El 23 de marzo Stephen Curry caía lesionado de su rodilla izquierda tras un desafortunado lance con su compañero JaVale McGee.
Las pruebas realizadas arrojaban un diagnóstico consistente en un esguince de grado 2, cuyo plazo habitual de recuperación en deportistas de élite oscila entre las 4 y las 6 semanas. Casi siempre, gracias a técnicas de fisioterapia cada vez más avanzadas, los jugadores vuelven en una fecha que suele coincidir con las previsiones más optimistas. En este caso será al contrario.
Las cuatro semanas, osea, el mes, se cumplirá pasado mañana, pero nada indica que Curry vaya a estar listo para disputar el cuarto y posiblemente último partido de la eliminatoria ante San Antonio Spurs (el balance va 3-0 para los de Oakland).
A Curry se le vio realizando rutinas individuales (e intensas) de calentamiento, previo al tercer encuentro frente a los tejanos, pero eso no significa que el base esté listo para rendir al nivel que exige un partido de playoffs, y la cautela es máxima.
Rondo y Holiday, un dúo que muerde
Su compañero de backcourt, Klay Thompson, ha dicho para The Athletic que no esperemos a su colega hasta pasadas las seis semanas (el calendario nos chiva que el día exacto sería el 4 de mayo) por lo que, día arriba día abajo y si todo marcha según lo previsto, deberíamos esperarlo —salvo remontada antológica y sin precedentes de San Antonio— para mediados de la segunda ronda donde, probablemente, les estaran aguardando los New Orleans Pelicans.
Si estos prologan al Game 4 ante Portland su nivel de juego destilado hasta ahora, llegarán tan descansados como apuntan sus rivales. Rondo y Holiday, una pareja de perímetro que está rindiendo de una manera excepcional. Y Golden State necesitará a la suya; necesitará a los dos Splash.
Y de ocurrir lo que no ha ocurrido jamás en la historia, es decir, que los Blazers levanten un 0-3, la alternativa perimetral no supondrá ningún alivio para los de Steve Kerr. Damian Lillard y C.J. McCollum, otro par de All-Stars, los nominen para ello o no.