El miedo, la emoción y los ‘peros’

Café caliente, madrugadas y NBA. Ha vuelto a girar la rueda y Celtics y Warriors, los grandes favoritos en sus respectivas conferencias, suman ya sus primeros triunfos de la temporada.

Lo primero que uno siente es emoción. Ha vuelto la competición de todas las competiciones, y lo ha hecho a lo grande. Dos partidos, cuatro grandes equipos. El segundo sentimiento, miedo.

No sé si alguna vez en mi vida había visto un partido de baloncesto con tanta tensión interna. Celtics y Sixers, Embiid, Simmons y Fultz. Los dedos cruzados y una mano en madera. Kyrie Irving, Gordon Hayward y el horroroso recuerdo de la última jornada inaugural. Ilusión acojonada. Y que todo acabe como acabó, sin contratiempos.

Aliviados respiraban los padres de Hayward en la grada tras la ovación final del Garden a su hijo. Y aliviado respiraba yo también en mi sofá. Qué notición que solo tengamos que hablar de baloncesto, porque a eso hemos venido.

Antes de arrancar, y como me voy a centrar en el primero de los dos partidos, me gustaría romper una lanza en favor de los Thunder. Han empezado como tenían que empezar, bajando el culo y obligando a los Warriors a ganar en el barro en la noche de los anillos. Sin Russell Westbrook, sin Andre Roberson… Un 10 para el nivel de esfuerzo y otro para el de compromiso. Empezando por un Paul George que puso la primera piedra en los dos lados de la cancha.

Sin ritmo

Vamos con los ‘peros’. Falta de todo en todos lados, eso es evidente. Es solo la primera noche de la temporada y a los equipos (a todos…) se les ven las costuras. Sobre todo en ataque. Falta fluidez, los tiros liberados golpean contra el hierro una y otra vez y los mecanismos ofensivos funcionan a tirones. Pero hay alguna cosa que los Sixers deberían corregir antes de que se convierta en un problema real.

Tengo dos palos para dos jugadorazos. Uno por cabeza y en una noche en la que ambos han acabado con grandes números y mejores sensaciones. Hablo de Ben Simmons (19+15+8+4) y de Joel Embiid (23+10+2+2), dos estrellas de nueva generación.

El primero es el jefe. Marca el ritmo y controla el rumbo. Y lo hace todo excepcionalmente bien. Pero… (aquí llega). Un jugador con el físico, las posibilidades y los instintos defensivos de Simmons no puede hacer trampas. No en ese lado de la cancha, clave para todos y absolutamente diferencial para los Sixers (de ahí salen las transiciones…). Ayer pude contar hasta seis ataques verdes en los que Simmons miró cómo se levantaba su tirador a dos o tres metros de distancia sin intención alguna de llegar a puntear el tiro. Desfondado, sí (jugó 42 minutos en la primera noche). Pero hizo trampas de las que se pueden convertir en hábito. Y de ahí salieron al menos ocho o diez puntos regalados que su equipo no se podía permitir. Importante entender que todo empieza atrás. Más aún en Philadelphia.

Bien lo sabe Embiid, que no dejó de intentarlo pese a su mala suerte. Midió en pleno vuelo a Jaylen Brown y comió canasta (no mate…), salió fuera contra Tatum y éste encontró (se encontró…) la tabla. El pívoz negaba con la cabeza consciente de su mala suerte, pero siempre con el más noble de los esfuerzos por delante y dispuesto a medirse con cualquiera en cualquier lugar del ring.

El único ‘pero’ de Embiid está en la toma de decisiones. El triple debe ser más recurso que rutina, por lo descomunalmente superior que es en casi todo lo demás, y la conexión cabeza-manos más conservadora. Demasiados ‘casis’, demasiadas pérdidas sin razón, demasiados lamentos…

Hay que exigir el máximo a quienes quieren llegar al cielo. Y estos dos quieren y pueden. Forman parte de un selecto grupo de jóvenes estrellas que buscan el último escalón. Un lugar en el que sin duda alguna se encuentra también el bueno de Jayson Tatum. Qué partido el suyo. Qué liga la nuestra.


NBA en columna es una nueva sección de nbamaniacs que Sergio Andrés realizará día a día durante la temporada 2018-19 que hoy comienza.


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