No andan bien las cosas por Sacramento. Tras la etapa de DeMarcus Cousins –la cual fue de por sí una interminable reconstrucción–, en la capital de California veían el presente curso como el primer paso de un nuevo camino que esperaban sirviese para acabar rememorando pasadas glorias. La cuestión es que para conseguirlo firmaron a varios veteranos que debían ayudar al desarrollo de los jóvenes: George Hill, Zach Randolph, Garrett Temple… El plan no está funcionando.
Pese a contar con un récord de 12-25, el cual entra en lo previsible, el juego del equipo está bastante por debajo de ese umbral. Las estadísticas no engañan. En estos momentos los Kings son el peor equipo de la NBA en rating ofensivo con 100,2 puntos por cada 100 posesiones, e igualmente últimos en rating defensivo al permitir 110,7 puntos por cada 100 posesiones. Temple ejemplifica el descontento general.
«No defendemos un alma, algo que ha pasado hoy exactamente igual», explica tras encajar 131 puntos contra los Hornets jugando en casa. «Si no se defiende, en esta liga pierdes todos los partidos sin importar contra quien juegues. No hemos defendido nada, cero, en blanco».
¿Talento desaprovechado?
En estos dos meses y medio de competición hemos disfrutado de destellos de De’Aaron Fox, de buenos partidos de Willie Cauley-Stein y de un Buddy Hield muy acertado (45,5% en triples), pero ni por ello las sensaciones terminan de ser buenas. En una reconstrucción las derrotas se admiten; sin embargo, parece que los Kings podrían hacer más de lo que hacen.