Miami y Dallas le hacen la cobra al ‘tanking’

Tanking: dícese de la acción de dejarse ganar partidos indiscriminadamente con el fin de lograr un récord de victorias más pobre a final de la temporada y optar a una mejor posición para elegir en el siguiente Draft de jóvenes promesas.

Hacer la cobra: dícese del movimiento acompasado pero inesperado en el que dos individuos proceden a darse un beso y uno de ellos rechaza en el último momento el acercamiento mutuo pactado.

Lo de ‘hacer la cobra’ es algo que cobró relevancia en España en 2016 con Chenoa y David Bisbal, pero lleva sucediendo toda la vida en las discotecas de todo el planeta. En la NBA, que a algunos nos gusta extrapolarlo todo, es un fenómeno que no es tan usual pero al que conviene darle valor dada la gallardía que hace falta para ello.

Si los equipos a los que, pasados -por ejemplo- 40 ó 50 partidos, no se les ha dado bien eso de conseguir victorias fuera dejándose ir hasta el final de la fase regular, esto perdería credibilidad. El tanking es una práctica conocida y que no es ajena, sobre todo en los últimos tiempos, pero no por ello deja de haber grupos de jugadores con integridad suficiente para no conformarse con una situación que a la franquicia, sinceramente, le sería favorable.

‘Trust the process’

El ejemplo de Philadelphia 76ers es deshonroso. Ahora están en la cresta de la ola y una buena parte de la afición a la Asociación está detrás de ellos, gozando ese asalto a los cielos tras estar en el infierno. Cuando se daban al tanking más que al ron, y no fue por un periodo corto de tiempo, a algunos les parecía una burla macabra y una manera de desprestigiar el funcionamiento de la liga. Ahora esos «algunos» aplauden (y no hay nada malo en ello) por lo bonito que tiene esta historia, ese componente emocional de ver a un equipo pasar del 0 al 100.

En el artículo que un servidor escribió sobre los Sixers a principios de esta temporada se leían algunos comentarios en el foro que se quejaban al ver que esta renovada pero no nueva técnica del tanking llevada al extremo podía sentar precedente y convertirse en una tendencia que hiciera más aburridos los partidos que tuvieran en juego a algunos de esos equipos con ansias de renovación. La rabieta también es lógica.

Esta dualidad entre ir a ganar o ir a perder cuando ya estás en el pozo no debería verse como aspecto negativo. La NBA es una competición construida con habilidad y con una columna vertebral bien asegurada. Y las perrerías y pillerías, los atajos, tampoco los han inventado Sam Hinkie y sus amiguitos, no nos engañemos.

Heat y Mavericks, caminos (muy) paralelos

2011 no queda tan lejos. En aquel año, Miami y Dallas se disputaban -al igual que en 2006- el trono por ver quién reinaba en la mejor liga del mundo. Mark Cuban por fin lograba el título. Pese a que ambas franquicias seguirían dos senderos distintos en los años venideros, unos haciendo bueno el reclutamiento de LeBron James y otros resistiendo en la dura parte media de la Conferencia Oeste, ahora vuelve a estar en el mismo punto. Eso sí, muchísimo más bajo que por aquel entonces.

Este paralelismo se ve en dos jugadores, dos ejemplos de lo que está suponiendo esta pequeña remontada en las respectivas temporadas de Miami y Dallas. En la ciudad de Florida está triunfando Okaro White, imbatido en la NBA en el momento de la redacción de este artículo (10-0). En la ciudad de Texas el que se está saliendo es Yogi Ferrell, que igualó el viernes el récord NBA de más triples anotados en un partido como novato (9/11). ¿Lo que les une a aún más? Ambos jugadores están en estos equipos luchando por una próxima renovación, ya que están en el segundo ciclo de 10 días como temporeros. Más que meritorio.

A 4 de febrero, el balance clasificatorio de ambos equipos es idéntico: 20-30.

Sostén y explosión en Miami

El caso es de sobra conocido. De los que mucho suelen pasar y poco puedes evitar. Las lesiones. Son un lastre. En un punto del pasado mes se acumularon en el mismo momento las bajas de Tyler Johnson, Josh Richardson, Hassan Whiteside, Josh McRoberts, Justise Winslow y Chris Bosh. Así, difícil. En ese punto se pensó que los Heat estaban comenzando a pensar en el tanking, ya que las lesiones de McRoberts y Winslow eran impredecibles en el tiempo pero los partes de la franquicia hacían ver que no volverán a jugar en lo que resta de campaña. Pero era una mera cábala, ya que son el único equipo de la liga con una racha victoriosa activa tan larga como la suya.

No es el único factor para haber estado tan abajo. La reconstrucción se daba por la salida de Luol Deng (Lakers) y Dwyane Wade (Bulls) y el delicado estado de salud de Chedo Bosh. Eso supuso derruir el estable conjunto que había logrado tras la salida de LeBron James. Este año, con una plantilla más floja, están haciendo malabares y parece que el público arranca a aplaudir.

Si en los primeros partidos veíamos a un Whiteside dominante y tintes de importancia en McGruder, en los partidos de la resurrección están siendo jugadores como James Johnson, Dion Waiters o Wayne Ellington los que están sacando la cara por todos. Jugadores que llevan más tiempo y experiencia pero no tanta participación e influencia como en sus carreras deberían haber tenido. Un caso contrario al de su «gemelo» Dallas.

Aún falta por sortear el trade deadline, donde se espera que estén activos. Goran Dragic, el que más tiros se juega, uno de los que más cobra y el líder en puntos y asistencias, está en el ojo del huracán. Derrick Williams, también dentro de la rumorología, serviría como movimiento menor. Se muevan o no, van de camino a salvar el honor de una franquicia con 3 campeonatos en los últimos 11 años.

Sostén y explosión en Dallas

En los Mavs tienen menos excusa. Si debemos asemejarlo a algo, podría ser a la última etapa de Kobe Bryant en los Lakers pero con Dirk Nowitzki. Suena duro, pero es la comparación más verosímil. El contrato del genio alemán no permite absorber otros de estrellas emergentes y habrá que esperar a su retirada para ver qué depara a Dallas Mavericks.

Como todo, no es lo único. Si hablamos de contratos lucrativos que no corresponden al rendimiento, Andrew Bogut se lleva la palma, ya que son más de 11 millones por haber jugado la mitad de los partidos (25 de 50). Ahí, en la posición de pívot, se abrió un agujero que Salah Mejri ha intentado pero no ha sabido cubrir.

En el apartado de lesiones, el puesto de bases es el más castigado (Deron Williams, Devin Harris y José Juan Barea) pero es el que mejor está respondiendo a los golpes. Seth Curry, el hermanísimo, se está quitando la presión a partidazos. Y lo explicado de Yogi Ferrell, que está llamando a la puerta tanto que le van a tener que dejar entrar.

Lo positivo para los Mavericks, dejando de lado las victorias y las derrotas, es que tienen en Harrison Barnes a una estrella. Está respondiendo a los retos, se está construyendo como un líder en pista y está demostrando que sabe hacer algo más que tirar triples desde la esquina. Además está acompañado por Wesley Matthews, que tampoco fue drafteado en su día (como Ferrell) y lleva desde 2010 dando lecciones de humildad desde el arco a más de uno. Eso… y Rick Carlisle: «Somos una mierda de equipo, pero una mierda infravalorada», ha dicho esta semana. Pues quizá.


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