El precio a pagar por ser MVP en la actual NBA

¿En qué momento comenzamos a hablar de ‘la NBA moderna’? Es difícil situar el punto exacto en el que la liga entró en la edad ...

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Por David Sánchez

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¿En qué momento comenzamos a hablar de ‘la NBA moderna’? Es difícil situar el punto exacto en el que la liga entró en la edad contemporánea. La etapa por la que actualmente pasa la competición está definida, entre otras cosas, por la explosión ofensiva y la inflación estadística que conlleva un repunte de ritmo inédito desde finales de la década de los 80. Pero si se denomina a la vigente como la ‘era del triple’, convendría situar el antes y después en la aparición de la dinastía que lo cambió todo. Los Golden State Warriors de Stephen Curry ganaron su primer anillo en la temporada 2014-2015 y su estrella alzó el MVP, siendo el último jugador que levanta ambos galardones el mismo año.

Desde entonces, ninguno de los denominados mejores jugadores de la temporada ha logrado siquiera situar a su equipo en las finales de la NBA. Esta racha de cinco temporadas consecutivas es ya la más larga de la historia de la liga. Nikola Jokic, recientemente premiado MVP, tiene en sus manos acabar con ella, pero su equipo marcha perdiendo 2-0 en las semifinales de la Conferencia Oeste contra Phoenix Suns. El serbio es justo el punto que da pie a esta reflexión, pues la excesiva carga física y creativa que la temporada le ha demandado llega ahora a su punto álgido. Jokic sigue jugando a un nivel altísimo, pero los Suns están logrando reducir su impacto en el juego hasta hacerle parecer agotado por momentos.

Existen dos argumentos clave para explicar el actual rendimiento del pívot estrella de los Nuggets. El primero pasa por la exhaustiva preparación defensiva que han desplegado los Suns contra él. Los Blazers ya hicieron un buen trabajo alejándole de la canasta a través de Nurkic, pero la telaraña dispuesta por Monty Williams ha alcanzado el siguiente nivel. Deandre Ayton está consiguiendo frenarle en el uno contra uno sin incurrir en problemas con las faltas, y Jokic apenas está recibiendo con ventaja debido a las trampas y rotaciones de Phoenix.

El segundo punto está en el cansancio que acumula Jokic después de una durísima temporada en la que ha jugado todos los partidos registrando su récord de minutos en pista por noche. No solo eso, sino que su uso en pista ha aumentado también en torno al 3% y el juego de los Nuggets depende de él más que nunca. Aún más si cabe tras la lesión de Jamal Murray.

Normalizando la barbarie estadística

De todas formas, pese a ser el mejor pívot pasador de la historia a nivel numérico, el uso en pista de Jokic está muy por debajo de sus predecesores como MVP. El 29,6% de jugadas que terminan con tiro, asistencia o pérdida del serbio palidecen frente al 37% de Giannis la temporada pasada, el 40% de James Harden en la anterior o el 41,7% de Westbrook en su temporada como Jugador Más Valioso. Todas ellas encuadradas entre las diez temporadas de mayor absorción individual de la historia, lista que corona la mencionada temporada de Rusell.

Rendir a nivel MVP en la actual NBA requiere de un desgaste monstruoso. El caso de Harden es paradigmático, pues las críticas se han cebado con él por llegar fundido a los tramos importantes de playoffs. Prodigios físicos como Westbrook o Antetokounmpo pueden sufrirlo menos, además de que el segundo ha estado rodeado de un conjunto que funciona como un reloj en temporada regular. Aún así, la temporada pasada Giannis tuvo que abandonar las finales de la Conferencia Este por lesión. Precisamente Curry tuvo problemas de lesiones en los dos playoffs que sucedieron a sus temporadas de MVP.

El fenómeno es también extensible a los inmediatos perseguidores en la lucha por el premio. A los nombres mentados se suman estrellas como Luka Doncic, que encadena dos temporadas de uso histórico. El de los Mavs ha protagonizado unos playoffs a un nivel altísimo en los que ha sido la única razón de forzar a Los Angeles Clippers hasta un séptimo partido. Serie durante la cual Luka ha sufrido percances en su cuello y ha llegado fundido a algún que otro tramo final. Damian Lillard también ha sufrido achaques similares en pasadas campañas.

Prevenir antes que curar

Visto lo visto, se entiende mejor la decisión que tomó Kawhi Leonard nada más llegar a Toronto. Por criticado que haya sido su load management, desde entonces el jugador ha logrado llegar fresco y apartado de sus problemas de lesiones a todas las postemporadas. Llevándose un anillo y un MVP de las finales por el camino. Cosas como esta hacen admirar aún más la gesta de LeBron James de mantenerse 18 años consecutivos en la lucha por el premio a la vez que amenaza con ser el jugador de más volumen de minutos de siempre.

Aunque sea una obviedad, conseguir el MVP no resta oportunidades de anillo. Pero sí parece difícil optar al premio sin protagonizar cursos de producción y agotamiento mastodónticos. Cada vez es más usual que los mejores jugadores del mundo renuncien a ese protagonismo y tiendan puentes con otras estrellas. Como han hecho Kevin Durant, Anthony Davis, Kawhi Leonard o James Harden. Lo cual quizás nos lleve a la primera generación sin MVP de temporada regular y finales en el mismo año. A menos que Nikola Jokic le ponga remedio vamos camino del octavo año sin que esto ocurra.

(Fotografía de portada de Matthew Stockman/Getty Images)

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