Jayson Tatum o ‘cómo matar el proceso’

Una muñequera morada a la altura del antebrazo fue el complemento elegido por Jayson Tatum para honrar la memoria de Kobe Bryant. Como muchos de nosotros creció idolatrando la figura de la leyenda de los Lakers. Mientras se convertía en uno de los mejores talentos emergentes del país, llegaba al gimnasio todos los días a las seis de la mañana con el propósito de incluir en su repertorio otro movimiento más de la interminable nómina de recursos de Kobe.

Cuando fue seleccionado en la tercera posición del draft de 2017 por los Celtics, su juego era un boceto en carboncillo del de Bryant. El fadeaway con una pierna ligeramente elevada o su lanzamiento en suspensión tras paso lateral. Todos los ingredientes de la receta estaban allí.

Poco después, Tatum cumpliría uno de sus sueños. No solo conocería a Kobe sino que entrenaría junto a él después de su primer año en la NBA. El escolta vio en él un reflejo de sí mismo y un digno sucesor. Durante un verano le ofreció su cobijo y le enseñó una parte de sus secretos. No con la intención de construir una pequeña versión de sí mismo, sino de pulir un diamante que, posteriormente, ha sabido reconvertir su juego hacia un estilo propio y personal.

Rápidamente nos trasladamos al domingo 23 de agosto. El día en el que Kobe Bryant habría celebrado su 42º cumpleaños supuso una fecha agridulce a causa del dolor de su muerte todavía latente. La leyenda angelina no estuvo presente pero Tatum se encargó de canalizar el que posiblemente sea su sello de identidad: la Mamba Mentality.

La joven estrella de los Celtics continuó con su búsqueda personal de la grandeza y por momentos se transformó en una especie de reencarnación de su principal inspiración. Curiosamente, ante unos 76ers que comparten con Kobe su lugar de nacimiento. Tatum finalizó el partido con 28 puntos, un 55% en tiros de campo, 15 rebotes y 4 asistencias. Unos números que tan solo Larry Bird y Dave Cowens habían logrado igualar con la camiseta del Orgullo Verde en la historia de los playoffs. “Todo el mundo sabe lo que [Kobe] significaba y sigue significando para mí. Él es mi motivación extra cuando salgo a la cancha. Siempre lo será y trató de enorgullecerlo”, admitiría el alero. Si añadimos a la ecuación la única pérdida de balón sufrida la lista de actuaciones previas similares se reduce a Tim Duncan, Chris Webber, Charles Barkley y Patrick Ewing. Una actuación ‘Hall of Fame’ protagonizada por un chaval de 22 años. A su vez, los Celtics completaron el sweep sobre Philadelphia en una serie que solo tuvo un color: el verde. De la suerte o de la esperanza, según se mire. El negro, de los 76ers, de carácter fúnebre.

Y es que la mejor y más completa versión anotadora de Tatum ha enterrado un proyecto tan genuino y desaprovechado como el de los de Pensilvania. La lesión de Ben Simmons supuso un duro golpe por partida doble: perdieron a su mejor pieza exterior y también al único jugador de la NBA que ha demostrado una y otra vez poder neutralizar a Tatum. Una ausencia que significó que el alero afrontara la serie explotando al máximo su libre albedrío y desatándose en todas las facetas del juego.

Un factor decisivo que ha puesto de manifiesto que Tatum se ha convertido ya en mucho más que en un simple anotador. Gracias a Brad Stevens y la diversificación de medios de su sistema, ha evolucionado hacia una definición más cercana a la de jugador completo. En los cuatro partidos de la serie pudimos presenciar las diversas facetas del All-Star. La más solidaria en los Game 2 y 4, con cinco y cuatro asistencias. Otra, más incidente en el rebote, en el primer y último duelo, en los que registró 13 y 15 capturas, respectivamente. Sus ocho triples en el segundo encuentro ponen de manifiesto su peligrosidad en el perímetro, donde destrozó las líneas defensivas rivales junto a Kemba Walker y Jaylen Brown. Además, los constantes bloqueos y pantallas de sus compañeros y cambios de asignación lo han convertido en un jugador productivo en el poste bajo. Los 76ers no estaban listos para defender a un Tatum reconvertido en ‘4’ –paradójicamente la posición en la que Brett Brown había incidido con Ben Simmons– y este mostró una sensación de comodidad y control de cada posesión que no había exhibido hasta el momento. Una superioridad que le permitía hallar a Jaylen Brown en la esquina o arrastrar a Embiid para que Daniel Theis castigara bajo el aro o desde la línea de tres puntos. Por si fuera poco, su presencia en pista también supone un impacto importante en el apartado defensivo. Una ecuación sin respuesta que ahora deberá resolver Nick Nurse y su reciente condición de Mejor Entrenador del Año.

Obviando una vez más la importante baja de Ben Simmons, la sensación generalizada es que Jayson Tatum, asentado sobre el magnífico trabajo entre bambalinas de Brad Stevens, controló la eliminatoria ante los 76ers de principio a fin. Brett Brown ha sido el primer damnificado tras confirmarse su destitución. Tatum construyó esa situación. Cimento la gloria y ajustició al rival. Sin piedad pero sin soberbia. Como hacen las leyendas. Cumplen los retos. Superan obstáculos. Eliminan equipos. Matan procesos.

(Fotografía de portada de Kim Klement – Pool/Getty Images)


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