor dato de la liga en porcentaje de tiro efectivo.

Para solventarlo, Nurse no acude a variantes que reduzcan esas jugadas individuales, sino que fía gran parte de su ataque a la creación de segundas oportunidades. Solo los Grizzlies recogen más rebotes ofensivos y convierten más puntos en segundas oportunidades que los Raptors. Toronto es el único equipo de la NBA con tres jugadores entre los 25 que más porcentaje de rebotes ofensivos capturan. Y de ellos, decido escoger a Chris Boucher sobre Khem Birch y Precious Achiwua por ser un híbrido entre ambos.

Cuando está en pista, Boucher captura el 10,8% de los rebotes ofensivos disponibles. Solo el 12,8% de Birch lo mejora. Achiuwa ha aprendido a controlar sus impulsos a la hora de echar el balón al suelo, pero sigue incurriendo demasiado en acciones en las que Toronto cuenta con unos cuantos jugadores más dotados que él. Aun firmando una muy mala temporada en el triple, la presencia de Boucher como tirador abierto o situado en el dunk spot dota a los Raptors de un esquema más reconocible y oxigenado.

Con él en cancha Toronto es 5,5 puntos mejor que su rival por cada 100 posesiones, el segundo mejor dato individual del equipo. Sin él son 0,9 puntos peores. Pese a la aparente confrontación, su mejor versión viene precisamente cuando comparte minutos con Achiwua, siendo una pareja tremendamente dominante en defensa, capaces de correr la cancha y someter por completo los tableros rivales.

No se convertirá como VanVleet en el primer All-Star de la historia después de llegar a la liga sin ser elegido en el draft. Pero Chris Boucher es otro de esos jugadores que parecen salir de la nada y que solo Masi Ujiri y su equipo parecen capaces de encontrar.

Philadelphia 76ers – George Niang

Hemos hablado de: Matisse Thybulle.

De un jugador de rol se espera que su encaje sea inmediato. En los obreros del baloncesto no hay ego que gestionar, ni habilidades extraordinarias a las que darle un sentido dentro de un todo. Simplemente sal y juega. Pero la realidad no es tan sencilla y los cimientos de un equipo se pueden resquebrajar si se falla en la elección de los jugadores que rodean a las estrellas o estos no dan el rendimiento esperado.

En los Sixers, todo lo que no se llama Joel Embiid o Tyrese Maxey ha sufrido altibajos a lo largo de la temporada. El tiro exterior de Danny Green ha vuelto a sufrir un descenso de volumen y acierto, Matisse Thybulle sigue buscando la forma de ser útil en ataque, el protagonismo de Shake Milton como líder de la segunda unidad ha desaparecido y Furkan Korkmaz va desapareciendo poco a poco de la rotación principal mientras vive el peor momento de su carrera. Incluso Tobias Harris parece perdido desde la llegada de James Harden.

Es en este contexto de irregularidad generalizada de los secundarios que el oficio de George Niang dobla su valor. El alero está logrando mantener todos sus porcentajes de carrera con un notable incremento de su volumen de tiro. Niang es el jugador de Philly que más triples ejecuta en catch & shoot donde anota un 39,5% de sus lanzamientos. Esto ya le convierte en un recurso muy útil para abrir el campo, además de estar mostrándose más agresivo con sus penetraciones que en anteriores cursos.

En defensa carece de la pericia de Thybulle, Green o Maxey, pero su labor de contención impide que sufra ante muy pocos emparejamientos directos además de ser un correcto defensor en líneas de pase y ayudas al lado débil. Niang es una oda a la normalidad bien entendida. Esa que hace de la constancia su principal valor y que últimamente no abunda en los Sixers.

Brooklyn Nets – Eric Adams

Cuando Sean Marks anunció a principios del pasado mes de octubre que Kyrie Irving no participaría en ninguna actividad presencial con los Brooklyn Nets a menos que este decidiera vacunarse, quedaba claro que la franquicia ponía su futuro en manos de terceros. A poco que se acuda a los antecedentes de Irving, los cuales han ido in crescendo en tiempos recientes, quedaba a las claras que no había vuelta atrás una vez tomada en firme la decisión de no vacunarse.

A la organización neoyorquina, al jugador y a su entorno de repente les dio por creer en la democracia. Las elecciones a la alcaldía de Nueva York anunciaban un cambio de mandato, y los Nets confiaron en que Eric Adams sería su salvador. Durante semanas los círculos cercanos a la franquicia depositaron sus esperanzas en que el traspaso de poder supusiese reblandecer las restricciones que impedían jugar a Irving.

El flamante nuevo alcalde no tardó en dejar claro que la desaparición de estas normativas no era una opción, suponiendo que los Nets apretasen el gatillo para permitir a Kyrie jugar al menos los partidos fuera de casa. Una vez renunciados los principios que parecían esgrimir a inicios de curso y solucionado el tema Harden, los esfuerzos de los Nets se dirigieron en su práctica totalidad a mellar la resistencia de Adams.

El alcalde tomó una postura conciliadora ante el reguero de dardos que el equipo de Brooklyn lanzaba sobre él. “Yo soy el primero que quiere ver a Kyrie jugar y a los Nets ganar el anillo. Pero estaría mandando un mensaje equivocado a los ciudadanos de Nueva York” decía a finales de febrero.

Desde entonces el tono de beligerancia aumentó exponencialmente en ambos bandos. Por el camino, la legislación del estado de Nueva York levantaba el veto que impedía la entrada de personas sin vacunar a recintos públicos cerrados. Pero tras un primer malentendido, Adams enfatizaba que la nueva normativa solo afectaba al sector público y que los trabajadores del sector privado seguían sin poder desarrollar su actividad laboral en recintos públicos cerrados. Dando pie a la variopinta escena de Irving acudiendo a un partido de los Nets como público mientras se le impedía disputar el mismo.

La manifiesta incongruencia provocó que cada intervención de un miembro de los Brooklyn Nets ante la prensa fuese dirigida a señalar lo absurdo de la situación. Kevin Durant incluso llegó a pedir la dimisión del alcalde. Para terminar de echarle leña al fuego, la franquicia contrató los servicios de The Parkside Group, un lobby enfocado a la resolución de asuntos públicos que los Nets utilizarían para redoblar su presión sobre Adams.

No iba a hacer falta, porque el inminente inicio de la temporada regular de la MLB le iba a hacer el trabajo sucio a los Nets. Después de que la liga de beisbol al fin alcanzase un acuerdo para su nuevo convenio colectivo, Eric Adams se apresuró a redactar una excepción para permitir que los artistas y deportistas de élite entrasen en recintos abiertos al público.

Irving y los Nets no pesaban lo suficiente en la balanza para restregarle a toda la población del estado de Nueva York que siempre hubo clases y clases. Pero la importancia económica y social de los New York Yankees le han hecho torcer el brazo. Si la NBA se relaciona por inercia con el progresismo de los Demócratas; la MLB es la Major más asociada al conservadurismo Republicano; dando como resultado un porcentaje de jugadores vacunados mucho menor que el que vemos en la liga de baloncesto. Por si fuese poco Steve Cohen, dueño de los Mets, donó 1,5 millones de dólares para sufragar la campaña electoral de Eric Adams, es lógico que este no quiera morder la mano que le da de comer.

Cuando alguien pregunte cómo de férreos son los ideales que la NBA y sus miembros, este episodio puede ser uno de los más ilustrativos en la historia reciente de la liga.

(Fotografía de portada de Michelle Farsi/Getty Images)


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