La redención de Carmelo Anthony

El balón ha sido el hábitat natural de Carmelo Anthony desde que recaló en la NBA hace casi dos décadas. Sus manos han tocado, acunado y mimado la aclamada esfera naranja en infinitas ocasiones y situaciones muy dispares.

El contexto fue nuevo para él en esta ocasión y varias acciones selladas con su firma ayudaron a los Blazers a mantener vivas sus esperanzas de playoffs tras imponerse a Houston en vibrante duelo.

El de Brooklyn emana brillantez ofensiva y caudal anotador por cada uno de los poros de su piel. Pero también comprobó que sus capacidades pueden llegar a ser igual de determinantes en otras facetas no tan exploradas. Nunca conocido por ser un excelso taponador, Anthony neutralizó un triple de P.J. Tucker con el partido empatado a 100 y tres minutos por jugar. Certero desde el perímetro pero lejos de ser considerado un especialista, anotó un triple vital que le regaló a los de Oregon un colchón de cinco puntos a 54 segundos para el final.

Un guión muy lejos de las directrices ‘hollywoodienses’ pero que completó un episodio especial por el rival que tenía enfrente. Unos Rockets que se habían deshecho de él hace casi dos años tras apenas diez partidos. Esos últimos minutos captaron el momento preciso en el que Carmelo, a sus 36 años, vivió su particular redención y agradeció a los Blazers por la oportunidad ofrecida a alguien al que muchos ya daban por muerto.

“Cuando lo firmamos todos tenían algo que decir sobre él”, afirmó Damian Lillard. “’¿Qué va a hacer en defensa? Se está haciendo mayor y está acabado. ¿Dónde va a encajar?’ Todos tenían algo que decir y por qué no funcionó en otros equipos.”

Los Blazers firmaron al diez veces All-Star a principios de temporada con el fin de intentar paliar la desarbolada pintura del equipo. Sin Jusuf Nurkic, Zach Collins y Pau Gasol, la urgencia por repoblar el solar del juego interior obligó a mover ficha cuanto antes e invertir en capital de alto riesgo. La incorporación de Carmelo no solo generó dudas en torno a su capacidad de jugar como ‘4’, sino de encajar bien con un back-court liderado por Lillard y McCollum. Lejos de naufragar, el jugador respondió con creces a ambos retos y sigue siendo igual de valioso y productivo ahora que el front-court cuenta con todos sus efectivos.

“Sabe jugar en equipo. Entiende lo que necesitamos de él en ciertas situaciones. Encuentra la forma de ayudarnos. No está ahí fuera tratando de hacer las mismas cosas que hacía en Denver o Nueva York”, prosiguió Lillard. “Sabe cómo va el juego. Sabe cómo ponerse en el lugar de los demás para ayudar al equipo. Es obvio para alguien como yo que presta atención a todo. Me parece muy irrespetuoso cómo la gente habla sobre él. Es un miembro del Salón de la Fama.”

Este respeto y confianza mutua ha sido el principal baluarte sobre el que ha girado el éxito de Melo en Portland. Después de unos conflictivos últimos años en Nueva York y las infructuosas etapas en Oklahoma City y Houston, el alero fue recibido con los brazos abiertos y asimilado por el sistema de los de Oregon.

“Al principio de su carrera el balón siempre estuvo en sus manos. Ha asimilado bien su papel con su equipo», dijo el entrenador Terry Stotts. “Ahora puede ofrecer pinceladas dentro del bloque. El ama este juego. Eso es Melo. Ama el juego, ama el compañerismo y ama la NBA. En esta etapa de su carrera, puede saborear una parte diferente de la liga que no era necesariamente la misma que en momentos anteriores”.

Esta transformación deportiva ha tenido continuidad en otras dos igual de importantes y de un carácter mucho más reciente. El técnico no pudo esconder su asombro por el buen estado de forma que presentó Anthony a su llegada a Portland tras casi un año alejado de las canchas de la liga. Cuando la NBA suspendió la temporada a causa de la pandemia de coronavirus, se mantuvo igual de diligente y responsable con su estado físico. “Nunca me tomé un tiempo libre”, declaró Carmelo Anthony. “Tuve la oportunidad de combinar algunas dietas con mis entrenamientos. Descubrí lo que quería hacer. Y, lo más importante, mentalmente supe lo que tenía que hacer. Una vez pude corregir mi mentalidad todo lo demás pudo encajar.”

Esta ejemplar actitud repercutió sustancialmente en la química y el respeto generado entre el resto de componentes de la plantilla. Tan solo hay que remitirse a las numerosas pruebas de respeto, gratitud y admiración que recibió tras el encuentro ante Houston, tanto por parte de sus compañeros como de sus rivales. «Es un compañero de equipo increíble. Siempre es bueno verle hacerlo bien, jugar bien. Pertenece a esta liga. Lo ha demostrado una y otra vez”, afirmaría Russell Westbrook.

Pese a la oleada de críticas que ha tenido que escuchar durante los últimos años, Anthony insistió en que no saboreó de manera especial el triunfo ante Houston y enterró cualquier tipo de venganza poética. Lo único importante fue una victoria que permite a los de Terry Stotts mantener la novena posición de la Conferencia Oeste.

(Fotografía de portada de Kevin C. Cox/Getty Images)


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