No tuvo su noche con las faltas Blake Griffin. El ala-pívot se cargó rápidamente de ellas y eso le fue condicionando durante el resto del encuentro, especialmente cuando el marcador estaba más apretado y su equipo le necesitaba.
Ya en el último cuarto se vivió una escena un tanto dantesca. A falta de 48 segundos, Griffin era expulsado por faltas. Indignado por la situación y al ver la repetición de la jugada, no se le ocurrió otra cosa que levantar el vaso de agua que tenía en su mano, con la «suerte» de echárselo todo encima al aficionado que estaba justo detrás.
Lógicamente, el aficionado alzó sus brazos en busca de una disculpa de Griffin, pero éste hizo que no se dio cuenta y se fue a sentar al banquillo.