LeBron James, ante unas Finales en las que tiene mucho que ganar

En el panorama actual es fácil encontrar dos corrientes enfrentadas entre los aficionados de la NBA: unos, los que apoyan y reconocen lo logrado por LeBron James; otros, los que aprovechan cualquier ocasión para rebajar sus logros y defenestrarle.

Las Finales de la NBA de 2015 entre Golden State y Cleveland se presentan como el campo de batalla perfecto para los miembros de cualquiera de las dos tendencias. Los seguidores de James están eufóricos tras unos Playoffs en los que el 23 de los Cavs ha brillado a un altísimo nivel echándose a la franquicia a la espalda, pero los haters ya están afilando los cuchillos ante la posibilidad de que los Warriors sigan mostrando el nivel de toda la temporada y se proclamente campeones.

Lo cierto es que LeBron está ante una situación que puede definir parte de su carrera. No buscamos el dramatismo, pero el de Akron tiene mucho que ganar en esta serie. Algo más que el anillo.

Una victoria de los Cavaliers en 2015 sería, por el momento, uno de los puntos más altos de la carrera de LeBron James. No debemos olvidar que su curriculum, aunque se retirara mañana, ya es legendario, pero imponerse a los Warriors del 67–15 en temporada regular y del 46–3 en casa con una plantilla que a priori parece claramente inferior en calidad y profundidad, se convertiría por motivos evidentes en uno de sus mayores logros.

Los Cavaliers 2014–15 son un equipo en pruebas, con un entrenador novato en la NBA, una plantilla ensamblada sobre la marcha y piezas clave que no han encajado —Kevin Love— o que han sufrido graves problemas físicos —el propio Love, Anderson Varejao o Kyrie Irving—. Aún así, han sido capaces de terminar la temporada regular con una marca de 34–9 y arrasar en Playoffs a sus rivales ganando 12 de los 14 partidos que han jugado.

El efecto LeBron es innegable. Las franquicias en las que ha jugado el alero tienen un acumulado de 60 victorias y 18 derrotas en partidos de Playoffs de Conferencia Este desde el año 2011, un porcentaje de victorias que roza el 77 por ciento.

En el Este nadie para a James, eso lo sabemos, pero ahora esperan unos Warriors con hambre y el MVP de la temporada. Son los favoritos, tienen el factor cancha y llegan a las Finales en un gran momento con la rotación intacta.

Si vence Golden State triunfaría el juego colectivo y emocionante, el tiro exterior, la velocidad. Sería el año de Curry. Mientras tanto, James cargaría con la losa de un 2–4 en las Finales de la NBA. Pero nadie podría acusar a LeBron y los Cavs de quedarse cortos, de no conseguir más de lo que muchos esperaban en enero cuando parecían un equipo en descomposición mientras David Blatt era cuestionado a cada segundo. El balance de la franquicia de Ohio en este primer año del proyecto sería positivo a pesar de no ganar.

Pero, ¿qué pasará si vencen los Cavaliers? ¿Qué argumentos podrán esgrimir los detractores de LeBron? ¿Cuál será la piedra sobre la que edificar el odio? James se alzaría con su tercer campeonato tras seis Finales superando al mejor equipo del Oeste, aquella conferencia que todos decimos que es mucho mejor que el Este. Su posición como el mejor jugador del mundo y como claro dueño y señor de la NBA desde hace un lustro sería tan evidente que no cabría discusión posible. Todo esto con 30 años cumplidos y varias temporadas más para poder seguir aumentando el mito.

Queda menos de una semana para ver hacía qué escenario nos encaminamos.


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