Y pasó lo que tenía que pasar

La NBA echa el cierre hasta nuevo aviso. Nunca antes se había interrumpido una temporada en toda la historia de la liga. En una situación sin precedentes, la NBA ha paralizado sus partidos de forma apresurada a consecuencia del primer positivo por COVID-19. Una lluvia de información, datos, declaraciones y posibles consecuencias se han amontonado desde entonces, dificultando la posibilidad de realizar un análisis global de la situación. Pero vamos a intentar desenredar la maraña.

Rudy Gobert, quien a comienzos de semana bromeaba al respecto antes de la celebración de una rueda de prensa, fue diagnosticado con la enfermedad tras ser sometido a un examen médico. Tanto su compañero Mudiay como él habían sido catalogados como baja para el partido ante los Thunder ya que no se encontraban muy bien desde el martes. Gobert parece que mejoró ayer e incluso iba a jugar si el test hubiese dado negativo. 

Horas antes, Adam Silver y las treinta franquicias habían planteado distintos escenarios para afrontar la inminente crisis pero descartando por el momento la opción de suspender la competición: se acordó seguir a puerta cerrada con mayoría de votos, aunque el propietario de los Knicks dijo que se siguiera de forma normal hasta que las autoridades no dijeran lo contrario. 

El positivo de Gobert precipitó todo.

Tanto que la jornada de este miércoles daba comienzo de forma habitual con la disputa de los primeros cuatro partidos. No fue hasta el transcurso del encuentro que enfrentaba a Dallas y Denver en el American Airlines Center cuando explotaba la bomba. La cara de Mark Cuban, propietario de los Mavericks, era un auténtico poema tras enterarse de lo que estaba sucediendo a apenas 300 kilómetros de allí.

En Oklahoma City la situación era mucho más preocupante que en Texas. Casi dramática. Los jugadores de los Jazz se encontraban aislados en el vestuario, con guantes y máscaras mientras esperaban a que los médicos les realizaran las pertinentes pruebas de comprobación. El roster de los Thunder había sido evacuado inmediatamente nada más conocerse la noticia para alejarlos del peligro. Allí estuvieron durante más de tres horas mientras distintos operarios desinfectaban el túnel que da acceso a la cancha. En Oklahoma City han pasado la noche antes de tomar una decisión definitiva de cómo regresar a Utah y siguiendo qué protocolo. Un viaje que podría realizarse en charter privado o en autobús.

Paralelamente, en las oficinas los teléfonos se descolgaban rápidamente esperando respuesta al otro lado de la línea. Las plantillas de los Celtics, Knicks, Raptors, Cavs y Pistons, rivales de Utah en los últimos diez días, eran puestas en cuarentena. No podían correrse más riesgos innecesarios. No había vuelta atrás, la NBA se suspendía y el otro partido de la madrugada, el Kings-Pelicans, tampoco se jugaría.

En el día de hoy, Adam Silver volverá a reunirse con la cúpula de la liga antes de ofrecer más detalles sobre el procedimiento a seguir por parte de la NBA. Mientras tanto, las reacciones a lo ocurrido no se han hecho esperar. LeBron James pedía “la cancelación del 2020 después de tres meses muy duros”, en clara alusión al fallecimiento de Kobe Bryant. Un mensaje que fue ratificado por Luka Doncic. Otros, como Stephen Curry, optaron por el optimismo en su reacción y recordaban que “el baloncesto volverá” , mientras que C.J. McCollum se lo tomaba con mejor humor. “Sin partidos no hay paga. Espero que hayáis ahorrado”, fue su respuesta a un tuit original de Lou Williams.

Mientras todo avanza, las primeras repercusiones comienzan a sobrevolar el seno de la NBA. Una NBA que, huyendo de alarmismo, ha dicho que esperan poder reanudar la competición con un calendario reducido para no tener que hacer malabares con el calendario. Sin embargo, la amenaza de una suspensión está ahí. Una conclusión anticipada que podría salirle muy cara a la competición. Según una información de FOX Sports, la liga podría dejar de embolsar casi 800 millones de dólares tan solo en entradas, incluyendo los playoffs. Unas pérdidas que, como ya explicamos, pueden repercutir en una disminución del límite salarial de cara al próximo curso e, incluso, en impagos a los jugadores.

A la espera de nuevas actualizaciones, la NBA ha optado por la situación más lógica. Lógica, principalmente, por haber apostado por el sentido común y no exponer de forma innecesaria la salud de mucha más gente. No solo jugadores, sino también cuerpo técnico, empleados, aficionados, familiares y amigos de todos ellos. Aunque haya sido, eso sí, por las propias exigencias del guión. Y lógica, también a nivel económico. Las pérdidas pueden ser cuantiosas. Pero serían aún mayores si el contagio fuera generalizado. Permíteme que me atreva a sugerir, incluso, que si la temporada se cancela por completo, no importaría lo más mínimo si se garantiza, a su vez, el buen estado íntegro, a todos los niveles, de la competición.

Buen jueves.


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