Victor Oladipo: en Indiana, en casa

Hace un año, Victor Oladipo era un buen jugador de los Thunder, pero sin los focos de la NBA ni de su propio equipo, todos centrados en Russell Westbrook. Era el peso de la lógica, de la estrella que luego sería MVP, frente al impacto de un buen escolta de 15 puntos por partido. Oladipo había recalado en Oklahoma como parte del traspaso que terminó con Serge Ibaka en Orlando meses antes, en la desarticulación de OKC, que vería días después cómo Kevin Durant se marchaba a los Warriors y rompía el corazón deportivo de la ciudad.

A esos Thunder de dominio absoluto de Russell Westbrook había llegado Oladipo en el verano de 2016. Antes, en los Magic, celebró  tres buenas temporadas, siempre por encima de la media hora sobre la pista y con un promedio final de 15,9 puntos por duelo. Bien. Aceptable, en la línea de los jugadores notables de la liga. Pero Oladipo no era una estrella.

Indiana, su casa

Hasta que llegó a los Pacers, de tapado, criticado, ciertamente minusvalorado. Paul George salía de Indiana rumbo a los Thunder tras acabar la 2016-17. Lo que recibieron a cambio de su hombre franquicia en Indianápolis era poco, a juicio de muchos: Oladipo y Domantas Sabonis, que volvía a hacer el viaje con Dipo que ya hiciera en 2016, tras ser elegido en el Draft por los Magic. Ahora Indiana asumía el contrato carísimo, a priori, que el propio Oladipo había firmado con los Thunder el 31 de octubre de 2016 y que hablaba de una extensión de 84 millones y cuatro años, a contar a partir de la 2017-18.

Así que Oladipo aterrizó en Indiana, su casa, territorio conocido para él como parte pretérita de los Indiana Hossiers, en los que brilló y se convirtió en uno de los mejores jugadores de la NCAA a principio de la presente década. Y precisamente por ello, anticipó el salto a la NBA y se presentó al Draft de 2013, donde fue el número 2, sólo por detrás del infausto Anthony Bennett. Casi un lustro después, con toda la atención centrada en el viaje de George a Oklahoma, Oladipo volvía a Indiana, a su hogar.

“Estoy en casa, estoy en casa, y es donde quiero estar”. Nadie mejor que él para decir hasta qué punto se siente identificado con los Pacers. Oladipo hacía estas declaraciones tras liderar los segundos finales de la victoria ante los Bulls, triple meteórico incluido. Y acompañado, después, con ese gesto que ya es característico en su mejor otoño de siempre, el de señalar con los dos dedos índices de la mano el parqué del Bankers Life Fieldhouse. “Es mi casa”.

Pertenencia a los Pacers

Pero ahí no había terminado el mejor Oladipo de diciembre, quizá no haya llegado todavía a su mejor versión. “Hay margen de mejora”, aseguró el domingo tras firmar su récord personal de anotación, 47 puntos ante los Nuggets. Y otra vez en casa, en Indiana. No hay límites. “Para mí es como jugar todos los días delante de mi familia. Trato de ser el mejor”.

Nadie parece acordarse de George en Indiana, pero Oladipo pide respeto para el otrora ídolo local y asegura estar harto de las comparaciones con PG. A la vez que sucede esto, a la vez que George tiene problemas para encajar en OKC y se rumorea incluso su traspaso, el de Maryland ha construido en unos meses un camino propio, un sentimiento de pertenencia con algo, con un equipo, fenómeno complicado en un negocio a veces sin memoria como es el de la NBA en particular y el del mundo del deporte en general.

Todo ello tiene como consecuencia su segundo premio al Mejor Jugador de la Semana, tras el cosechado en octubre. Es sólo el tercer jugador de la historia de los Pacers que logra más de un galardón de este tipo en la misma temporada, tras Paul George y Metta World Peace. Desde luego que no son cosas de relleno, sino que marcan la impronta, el sello que alguien con derecho y ganas de reivindicarse está dejando en una franquicia que apuntaba a reconstrucción en julio, pero que supera el primer tercio de campaña con las opciones de playoffs intactas.

Oladipo es el principal responsable de esto. Si aguanta el envite, si sigue rugiendo de esta manera, no lo descarten para el All-Star de ya mismo, de 2018. Ahora que se sabe que Indianápolis va a ser sede del All-Star 2021, Oladipo mira al futuro a corto plazo. Sus números lo defienden. En una carrera de 15,9 puntos hasta que llegó a Indiana, ahora vemos 24,5 tantos. Las estadísticas a veces son demasiado claras. Y más en quien vive de mirar al aro rival.

“Estoy en casa, estoy en casa, y es donde quiero estar”. Indiana disfruta de Oladipo. Y es mutuo. Disfrutemos todos. Y que dure.


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