Philadelphia ya está aquí. Tras años deambulando sin gota de agua por el desierto, los de Pensilvania divierten y ganan a partes iguales, y lo que es más importante, miran al futuro con el optimismo de quien sabe que tiene en su poder a dos de los mejores jóvenes de la liga: Joel Embiid y Ben Simmons.
A Embiid, aunque solo fueron 31 partidos, ya lo conocíamos. Simmons, sin un solo minuto en cancha hasta este mes de octubre, ha sido la revelación. Así es porque su adaptación al ritmo NBA ha sido inmediato; es más, lidera la lista de novatos en puntos (18,1), rebotes (9,1), asistencias (7,4) y robos (2,1)…
«No pensé que pudiese llegar a sentirme cómodo tan rápido y a encontrar la manera de mejorar con cada partido, pero así ha sido. En general me he sentido bien todas las noches, siendo capaz de atacar la canasta cada vez que así lo quería», explica el base a David Aldridge de NBA.com.
El gran rendimiento de este chico formado en LSU ha convertido a los 76ers en un equipo que vive cómodamente en zona de playoffs de la Conferencia Este. Tras cuatro cursos consecutivos sin alcanzar las 30 victorias parece algo idílico, pero Simmons quiere más.
«Nuestro objetivo es ganar el campeonato siempre que consigamos mantenernos todos sanos. Esa es nuestra meta, ganarlo todo. A todos les encanta estar aquí. A todos les encantan los entrenadores, Bryan (Colangelo) y el grupo que tenemos. Todo es cuestión de tiempo. Los aficionados de Philly son los mejores. Te muestran su cariño en todo momento, ya estés cenando, paseando o camino del entrenamiento».
No le falta razón a Embiid. La pasión de los fans por su equipo ha regresado. Hace dos años ocupaban el 28º lugar de la liga en asistencia, el pasado ascendieron al 18º y ahora son ya el 2º con un promedio de 20.667 espectadores en los ocho partidos que acumulan en casa.
De padres a hijos
Simmons es base, pero no uno habitual. Con 2,08 metros, no eran pocos los que creían que no podría ejercer de point guard de forma efectiva. Se han equivocado y gran culpa de ello la tiene su progenitor, Dave Simmons, quien insistió en que su hijo dejase de lado su fortaleza física para potenciar otras habilidades.
«Desde muy joven él quería que yo pudiera hacer todo lo que él no pudo hacer (también fue jugador de baloncesto). Él me ha dicho siempre que bote el balón, que haga los tiros que quiera y que sea creativo en cancha. Justo eso me permitió ser quien soy hoy».
Brown lo tuvo claro
Viéndole jugar nadie pone en entredicho la decisión de que sea el base titular de los Sixers, pero hubo quien ya sintió ese potencial nada mas aterrizar en Pensilvania: Brett Brown. «Incluso antes de que me lesionara, quería que fuese el base. Y tras lesionarse siguió diciéndomelo. Me preguntaba si quería ser el base y yo al principio le contestaba que no me importaba subir la pelota algunas veces, pero él me decía: ‘No, digo si quieres ser el base’. En ese momento pensé: ‘Maldición, eso significa que tengo que ejecutar el ataque y hacer que todo funcione como si fuese la cabeza de la serpiente. Pero lo he disfrutado. He aprendido mucho y me encanta jugar de point guard«. Y a nosotros verlo.