Popovich ha aprendido con el tiempo a no «sobreentrenar» a Ginóbili

Gregg Popovich esta considerado por el grueso del aficionado como uno de los mejores, sino el mejor, entrenador de la NBA. Su habilidad única en USA para practicar ese baloncesto «europeo» en el que prima lo táctico sobre lo físico le dota de ese distintivo exclusivo entre sus colegas. Eso, y su capacidad para formar un EQUIPO donde también cohabitan grandes jugadores.

Tener en una misma plantilla a Tim Duncan, Tony Parker, Manu Ginóbili y, ahora, a Kawhi Leonard puede parecer una bendición. Pero a lo largo de la historia — y en el momento actual— es fácil chequear que atemperar egos y hacer que todos ellos remen en la misma dirección y con un solo balón de por medio no es tarea sencilla. Pops ha demostrado ser un maestro en esta tarea. En un artículo, Jerry Zgoda, de Star Tribune, nos desgrana un poco el porqué.

Doce años compartiendo equipo dan para mucho. En ese tiempo, el escolta de los Spurs ha cambiado a su entrenador casi tanto como hace esa misma docena de años Pops intentara cambiarle a él.

«Al principio, era yo quien me adaptaba a él», reconoce ahora Ginóbili. «Él no se preocupaba por ajustarse a mí».

El argentino aterrizaba en Texas tras un curriculum por Europa impecable —campeón de la liga italiana y la Euroleague con el Kinder Bologna— donde su juego distaba mucho del que practicaban en San Antonio. El estilo de Popovich.

La evolución y el nacimiento de un estilo

Aunque suene lejano para algunos, el formato de juego de Pops, aunque por entonces ya con un campeonato en el zurrón, no casaba para nada con el que fomenta en la actualidad.

Claro está que contar en la pintura con Tim Ducan y David Robinson facilitaba cualquier tarea. Pero entonces llegó Parker, un par de años después Gino, y algo en la mente de uno de los seres menos queridos por la prensa deportiva americana empezó a cambiar.

«Poco a poco, empecé a ganarme su confianza y él comenzó a confiar en mí y le gustó lo que hice en la cancha», explica Ginóbili. «Empezamos a encontrar un terreno común. Pero al principio, tuve que ajustarme y acostumbrarme a jugar de una manera totalmente diferente a la que solía».

Ginóbili admite que llegó a entender la belleza de los caminos de Popovich y su preciso sistema, de la misma forma en que su entrenador, tan rígido, logró a abrir su propia mente también. Con la adquisición de jugadores ‘no americanos’, su sello en el parqué fue cogiendo tintes del baloncesto del viejo continente. Lo mejor de él.

Hay que dejarles jugar

Popovich, que viene de ganar en Minnesota, y afianzarse en la 7º plaza del Oeste, donde no pudo contar con el aporte del sudamericano, confiesa que amar la manera de jugar de ‘Manudona’ no se consiguió en un solo día. «A medida que lo ves jugar y te das cuenta de la clase de competidor que es, comprendes que tiene un talento único. Cierras la boca, tratando de no entrenar tanto a veces. Es mejor dejar que ese regalo de jugador muestre lo que puede hacer y cómo puede ayudar a su equipo a ganar».

«A medida que pasó el tiempo junto, he aprendido a no hablar si pienso que se ha jugado un tiro como réplica o si hay una jugada defensiva que él quiere hacer para robar el balón porque Manu piensa que así ganaremos el partido. Así que me enseñó a observar un poco más y no querer controlar todos los pequeños detalles», concluye el coach.

Ginóbili considera un «gran éxito» haber logrado influenciar a un entrenador del perfil del que le dirige. Popovich se especializó en Estudios Soviéticos en la Academia de las Fuerzas Aéreas, cumplió en el servicio militar durante cinco años y una vez graduado estuvo cerca de ingresar en la CIA.

«No sólo fue cosa mía, creo que Tony (Parker) le hizo cambiar o ver las cosas de diferente manera», dijo Ginóbili. «Empezó a ver que, tal ve, tendríamos más éxito y seríamos menos predecibles jugando de una manera diferente y eso es lo que pasó».

«No sé si se tomó seis meses o 2 años y medio», apunta finalmente Popovich. «Pero eso fue el proceso, porque él juega mucho mejor sin mí regañándolo, lo cual ha sido demostrado».

El eclecticismo o la teoría aristotélica de la virtud bien podrían ser algunas de las doctrinas que inspiraron al entrenador más laureado de los que hay en activo. «No es como lo hacía antes», dijo Popovich cuando se le preguntó si el juego de Ginóbili todavía le vuelve loco. «Hemos logrado reunirnos en un punto medio, ¿sabes?».


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