A propósito de su reputación de jugador hosco –uno de los pocos que le quedan a la NBA–, el propio Matt Barnes termina de arreglar el desencuentro que mantuvo el pasado septiembre con Derek Fisher, ahora técnico de los Knicks.
Recuerden los lectores que ambos protagonistas se vieron enfrascados en una reyerta en plena fiesta de mansión americana cuando Barnes se enteró de que Fisher estaba en un lugar concreto con su actual pareja, exmujer del jugador de los Grizzlies.
Pues bien, pasado el tiempo, las heridas parecen cicatrizar peor que nunca en el cuerpo de Barnes. Ahí va su proclama de rencor eterno al técnico.
«La violencia nunca es la respuesta, pero a veces sí lo es. Y desafortunadamente, ocurrió. No me arrepiento», alegó el alero de Memphis y recogió Stefan Brody, periodista del New York Daily News.
Para deleite del morbo chabacano, los modales de Barnes nunca se erguirán y siempre seguirá siendo uno de los rostros más endurecidos de la competición actual.