Mike D’Antoni: crónica de una muerte anunciada

Madrugada convulsa en la NBA. Por si fuera poco todo el revuelo mediático generado en esta semana con el ‘asunto Sterling’, hoy nos despertábamos con otro asunto destinado a ocupar portadas. No con tanta intensidad ni importancia, pero sí con esa sensación de que en la liga últimamente han pasado demasiadas cosas a demasiada velocidad.

En una decisión que se ha vendido como fugaz, Mike D’Antoni renunciaba a continuar el frente del banquillo de los Lakers. El técnico deja a sus espaldas un balance de 67-87 en la temporada y media que ha permanecido en la organización, insuficiente a ojos vista de los aficionados por mucho que desde las altas esferas del equipo se vendiera que poco más podía hacerse ante el contexto que ha envuelto a la franquicia.

D’Antoni ha tenido el honor de convertirse en el primer head coach en la historia de los Lakers que no consigue ni una victoria en los Playoffs durante sus dos primeras temporadas con el equipo, además de acumular el peor balance porcentual (43,5%) en todos los años del equipo.

Tanto Lakers como D’Antoni llevaban negociando unas cuantas semanas su continuidad. De hecho, toda esta tormenta que ha desembocado en su marcha viene porque el técnico deseaba que en lakerland se ejecutase la team option con respecto al último año de su contrato.

El objetivo de tal maniobra radicaba supuestamente en generar confianza a la hora de dirigir al equipo, sin prestar atención a las especulaciones sobre un despido inminente. Cuando incluso sobre este punto las posturas ya parecían cercanas, la situación quebró y D’Antoni pasó a ingresar la lista de entrenadores en paro.

Tras este hecho, surgen varios escenarios de análisis. El primero de todos ellos, a título individual, radica en saber qué equipo se atreverá a apostar por un entrenador que lleva demasiados años viviendo de su rédito en Phoenix. Simplemente con echar un vistazo a su recorrido en New York y Los Ángeles, cualquier GM miraría antes cualquier otro nombre en el mercado que el de D’Antoni. Otra cosa es lo que acabara finalmente eligiendo.

Otro punto crítico aparece con las intenciones de dirección que se estaban proponiendo desde el seno de los Lakers. La temporada pasada, por las aspiraciones manejadas, supuso todo un golpe en la cara para un equipo que parecía ser el candidato número uno a hacerse con el anillo; antes de comenzar el presente curso, se sabía con exactitud que el margen de éxito del conjunto oro y púrpura era escaso y habría que intentar hacer una transición lo más cómoda posible hacia momentos grupales más acordes al resumé de los Lakers.

Teniendo en cuenta la constancia de que este año era una temporada puente hacia la agencia libre de este verano, donde en las oficinas se echaría el resto por lograr el último gran roster que arropara a Kobe Bryant en la búsqueda del anillo antes de la retirada, es difícil entender un escenario en el que D’Antoni, un apagafuegos herencia de la catastrófica campaña anterior, pudiera ser el encargado de dirigir al equipo el año próximo.

Si los Lakers realmente se planteaban su continuidad, ¿entonces que iba a pasar realmente a partir del 1 de julio? ¿Se intentarían incorporaciones tan suculentas como la de Carmelo Anthony, quien no ha parado de vincularse al equipo angelino pero que no puede ni verse las caras con D’Antoni?

Estas preguntas al aire conducen inexorablemente a pensar que si se hicieran esfuerzos por crear de nuevo una plantilla competitiva, teniendo también a Bryant fuera de lesiones y con el objetivo de erigirse como contendientes, cuánto tiempo aguantaría D’Antoni sentado en el banquillo si las cosas salieran mal como justamente hace doce meses.

Si por el contrario, las oficinas de los Lakers no apostaran por tirar de talonario y moldear un conjunto potente, cuánto tiempo aguantaría Bryant o los aficionados en dejar claro que D’Antoni no era el hombre destinado a guiar al equipo. Este hipotético segundo escenario es el que se ha vivido esta temporada y ya se ha visto el resultado del mismo.

Pensar en tomar team options para continuidades es casi un producto de la ficción. El dicho popular advierte que todos los caminos llevan a Roma, y D’Antoni llevaba tiempo teniendo marcada en su brújula la dirección de la capital italiana. Su salida estaba anunciada, por mucho que la franquicia lo tape con buenas palabras hacia su ya ex-entrenador. Lo verdaderamente sorprendente de todo ello no es que se haya marchado, sino el cómo lo ha hecho. Todo un producto de saber ver él mismo que su camino ya estaba trazado.


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