La penúltima oportunidad de Anthony Bennett

“Simplemente necesito volver a ser el jugador que fui en la universidad. Allí jugaba con una sonrisa en mi cara. Era divertido, no tenía preocupaciones, corriendo de arriba a abajo. Hay un montón de cosas que puedo intentar volver a hacer”.

Anthony Bennett acababa de terminar su primera y desastrosa carrera como profesional. Era mayo de 2014, a pocas semanas de que LeBron James anunciara que volvía a Cleveland. Los Cavaliers habían asistido atónitos al fracaso de su elección en el Draft de justo un año antes. No se trataba de una cualquiera, sino del nº1 del Draft, puesto que había ocupado Anthony Bennett en la ceremonia de 2013.

El ala-pívot canadiense tiene algunos logros para la historia de la NBA, y casi ninguno bueno. Ese curso 2013/14 supuso la confirmación de un error, el cometido por Chris Grant y Mike Brown. Ambos, General Manager y entrenador de los Cavaliers, fueron los responsables de tirar por la ventana la primera elección del Draft. Y ambos pagaron, más tarde Brown que Grant, con sus cargos.

Bennett fue en la 2013/14 el quinto nº1 del Draft de la NBA en no entrar ni en el primer ni el segundo equipo ideal de novatos, algo sólo al alcance de otros grandes fiascos históricos como Kwame Brown o Greg Oden. Se había convertido, eso sí, en el primer canadiense de siempre en ver su nombre en pole position del Draft, uno de los pocos hechos positivos de aquella nefasta noche.

Los Cavaliers optaron por Bennett cuando todos los factores lo desaconsejaban. El que más, una lesión de hombro con cirugía incluida que había dejado al ala-pívot de la UNLV  fuera de las pistas en los últimos partidos de su único curso académico en el centro.

Bennett no hizo trabajo previo de Draft con franquicias y tampoco se cuidó demasiado en el postoperatorio. Su tendencia al sobrepeso la alimentó con su predilección por las pizzas y otra comida basura que, unido a las apneas, dejaba a un jugador sobre la pista completamente agotado, jadeando. Un chico de 19 años que no podía resistir el ritmo de la NBA y que lo pagó con un mediocre año de novato en Cleveland.

Tres cursos, tres equipos, tres fracasos

De Ohio pasó en el verano de 2014 a Minnesota y en septiembre de 2015 abrazaba la posibilidad de volver a ser él en la ciudad donde nació. Bennett había perdido la confianza con dos campañas pésimas en los Cavaliers y en los Wolves y creía que con los Toronto Raptors todo podía ser mejor. Simplemente sucedió  lo contrario: Bennett era cortado a finales de febrero, con ridículos números en su bolsillo (1,5 puntos y 1,2 rebotes por noche) y un paseo por la D-League, en las filas de los Raptors 905 que le valió para volver a entrar en la historia de la NBA. Y otra vez por algo malo. Con este descenso a la D-League, Bennett se convertía en el primer nº1 del Draft en disputar esa competición.

La confianza llegó en Brooklyn

En la última recta de la 2015/16 Bennett parecía un proyecto acabado. No había conseguido brillar en ninguno de los tres planteles donde había tratado de buscarse su sitio en la NBA; ni pudo mantener una sólida regularidad. Nada, de nada. Bennett no había demostrado merecer un sitio en la NBA y la sombra de ser el nº1 del Draft le estaba consumiendo.

De modo que no le quedaba más que trabajar y trabajar si quería enseñar a los rectores de alguna franquicia que tenía nivel, que algo quedaba de aquellos 35 partidos en la NCAA, de aquellos promedios de 16,1 tantos y 8,1 capturas.

