El pasado mes de abril, de nuevo sobre la bocina, sobre el tiempo límite para inscribir jugadores, Dahntay Jones obtenía un empleo para la post temporada. Y de nuevo, con los Cavaliers. Hasta el momento, la recta final de las dos últimas Ligas Regulares ha sido un calco para Jones. Llamado a filas de cara a los playoffs, ha tenido la oportunidad de rodarse en el postrero partido de la Temporada Regular tanto en la 2015/16 como en la 2016/17. Su fichaje fue y es un movimiento claro de la franquicia de Cleveland para tener fondo de armario de cara a los playoffs. Y tanto en 2016 como ahora en 2017, el escolta de 36 años no había jugado ningún partido previo de la NBA con otras franquicias.
Hasta esa llamada de la gerencia de los Cavs en 2016, el último servicio de Jones en la NBA databa de un 17 de mayo de 2015, con 39 segundos jugados en playoffs para los Clippers. Y desde el sexto partido de las Finales de la NBA 2016 hasta que LeBron y compañía le volvieron a reclutar el mes pasado, Jones no había jugado nada más. Con nadie. Al menos, a título oficial.
Los Cavaliers, como prioridad
Jones, que en diciembre cumplirá 37 años, vio cómo en Ohio pudo abrazar su primer anillo de la NBA. Un logro ganado desde ese papel secundario que tuvo en los playoffs 2016, en los que nunca llegó a los 10 minutos jugados en ninguna de sus presencias, pero donde tuvo un papel importante en el sexto partido de las Finales, el que dejó la serie 3-3, el que supuso un paso más para esa remontada histórica. Ese día, Jones jugó 4 minutos largos y firmó 5 puntos, con 1/1 en tiros de 2 y 3/3 en tiros libres. Además, puso un tapón y cogió un rebote. No, no se le puede pedir más a un jugador de la tercera línea de rotación.
Luego, Jones no tomó parte del dramático séptimo partido, pero el anillo fue suyo igualmente. Cerraba la 2015/16 con el campeonato, como parte de esa plantilla legendaria que había dado la vuelta, por primera vez en la NBA, a un 3-1 en contra en unas Finales.
Jones gustó a los Cavaliers, que le dejaron en el roster de cara a la pretemporada 2016/17. Dahntay fue el último en salir por la puerta, el último en ser cortado. Su resistencia en una plantilla única como los Cavaliers parecía que había tocado a su fin.
Así, volvió a su Nueva Jersey natal, donde estuvo trabajando para el sindicato de jugadores de la NBA, además de mantenerse en forma de cara a prolongar su carrera profesional un poco más de las 12 temporadas que ya tenía en su currículum. Y el plan, a largo plazo, seguían siendo los Cavaliers. Pero esperaría esa llamada en Nueva Jersey, en Nueva York, jugando los domingos, los lunes y los martes con el New York Athletic Club, un equipo que reunía una mezcla de exjugadores recién retirados, jugadores que habían terminado su último contrato en el extranjero y otros que simplemente buscaban guardar la línea ante posibles ofertas. El nivel, según reconocería Jones en una entrevista para NBA.com, era “alto”. Y suficiente para estar tranquilo, sin necesidad de bajar al barro de la D-League, donde Jones estuvo en dos periodos, el último, curso 2015/16, Gran Rapids Drive. Entonces, en febrero de 2016, le dijo a su entrenador que se iba, que no hacía nada positivo allí. “Él me comentó que esperara a acabar la campaña, que las oportunidades llegarían y que estaba teniendo más impacto de lo que yo creía”.
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Así que Jones aguantó y luego le llegó el telefonazo de los Cavaliers. Ese plan, anillo incluido, salió perfecto, pero no era cuestión de repetirlo para 2017. En Cleveland ya sabían a qué nivel estaba él, porque lo habían testado en los playoffs y en la pretemporada. No le firmaron para la 2016/17, pero le dejaron la puerta abierta para las eliminatorias venideras. La masa salarial de los Cavaliers, muy al límite, no dejaba espacios para firmar por el mínimo a un veterano de su salario. No era un estipendio, pero había que cuadrar cuentas. En los asuntos económicos no estuvo la razón principal de la no continuidad de Jones en Cleveland, pero fue un factor que no ayudó.
Más tarde, más barato
Jones tuvo alguna propuesta de franquicias de la NBA en la 2016/17, pero las dejó pasar, porque sabía que al final del camino, LeBron podría volver a requerirle. No se trataba de dinero (9.000 dólares hasta final de temporada), sino de ganar, de volver a ganar. Cleveland anunciaba el fichaje de Jones antes del último partido de la Liga Regular, como en 2016. Sueldo mínimo correspondiente a este partido, operación barata para los Cavaliers y Jones otra vez en la línea para ganar un anillo. El segundo.
“Tyronn Lue sabe lo que puedo y lo que no puedo hacer. Estuve trabajando con él en el pasado y fue uno de los que me animó a seguir jugando, porque llegó un momento en que abandoné mi cuerpo. ‘Te quedan unos cuantos años por delante’, me dijo”. Quizá Jones se refiera a esa 2013/14 donde estuvo inactivo, 0 partidos, por primera vez desde que fuera elegido en el Draft de 2003 por los Celtics (nº20).
Jones hizo caso a Lue, luego se puso a sus órdenes y obtuvo un premio que muchas estrellas de la NBA no han logrado: ganarla. Ansia de victoria y ambiente de triunfo del vestuario de los Cavaliers, ingredientes que engancharon a Jones para repetir experiencia. Otros playoffs, vida de post temporada, elemento útil, no sólo en la pista. “Desde el banquillo veo cosas que algunos no ven en la pista. Puedo ayudar a J.R. Smith o a LeBron en coberturas y aspectos del juego”. Casi nada. “También, si vas perdiendo por 27 puntos, el banquillo debe dar el mensaje de que nada está acabado, de que no estamos muertos”.
Alma de veterano, dentro y fuera del parqué, para unos Cavaliers que buscan en tipos como Jones algo más que minutos puntuales, que también. Producto rentable, más allá de que LeBron le tenga que pagar las multas por ser expulsado de algunos partidos. En Cleveland están contentos con una notable pieza de complemento, con ese pequeño porcentaje, a veces invisible, dentro de un vestuario que ayuda a obtener los logros. Pequeñas hormiguitas que trabajan en silencio, haciendo más confortable la labor más vistosa de las estrellas. Y últimamente, Jones sólo lo hace en playoffs, con los Cavaliers. No necesita trabajar más que en la post temporada, porque el objetivo está claro: volver a paladear las mieles doradas de un anillo.