Quejas de algunos ‘GM’ por las declaraciones de LeBron sobre Davis; ¿es ‘tampering’?

Muchos directivos sostienen que debería haber sanciones por intromisión desleal

Todo el sainete se levantó debido a los comentarios de LeBron James sobre su deseo de compartir vestuario con Anthony Davis en un futuro cercano. «Sería increíble jugar con él«, dijo el ’23’ ahora de los Lakers a ESPN. Y después de esas palabras, la actualidad informativa en la NBA ha estado presidida en gran parte por la situación del pívot de los New Orleans Pelicans y por dónde podría terminar jugando en el futuro (además de todas las posibilidades para que acabe saliendo de Luisiana).

Parece inevitable tratándose de un jugador del impacto de Anthony Davis y además con una voz como la de LeBron siendo quien tira la caña pero… ¿Hasta dónde es lícito colocar el anzuelo de esa manera en mitad de una temporada? Lo que hizo James no es un acto prohibido en la NBA, donde lo que sí es perseguido es el conocido como tampering, o lo que es lo mismo, mantener reuniones, conversaciones, contacto o inducir a ello con un jugador con contrato en vigor, instándole a que fiche o negocie para salir del lugar al que está vinculado en ese preciso momento.

Aun no habiendo rebasado descaradamente los límites de la legalidad de la liga, el comentario de James ha levantado un nubarrón de polvo entre los mercados pequeños de la NBA. Se sienten desprotegidos ante lo que tildan de la época expansiva de los grandes mercados con las estrellas de la liga. De sus estrellas.

Les gustaría, de hecho, que episodios como el de LeBron y Davis fueran censurados y castigados por la propia NBA. Como decimos, ese tipo de interacción entre un jugador, vertiendo su deseo de jugar con otro, no suele estar castigada de manera expresa y por tanto la liga no tiene por costumbre censurar este tipo de acciones.

Algunos general manager de franquicias en dichos mercados más pequeños han expresado a ESPN su descontento con estas prácticas y con que la NBA no endurezca su política relativa al tampering y el contacto entre jugadores o miembros de otras organizaciones con sus piezas más cotizadas.

«Es un problema que le está pasando a New Orleans ahora y que pasará con otros jugadores para el resto de nosotros», pudo alegar a ESPN un GM  de la Conferencia Este (condición de anonimato).

¿Debería ser ilegal?

Algunos de esos directivos molestos, de hecho, expresaron su consternación a Dell Demps, GM de New Orleans, debido a lo que ellos consideran pasividad de la liga ante los comentarios de James sobre Anthony Davis, que para ellos es un acto de reclutamiento en mitad de la temporada regular. Algo ilegal, inadmisible y que desestabiliza los intereses de New Orleans en este caso.

«Se ha abierto la veda en los mercados pequeños y en nuestros jugadores (para los mercados grandes)», alegaba el citado directivo.

Este pequeño reducto de general managers ve las declaraciones de LeBron James como una distracción para una franquicia rival (además también del Oeste), algo que puede alterar el futuro debido al tsunami de informaciones, rumores, preguntas y tinta a los que han dado lugar.

Entre jugadores

En contraposición a las proclamas de este contingente sediento de justicia, en los últimos años la NBA se ha negado a condenar las palabras de los propios jugadores como acto de tampering, como sería el caso de James.

En los dos últimos años la liga sí que sancionó a los Lakers en dos ocasiones por tratar de llegar a Paul George (500.000 dólares) y Giannis Antetokounmpo (50.000) en períodos en los que no estaban habilitados para hacerlo. Pero en estos casos se trataba de directivos tratando de seducir la mente y deseos de los jugadores, algo diferente ante lo cual la liga sí decidió actuar. No era una interacción entre jugadores. Ahí reside la clave de todo el asunto.

«Si estas son las reglas, hazlas cumplir», pudo alegar otro GM del Oeste. «Si quieres que Anthony Davis se vaya a L.A, si dejas que LeBron interfiera en otros equipos y este tipo de cosas, pues hazlo abiertamente. Cambia las reglas y di ‘esto es el salve Oeste y todo vale’. Pero danos una lista de las reglas que estás aplicando y otra de las que estás ignorando», continuó el directo en condición de anonimato.

«Interferir puede ser tan perjudicial como el propio tampering. Quizá es peor. Esto se convierte en una campaña para desestabilizar otras organizaciones, sembrar el caos y la intranquilidad para hacer más difícil mantener un ambiente en el que al jugador en cuestión le guste permanecer. Todo sabemos que es un jugador de la liga, pero hay reglas escritas que se deben seguir», aportaba otro directivo de una franquicia del Oeste.

«No habrá traspaso por Davis»

De se modo, el terremoto desatado por el cortejo de LeBron James a Anthony Davis es mayor de lo que pudo parecer en principio. No solo ha puesto en alerta a todos los posibles pretendientes del jugador de los Pelicans (agente libre en 2020, recordemos), sino que también ha liberado un conflicto casi dogmático entre las franquicias con mayor amplitud de mercado y sus hermanos pequeños.

La eterna lucha (también en la NBA) entre grandes y pequeños y de hasta qué punto se debe permitir que el mayor pueda fisgar para aprovecharse de su situación de privilegio.

Por el momento, Alvin Gentry (técnico) y los Pelicans tienen claro que todo el mundo puede irse olvidando de un traspaso por Davis. No lo harán en ningún caso. Al menos en la situación en la que está ahora mismo. El curso que viene si el devenir deportivo de la franquicia es el mismo, la urgencia podría ahondarse un par de metros.

(Fotografía de portada: Al Bello/Getty Images)


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