Y se puso manos a la obra. Cuidó su alimentación como jamás lo había hecho, bajó considerablemente el peso y a principios de verano, con las eliminatorias por el anillo de la NBA todavía en liza, trabajó tres semanas con los Nets. Los de Brooklyn eran un escenario idóneo para la reconstrucción de Bennett, en una franquicia condenada sin elecciones de Draft y en la que cualquier fichaje debía ser visto como una oportunidad. Kenny Atkinson, su entrenador, así lo consideró cuando firmó a Bennett por los Nets. “Cada jugador que firmemos por la razón que sea debemos convertirlo en una buena primera elección de Draft”.

Sus mejores números como profesional

El 29 de octubre pasado, Bennett debutaba con su cuarta camiseta en otras tantas temporadas en la NBA. Lo hacía con la de los Brooklyn Nets, destinados a caer en un gran número de partidos esta campaña y que buscan en tipos con el ala-pívot canadiense, razones para la esperanza y el futuro. Porque Bennett, a pesar de su extensa y fallida trayectoria, sólo tiene 23 años, un joven perfil que todavía puede dar mucho en la NBA.

Bennett ha sufrido, pero todo ese relato lo coloca en el pasado. Eso sucedió y ya está, aunque dejó un poso amargo, que todavía flota cuando suena su nombre. Ese poso de fracaso, de no dar la talla.

“Quiero demostrar que puedo jugar y aprovechar mis oportunidades sabiamente. La gente dudó de mí, se dijo que no tenía nivel. Sólo trato de jugar de manera consistente y aprovecharme de esta oportunidad. Siempre estoy listo”.

Bennett ha promediado en sus 10 primeros duelos con los Nets 5,3 puntos y 2,6 rebotes, nada del otro mundo, nada reseñable para un nº1 del Draft, pero sí para el canadiense, que presenta con esta hoja estadística sus mejores números de siempre en la NBA. Son precisamente estos fríos números los que hablan mucho de cómo han sido los días de Bennett en la NBA desde que aterrizara en 2013. Pero a la vez indican que algo bueno puede venir.

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A pesar de que la mayor parte del tiempo que ha pasado en pista ha correspondido al garbage time, a los minutos de la basura, las sensaciones que obtiene Kenny Atkinson de su trabajo son notables.

“Ha sido una placentera sorpresa ver a Bennett salir y ayudarnos. Le seguiremos de cerca. Vamos a seguir analizando nuestra rotación y, realmente, queremos darles a todos nuestros chicos una oportunidad. Cuando vemos algo reseñable en un entrenamiento y cuando alguno de nuestros chicos necesite un descanso, saldrán otros que podrán ganarse sus minutos”, declaró el técnico tras la derrota ante los Blazers de unos días atrás.

“Me gusta lo que muestra cuando tiene la ocasión. Deja claro que trabajó muy bien durante la post-temporada. Él está preparado”, afinó su compañero Brook López.

Bennett ya ha registrado partidos de 25 minutos y 7 puntos y 9 rebotes o de 21 minutos y 12 tantos y 3 rebotes. Buenas señales de que hay algo que se puede hacer de aquí en adelante. “Ahora estoy muy centrado en lo que como, vigilo mi dieta, me cuido más”. Bennett pesa unos 10 kilos menos que en sus días oscuros . Tiene que mejorar aspectos como los tiros libres y pujar por más minutos en la rotación de Atkinson, pero tiene todo a su favor. Y dispone, por encima de minutos, de victorias o de puntos logrados, de algo que no le habían dado en otros lugares. En Brooklyn confían en Bennett.

“Estamos en su proceso de construcción. Todo alrededor de Anthony es confianza. Estamos construyéndole y diciéndole: ‘Eres un buen jugador y tienes futuro en esta liga’. Palabras de Atkinson.

Justo lo que nadie supo, quiso o pudo transmitirle. La NBA suele conceder vidas extra a los proyectos desencaminados. Pero extra no significa ilimitadas. Bennett lo sabe. Por eso quiere exprimir esta nueva esperanza. Y en ella se incluye su etapa en los Long Island Nets de la D-League, donde Bennett ha sido asignado este mismo domingo, dentro del citado proceso de construcción que Sean Marks y Kenny Atkinson han dibujado para el de Ontario de cara a los próximos meses.


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