Los jugadores NBA se han marcado un all-in histórico con el movimiento Black Lives Matter. Dentro de una competición en la que entre un 74 y 81 por ciento de protagonistas son negros —hablamos solo de jugadores—, no se iba a dar un paso atrás. Desde la National Basketball Player Associationse aceptó retomar la temporada 2019-20 pero con condiciones: que la reanudación sirviera para poner en marcha iniciativas de justicia social. Nada de solo palabrería, marketing bien queda y si te he visto, no me acuerdo. Querían compromiso de verdad y Adam Silver así lo concedió. De hecho, la propia NBA se alistó también en la batalla y, entre otras muchas acciones, pintó sus canchas para la ocasión.
Nos sabemos casi de memoria el santo y seña de los jugadores en este asunto; que no por repetitivo es menos legítimo. Al contrario, de hecho. El caso es que los entrenadores también formaron una patrulla de lo más belicosa a favor de la causa. No se ha escrito demasiado sobre ellos, así que allá que vamos.
Cómo no, los guerreros de toooooooda la vida —que diría Guillermo Giménez— fueron los más ruidosos. Como Greg Popovich, quien tan pronto muestra una sonrisa como quiere sacarle las tripas a alguien con sus respuestas. “Esto no es diferente para mí, es lo mismo que para cualquier otra persona a la que le importe la justicia y que pueda empatizar con el hecho de que la justicia ha sido negada a un grupo de personas durante demasiado tiempo. Y ya está bien. Todo el mundo está cansado de ello, especialmente el grupo de gente que ha sido denigrada y atacada durante tanto tiempo. La gente que no entienda lo que es Black Lives Matter o que se sienta ofendida por ello son simplemente ignorantes”, decía el jefe de los San Antonio Spurs. Entre pulla y pulla a Donald Trump, los mensajes de Pops pueden resultar conmovedores. Hasta él mismo derramó alguna lágrima con esas palabras hace algunos días.