El ‘process’ de los 76ers sigue en punto muerto

Las piezas aún no están en el lugar adecuado. Philadelphia 76ers está incompleto. Pese a que ya están en la senda hacia un bonito futuro labrado en sangre, sudor y lágrimas, falta completar dicho proceso y poner la última teja a uno de los proyectos de franquicia más extraños que jamás haya visto la NBA.

Es una historia para no dormir. Desde que el aura y la magia de Allen Iverson dejó de pertenecer a la franquicia de Phila, los 76ers han deambulado por el desierto más seco que pueda existir, sin oasis ni brújula.

De un tiempo a esta parte, un nuevo concepto apareció como lluvia para los aficionados de una de las franquicias históricas de la liga. Estaba todo pensado, pero faltaba que llegaran los resultados. Y así ha ido pasando el tiempo hasta hoy, donde esos resultados siguen sin llegar.

La idea

Se juntaron en Houston hace más de una década dos mentes que quisieron romper con lo establecido: Daryl Morey y Sam Hinkie. Ambos fueron de los primeros en introducir en las altas esferas de una franquicia las estadísticas avanzadas como método de scouting. Morey lleva todo ese tiempo en los Rockets, pero Hinkie ha tenido un papel mucho más mediático y decisivo en lo que se ha llamado El Proceso.

Dos ingredientes tan potentes como la dinamita, impopulares como ellos solos, son los que conforman esta mezcla. Por un lado, está el tanking indiscriminado, ese fenómeno con el que se te sonroja poco la cara en comparación a los partidos que pierdes (digamos) habiéndolo consensuado previamente. Por otro, el acumulamiento de rondas de draft a lo largo de los años gracias a lo anterior pero sin saber utilizarlas con inteligencia.

Sam Hinkie llegó en 2013 y se fue en 2016. Un período de lo más tétrico en cuanto a juego y resultados, esperpéntico en algunas decisiones claves pero sorprendentemente ilusionante de cara al futuro. Con Brett Brown al mando de la plantilla, un hombre de la factoría de Popovich, y Bryan Colangelo como nueva cabeza en los despachos, alguien de un pedigrí contrastado, todo cambia. Hinkie quedará como alimentador de una leyenda, como el que se llevó por delante su propio empleo por ser fiel a una idea de negocio.

Un jugador ha personificado esta idea de la que hablamos. Ya le apodan The Process en honor a este ínclito movimiento. Es el africano Joel Embiid, que debuta esta temporada tras haber estado parado dos años por las lesiones pero que con poco ya ha logrado enamorar a muchos aficionados por lo que puede llegar a ser. Es ese sentimiento el que inspira una media sonrisa en cualquier aficionado sixer por el mundo. «¿Y si todo se pone en su sitio y esto empieza a carburar, podemos soñar en grande?», pensará algún fan.

El juego

Cuesta ilusionarse con una situación tan embarrada y en un punto tan bajo del pozo como en la que se encuentran los Sixers. Pero hay esperanza, hay mimbres con los que poder ver más allá de esta mala situación.

Brown lucha contra lo que a un grupo joven a veces le suele ocurrir, caer en el descontrol y la anarquía. Lo está focalizando en ese punto para que el equipo pase de ser un rival que juega rápido y puede dar una sorpresa en su mejor día pero no alcanza una cota mínima de regularidad para intimidar a las otras veintinueve franquicias.

Para Sergio Rodríguez es una situación ideal. Él quería probar a regresar y tiene sitio asegurado y un estilo desenfadado y con poca presión que le permite lucirse. Está haciendo buenas migas con Embiid, que acaba de llegar y ya está endiosado por ser reflejo sentimental pero también por la calidad que destila siendo pívot puro. Y con la restricción de minutos que tiene (que estadísticamente retribuye con números similares a los de Michael Jordan), Jahlil Okafor es el complemento perfecto del camerunés como ‘5’ del equipo. Y en las posiciones de ala externa, Covington será un buen suplente de Simmons cuando éste comience su carrera, Henderson es competente y McConnell, Thompson y Stauskas completan bien el roster. Eso destacando lo positivo.

Lo malo es que hay taras difíciles de quitar. De juego, como la defensa de Jah. De rodaje, como la adaptación de Dario Saric. De duda, como saber si Ben Simmons será lo que esperamos y habrá merecido la pena la espera. De progreso, como frenar las pérdidas de Embiid. De pensamiento, como el interés de Brown en que Jerryd Bayless juegue como base.

Los 76ers son agradables de ver: vivaces, con chispazos de gran calidad, a posesiones no muy largas. Sufren mucho en defensa y en hacer jugadas incompletas. Tarea de Brown, que acepta el reto.

La plantilla

Aunque se hayan hecho ajustes, no está todo lo que se necesita para triunfar. Se va en la buena senda. Este pasado mes se realizó -pese a parecer simple- uno de los traspasos con más beneficio directo mutuo para las franquicias implicadas que hemos visto en años: Jerami Grant por Ersan Ilyasova. Un ala-pívot con experiencia y cuya especialidad sea el pick&pop, algo que no le va mal a sistemas que El Chacho maneja, no puede ser de más ayuda.

Aún así, todo orbita sobre un nombre: Nerlens Noel. Está en todas las quinielas de transferibles, ya ha habido acercamientos a equipos para hacer negocio con él. ¿Por qué? Porque son tres pívots puros y hay dos huecos con minutos suficientes, no hay sitio para todos. Colangelo parece haber elegido a Noel como descarte pese a que es el que mejor defiende y el que puede jugar en ataque por encima de aro.

A lo que va encaminado parece claro: un base o un escolta de referencia. Lo están pidiendo a gritos. O un base anotador que relegue a Rodríguez al banquillo o un escolta que sea una verdadera amenaza desde fuera del arco de tres puntos. Ese es el cambio más inmediato que se debe plantear en lo que a confección de plantilla se refiere, no para que ello afecte directamente a la producción de puntos sino para reestablecer competencias de otros jugadores.

¿Qué puede esperar la afición?

Que los rezos surtan efecto. En el día de escritura de este artículo los 76ers vagan por el fondo de la clasificación con 2-10 de balance, lo que refleja sin duda lo que está siendo su inicio de temporada: un cambalache. Otro año más suman unos meses de octubre y noviembre para olvidar.

El momento que todos están esperando es el debut de Ben Simmons, la última esperanza para que el barco sea reflotado y zarpe de una vez hacia un mundo mejor. Pero reducirlo a eso sería un error, hay mucho que arreglar.

Philly está entre los diez peores conjuntos en puntos anotados y recibidos, triples, rebotes y tiros de campo. Y si vamos a la estadística avanzada es más deprimente, ya que es el peor equipo en ratio ofensivo (ORtg), margen de victoria (MOV), porcentaje de rebote ofensivo (ORB%) y ratio diferencial de calendario (SRS).

Esto no lo arregla una persona. Es tarea, como tantas cosas en esta vida, de conjugar una serie de factores potenciales que tienen y de deshacerse de patologías que sobran.


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