Una especie de sign-and-trade tardío es lo que querrían Los Angeles Lakers. Porque no hace ni dos semanas que los Dallas Mavericks anunciaban su acuerdo de renovación (hasta 2023) con el mismo técnico que ha dirigido a su vestuario durante las últimas once temporadas.
Magic Johnson y Rob Pelinka estrechan su casting a entrenadores que sepan lo que es ganar un campeonato como head coach. Su primerísima opción era la de su colega de vecindario, Doc Rivers, quien ya ha anunciado públicamente que no tiene ninguna intención de dejar a los Clippers en la estacada.
Y uno creería que su siguiente en la fila es aún más imposible que el anterior. Fichar a Carslisle es lo más parecido actualmente a pretender convencer a Popovich de que juegue al run&gun de Mike D’Antoni.
Futuro dulce en Dallas
Los Mavs, tras una cuesta abajo que prácticamente empezó desde el alirón de 2011, por fin tienen argumentos (Doncic y Porzingis) para arrancar la nueva temporada con generosas expectativas.
Carlisle tendría bajo su tutela al ‘nuevo Dirk’ (nadie se asemeja tanto al alemán en la NBA como Porzingis), y hay espacio salarial suficiente para acometer fichajes que hagan de los Mavs un equipo muy competitivo durante el próximo lustro. Inoportuno momento para abandonar el barco.
Pero ese es el rumor que nos trae Marc Stein, del New York Times, y la NBA nos ha demostrado en incontables ocasiones que de improbable mucho, pero que de imposible no hay absolutamente nada.
Como alternativa de perfil bajo aparecía Jason Kidd. Uno que sí sabe lo que es ganar un anillo como jugador (el de los Mavs de 2011 precisamente) pero que ofrece una corta y dubitativa trayectoria como entrenador (Nets y Bucks).
El cuLeBrón no ha hecho más que empezar.
(Fotografía de portada de Tom Pennington/Getty Images)