2015-16: Las noches vuelven a ser maravillosas

No. No estuvimos hasta las mil de copas. No cerramos ningún garito ni levantamos las persianas de ninguna churrería.

Tampoco pasamos una mala noche ni dormimos mal. Dormimos poco y la noche fue un éxtasis. Probablemente un éxtasis silencioso que solo se descubría en el otro extremo de nuestros auriculares.

¿Qué por qué estas ojeras entonces? Si aún no lo sabe, por mucho que se lo expliques no lo va a entender. No porque sea una explicación difícil ni porque ayer hiciéramos ningún rito masónico ni otro plan siniestro. Sino porque lo de anoche, lo de todas estas noches, fue una locura; y este tipo de locura sólo la entienden otros locos como nosotros.

Del mismo modo, si algún día acudes a una entrevista de trabajo en suelo español, probablemente ocultes con celo esta afición, secreta para jefes e irritante para parejas que no comparten —ergo no conciben— nuestra droga nocturna.

Y nosotros, mientras despotricamos contra la falta de empatía de la NBA —incapaces de entender que Lakers y Clippers no pueden jugar siempre a las 04:30—, ya hacemos nuestras cábalas sobre si conviene acostarse tarde o levantarse muy temprano.

Novedades del curso 2015-16

El largo “verano”, que en la NBA flirtea con los cuatro meses, ha sido mitigado por un fabuloso Eurobasket de regusto ibérico. Aun así, las piernas ya traqueteaban inquietas, impacientes. Insaciables a pesar de los tráilers de la preseason.

La marea otoñal viene cargada de souvenirs. Cada año parece lo mismo. Traspasos inesperados, un draft prometedor, plantillas a priori imparables…y sin embargo, quizás presa del deseo y la enajenación, veo que este curso, más que otros, las olas traen sedimentos de tal magnitud que no querremos movernos de la playa. Anclados veladas enteras a una carrera por los Playoffs que este año se subastan a precio de Modigliani.

– ¿Qué no podemos perdernos entre lo que flota rumbo a tierra? 

El 25 de junio generaba una enorme expectación, pues al igual que la hornada anterior (Wiggins, Jabari, Embiid) este Draft 2015 traía sus propios avales.

No eran estrellas futuribles producto de la necesidad, sino que, realmente, quienes se disputaban el podium lo hacían con quilates de baloncesto contrastado. Los movimientos de pies no se venden y, llegados a este punto, rara vez se aprenden. Jahlil Okafor Karl-Anthony Towns traían sus virtudes de la fábrica colegial, y en pretemporada no han hecho sino ahuyentar fantasmas y agoreros indeseables.

Ambos, en franquicias asentadas sólo sobre plano y maqueta, tendrán todas las oportunidades del mundo desde el principio. Okafor, único “beneficiado” del segundo año en las cloacas de Embiid, pondrá en marcha, desde primera hora, un proyecto con su hermano de pintura que puede ser descomunal. Tan opuestos como complementarios, tenemos en Okafor y Nerlens Noel un dúo que oposita a cátedra en materias distintas. El primero está llamado a bailar en la zona la ‘Danza Olajuwon’, mientras el segundo entrena para ser la continuación de Memorias de África. Para los más jóvenes, engullir vídeos de Dikembe Mutombo.

El número 1 del draft lo tendrá algo más fácil —en lo colectivo— en un proyecto al que ya le han quitado los ruedines. A unos 76ers deslavazados todavía, se contraponen unos Timberwolves que aletean nerviosos en el nido, con ganas de saltar al vacío…y volar. La mamá de los polluelos a cargo de esas primeras lecciones en las alturas es maestra y veterana. Ya lideró la cruzada con misma camiseta de manera más que exitosa, cazando los Playoffs durante ocho temporadas seguidas y que tanta falta hacen en la tundra lobuna.

Kevin Garnett, 39 velas, será un entrenador en la cancha al que ahora se le suma una encomiable misión. Flip Saunders se ha marchado mucho antes de lo que debía, pero su sello técnico y táctico tiene legado. ‘Cortefiel’ dirigió a los Wolves desde 1995 a 2005, y en esos 10 años, sin excepción, tuvo a «The Big Ticket» entre sus alumnos. Cometido es ahora del ‘21’ mantener vivo su espíritu y, con un vestuario ilusionante con Rubio, Wiggins, LaVine y el propio Towns, regalar al coach un futuro próspero de la franquicia.

Y entre estas dos torretas se coló un paladín, y por seguir estelas ha cogido —o le han impuesto— la de todo un cometa. Nada menos que la de Kobe Bryant.

Materia prima se ve que hay, y mucha. D’Angelo Russell no es un bulo por muy mal que les pueda salir la jugada. La cuestión es cuanto tardará en explotar y como de alto estará su techo. Lo mejor de Russell es que no es un ‘crack’ por lo que anota, que también, si no por lo que genera y por lo que asiste; y estas virtudes no se basan tanto en rachas y en confianza como en tiempo y continuidad. Y de eso, el de Louisville, va a tener en abundancia.

Tras años de olor a rancio se respira por fin frescura en Lakerland. Los Playoffs son un sueño que se murmulla, pero la afición lo que quiere, lo que necesita, son sensaciones. La sensación de volver a competir, de ganar jugando, de trazar la línea adecuada y saber que los Clarckson, Randle, Lou y Russell no vienen de paso y a salir en televisión. Vienen para quedarse y devolver a Los Angeles Lakers a su lugar: la cima.

