Un dos a cambio de un uno. Ciao, contrato dual. Bienvenido, acuerdo único y garantizado por tres años en Texas (Shams Charania, The Athletic).
Chris Clemons lo ha hecho lo bastante bien como para unirse de manera definitiva al cuerpo de dorsales que dan densidad y cierto ¡chof! desde el long-range a Houston Rockets, mientras James Harden y Russell Westbrook libran su singular batalla contra el mundo.
Eclosión tardía y ‘mal de altura’
Tras cuatro años en la universidad (el ciclo completo), muy alto debe ser tu nivel o muy descollante tu eclosión como senior para que no caigas ignorado en la ceremonia del Draft.
Así le pasó a Clemons, quien a pesar de sus más de 30 puntos de promedio en su última temporada en la universidad de Campbell (de la I División de la NCAA) y convertirse en el máximo anotador histórico de la Big South, no logró ni colar su nombre en la segunda ronda de 2019. Algo que ver también, probablemente, tuvo que ver su altura. 175 centímetros: excesivos (por escasos), incluso para un base.
Pero su nombre sí estaba en el radar, y los Rockets no tardaron en echarle el lazo, sabiendo que podían estar ante un undrafted con piel de circonita y a precio de saldo. A un Exhibit 10 le siguió el two-way contract, y el 3 de noviembre ya estaba debutando en la NBA (ante los Heat), y con 16 puntos nada menos. El cuerpo de scouts había hecho bien su trabajo.
Y no han necesitado más. Solo 20 partidos y una media de minutos que no alcanza la decena, pero una puntería desde el triple (epicentro de la filosofía D’Antoni) cercana al 40%, sumado a su más amplio bagaje en los Rio Grande Valley Vipers de la G League (21,6 puntos) y lo que ya le vimos hacer con anterioridad en la Summer League.
Isaiah Thomas también medía 1,75 y fue un pick 60 del Draft. Quien sabe… además… éste hace mates.
Fotografía de Bob Levey/Getty Images)