¿Dominaría O’Neal hoy más que nunca?

La pregunta del titular es la que nos lanza de manera implícita alguien que no le ha visto jugar en su prime, pero que no obstante algo sí le conoce. Llevar sus genes, además, le dota de cierta posición de privilegio.

Shareef O’Neal es hijo de Shaquille O’Neal, y a sus 17 años ya nos deja evidentes muestras de ello. No solo el baloncesto; el complejo de huracán de su padre también corre por sus venas.

Y es que de eso va un poco la historia. Ya que no en directo, el mayor de sus hijos habrá ingerido sobradas cantidades de highlights de los 90 para ver lo que era su padre en una cancha de básquet: un tanque en un campo de tulipanes.

La Ley O’Neal

Tampoco hace falta estudiar Derecho en Yale para conocer al dedillo el artículo 34: Hago lo que quiero, cuando quiero y como me da la gana.

Andrés Montes nos dio a conocer el artículo más importante -nunca supimos de los otros treinta y tres- de la Ley Marcial O’Neal.

Desde George Mikan -culpable de que se diera pie a la ampliación de la zona de 3 segundos en ataque, así como de la regla del tapón ilegal- no había existido nadie ante quien los rivales se mostraran tan impotentes. Sin opción a debate, O’Neal ha sido el jugador más dominante de la era moderna en la NBA. Él era ‘El pivot’ en, todavía, una Era de pívots.

A contracorriente

Hoy, en la naciente Edad del small ball, tiempos extraños donde los siete pies merodean perdidos, desorientados ante un juego que se mueve más rápido que ellos, los centers al uso pierden terreno mientras emergen otros capaces de adaptarse a un baloncesto en el que el relevo se lo han apropiado los bajitos.

Mientras los Howard y Drummond añoran los 80 y buscan adaptarse a una evolución voraz que no espera a nadie, brotan jugadores altos cuya zona de confort se expande más allá de las inmediaciones del aro. La zona se ha hecho grande; ahora llega hasta el triple. Y desde ahí, los Towns, Davis, Cousins, Embiid, irrumpen con sus internadas de mil variables. Fuerza, potencia, posteo, sí. Siempre. Pero ahora el bote, el dribbling depurado y el tiro, también se han convertido en imprescindibles para los pívots si quieren sobrevivir al nuevo ecosistema.

Y, no obstante, Shareef opina que su padre, Shaq -imparable bajo los aros, notable visión de juego, tiro inexistente-, sería todavía más dominante hoy que en los años en los que la NBA ya fue suya.

https://twitter.com/ssjreef/status/898056600161722368

Twister O’Neal ganó cuatro anillos a lo largo de su carrera, fue MVP en las tres Finales que se coronó campeón con los Lakers, y promedió a lo largo de su extensa vida profesional casi 24 puntos y 11 rebotes.

Y aún así, en la Era de los bajitos, Shaq continuaría siendo el más grande. Y, además, más grande que nunca. O eso, al menos, es lo que asevera su primogénito.


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