D’Angelo Russell: cuando salir de los Lakers se convierte en un regalo

D’Angelo Russell vive un momento dorado como profesional. Por un lado, se ha convertido en uno de los ejes principales de, con casi toda probabilidad, el conjunto que más victorias inesperadas está logrando de toda la liga. Los Nets, cuya plantilla a priori no parecía de las más potentes de su Conferencia, han acabado cosechando un buen puñado de victorias, incluso cuando las cosas se pusieron más feas y dejaron de contar por lesión con su killer Caris LeVert.

Por otro lado, y para premiar ese extraordinario rendimiento individual —aunque se haya producido por lesión de un compañero— Russell se ha convertido en All-Star, una cota que seguramente pocos habrían creído que alcanzaría cuando se encontraba defenestrado en los Lakers de la temporada 2016-17. Allí vivió tiempos realmente complicados. Primero, porque siempre estuvo la sombra de que los angelinos debieron haber elegido a Jahlil Okafor como elección del Draft; y segundo, porque Russell nunca dio la sensación de irse adaptando al mundillo inherente de la disciplina de oro y púrpura.

Tal fue su falta de complicidad con el ambiente angelino y, también, con el resto de sus compañeros, que el base se vio envuelto en una polémica peligrosa con Nick Young. Entonces, Russell grabó un vídeo en el que Young hablaba de diversas mujeres sin que Young —comprometido por aquellos tiempos con Iggy Azalea— supiera que estaba siendo grabado. El vídeo acabó en Snapchat y posteriormente en más redes sociales sin que Russell fuera consciente de ello en primer término.

Ese hecho fue la gota que colmó el vaso, y generó que los Lakers decidieran que era buena idea dejar de contar con los servicios de su point guard, que tampoco acababa de ofrecer un buen rendimiento en pista tras dos cursos con el equipo.

Brooklyn, a sus brazos

Cuando llegó a los Nets, Russell vio el cielo abierto. Por aquel entonces, el joven jugador se mostró tan aliviado con el cambio que llegó a señalar su intención de dejar un legado en la franquicia neoyorquina. «Hay muchas oportunidades aquí. Es una organización en crecimiento. Nadie sabe realmente cómo es este equipo. Siento que con el personal y los jugadores que tenemos, podemos trabajar juntos para que el esfuerzo se convierta en algo. Ganar en Nueva York es diferente. Y aquí en Brooklyn el apoyo de los aficionados es increíble”, dijo tras su llegada.

Aunque entonces parecían palabras peregrinas, Russell no se equivocaba. Tenía claras sus intenciones y cómo desarrollarlas. Con el paso del tiempo, su figura ha ido creciendo en los Nets. Y ahora, al lado de un Kenny Atkinson que corrige absolutamente cada detalle del juego, lanzamiento y posicionamiento de Russell, parece haber encontrado la estabilidad y tablas necesarias para mostrar toda la capacidad de su juego.

Los jóvenes en Lakerland

Ahora Russell es un tipo maduro. Joven, pero con ya cierta experiencia en las espaldas. Y puede mirar hacia atrás con la seguridad de que los deberes empiezan a estar bien hechos. Plantear que su salida de los Lakers fue el paso que necesitaba su carrera para explotar empieza a resultar una afirmación del todo acertada.

En una magnífica entrevista con Bleacher Report, Russell ha expuesto la sensación que pueden estar viviendo Kyle Kuzma, Brandon Ingram o Lonzo Ball al ver cómo sus nombres han sido punta de lanza en la oferta hecha por los Lakers a los Pelicans para hacerse con Anthony Davis. Magic Johnson, en un ejercicio de all-in más propio del póquer que del baloncesto, acabó ofreciendo al recién despedido Dell Demps, ex manager general de los Pelicans, un paquete de jugadores que iba creciendo con el paso de los días. Y, en todos ellos, siempre había algún joven metido en el ajo. O incluso los tres de golpe.

Russell pasó por esa sensación de estar en el disparadero. Sabe que la confianza en uno mismo acaba minándose, porque se trata de jugadores aún faltos de batalla en situaciones de este tipo. Es el momento de confiar en ellos y no de usarlos a las primeras de cambio en negocios que ni llegan a fructuar, sin ni siquiera darles el tiempo suficiente como para que muestren de qué pasta están hechos. Es un asunto peliagudo manejar diferentes caracteres y crecimientos personales en situaciones deportivas límite como esta.

«No me puedo imaginar lo que están pasando», señala. «Si los Lakers no me hubieran traspasado entonces, lo habrían hecho ahora. Y tendría que estar atravesando por lo que están pasando ellos ahora [refiriéndose a Kuzma, Ball e Ingram]. [Salir de los Lakers] es lo mejor que le ha pasado a mi carrera».

Desde luego que por números, a Russell le ha venido bien el cambio de aires. El base ha optimizado su manera de anotar, convirtiéndose además en el faro del ataque del equipo. Genera y hace generar. Como asistente está en los mejores guarismos de su carrera. Su visión del juego tiene un tinte periférico que le permite maximizar la aportación de sus compañeros. Y eso, en una plantilla no tan repleta de talento como otras muchas de la liga, es oro puro.

(Fotografía de portada de Sarah Stier/Getty Images).


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