La relación entre los Sacramento Kings y Rudy Gay marcha por muy buen camino y a tenor de los últimos acontecimientos, se prolongará durante mucho tiempo. El alero tenía dos opciones al acabar esta temporada, la primera era desvincularse de la franquicia californiana y probar como agente libre, y la segunda ejercer la opción de un año y 19.3 millones de dólares que tenía para la 2014/2015, finalmente ha optado por la segunda, según informa Yahoo! Sports.
La que podría ser vista como una decisión basada únicamente en prestaciones económicas de cara a asegurarse un gran salario a la espera de ser agente libre en 2015, tiene detrás un plan de futuro mucho más meditado, ya que Gay tiene claro que tras el buen rendimiento mostrado tras su traspaso a los Kings, quiere continuar en la capital de California muchos años más, algo que también comparten desde la dirección deportiva del equipo.
Así las cosas, Gay ejerce su opción de renovación habiendo mantenido contactos previos para que ese año que firme se acabe convirtiendo a partir de 2015 en una extensión de contrato que, a expensas de un salario inferior al del siguiente curso, sí que le de esa estabilidad en un equipo donde el entrenador, Mike Malone, confía plenamente en él.
Dupla con Cousins
Uno de los motivos que hace que los Kings vean clara la continuidad de Gay es que piensan que por fin han encontrado el complemente perfecto para DeMarcus Cousins, quien más allá de problemas de disciplina pasados, parece sentirse muy cómodo jugando junto al alero de Baltimore.
Thomas y el impuesto de lujo
La condición de agente libre restringido que tiene Isaiah Thomas de cara a la próxima temporada, da a los Kings la opción de retener a un jugador al que ven prioritario de cara a la confección del roster; sin embargo, tras la decisión de Gay, la continuidad del base, dados los actuales salarios del equipo, se estima que haría que los californianos alcanzasen los 68.5 millones de dólares en sueldos, por lo que deberían pagar un impuesto de lujo que que desean evitar. La decisión final podría estar entre acabar pagando unos 77 millones de dólares o renunciar a un jugador cuya evolución está en pleno auge.