Y tras estos tres jóvenes hay más, mucho más. Casi todo potable y varios de ellos realmente ilusionantes. Mudiay, Stanley Johnson, Hezonja, Kaminsky, Cauley-Stein, Winslow,  Turner, Broker, Oubre y el tan criticado como esperanzador Kristaps Porzingis.

¿Qué hay de nuevo, Kobe?

No podemos hablar de los Lakers sin él. Y la liga aún no se acostumbraba a no tenerle. Todavía le necesita, y estos dos años flotando a la deriva, le ha echado de menos.

Kobe Bryant cultiva admiradores y enemigos allá donde pisa, pero todos coinciden en algo: la NBA, con el ‘24’, es mejor. Y es mejor porque es una puerta al pasado, donde viejos y no tan viejos nos asomamos nostálgicos a veces, reacios a decir adiós a los culpables de nuestra ausencia total de ritmo circadiano. Garnett, Kobe, Duncan, Pierce, Nowitzki, son personajes cuyo adiós siempre será demasiado pronto.

Y recuperar a Kobe para la causa es un auténtico placer. Y lo es porque sabemos que no vuelve para arrastrarse. No es lo suyo. No vuelve por el dinero, ni porque quiera alcanzar a Malone en la plata de máximos anotadores (con Jordan aun podríamos sospechar). Ni siquiera porque pretenda agrandar su leyenda, pues como el Universo, ésta se expande sola por el propio devenir de los días.

Bryant vuelve a calzarse las Kobe X porque sabe que aún queda tralla en sus suelas. Deambular por la cancha no está en su ADN, y cuando sepa que se ha convertido “en uno más”, nadie tendrá que convencerle. Él mismo saldrá, cerrará la puerta y dejará las llaves dentro.

Durant al rescate

Donde caben dos caben tres…menos en los Oklahoma City Thunder.

El Big Three de moda no tiene hueco en el Chesapeake Energy Arena. Su Big Two ya ocupa todos los espacios. James Harden puede darnos una pista o dos.

‘La Barba’ se fue a Houston, donde había tierra suficiente para poder echar raíces. Eso también liberó parte del terreno en OKC, y donde ya había un Árbol Madre, otro se puso a crecer. Russell Westbrook no logró conducir él sólo el buque a las eliminatorias, pero con Kevin Durant en la enfermería, protagonizó tal cantidad de exhibiciones que casi logra que nos preguntáramos si no era él el mejor jugador del equipo.

Ahora ‘Durantula’ ha vuelto al rescate, y quiere un anillo. Russ también lo desea. Ambos son ganadores, tranquilamente en el top 5 de la liga, los balones calientes se congelan en sus manos, y con Scott Brooks eliminado y una plantilla con varias piezas cercanas a la élite, el “ahora o nunca” reverbera con virulencia finita. Y es que cuesta creer que ambos, en el mejor momento de sus carreras, no separen sus caminos si este año, mínimo, no alcanzan las Finales.

Ibaka, Kanter, Waiters, Adams o Payne son motivos suficientes para anular cualquier excusa.

Durant dice ser el mejor jugador del mundo. Pero LeBron calla y enseña sus joyas. Es el momento de que Kevin se engarce las suyas.

El Coliseo del Oeste

El título de “Liberto” o “Liberatus” se lo atribuían sólo los gladiadores de raza. Aquellos que habían triunfado una y otra vez en la arena y finalmente, tras ganarse el favor del emperador en el Gran Coliseo de Roma, obtenían su reconocimiento y, de la mano, su libertad.

Puntualmente ocurrió que, esos libertos, a cambio de grandes recompensas, volvían a empuñar la espada una vez más para enfrentarse a un gran aspirante en combates épicos que congregaban a miles de personas.

Lo peor de estos duelos era que, a menudo, uno de los dos tenía que caer. Triste final para tamaños luchadores.

El Oeste está apocado a la muerte deportiva de varios liberatus en potencia. No existe el pulgar al cielo en una batalla en la que el segundo mejor, tendrá como recompensa prolongar su propia agonía a la par que se estira el frenesí del aficionado.

La Batalla de los Cinco Ejércitos de Tolkien se queda pequeña ante la que nos presenta la Conferencia Oeste. Excluyendo al equipo revelación, que lo habrá, es inevitable no contar para su candidatura seria a las Finales a los siguientes conjuntos.

  • San Antonio Spurs, Los Angeles Clippers, Oklahoma City Thunder, Houston Rockets, Memphis Grizzlies y Golden State Warriors.

En esta criba olvidamos que en los Pelicans se camufla el presente y futuro de la liga, Anthony Davis. O que en los Kings, DeMarcus Cousins golpea su pecho reivindicando un poco más de atención mientras Rondo no ha renunciado volver a la élite.

Y en todo esto, Mark Cuban, probablemente, frunciría el entrecejo disconforme, por dejarle fuera del pastel.

Y lo mejor del cóctel es que el resto, los “descartados” Timberwolves, Jazz, Blazers, Lakers, etc. Todos sin excepción tienen algo interesante que ofrecer este año.

Y el Este…

Y cuando más competido se muestra el Pacífico y más parece que se podría descompensar la balanza alentando los gritos de quienes claman por una desaparición de Conferencias, más se han pertrechado en el Atlántico para borrar la distancia.

Mientras esté LeBron James su equipo será ‘el’ favorito. Que decir si junto a su taquilla se cambian y concentran Kevin Love y Kyrie Irving.

Y junto a unos Cavs aptos a todo, el mercado, caprichoso o bien equilibrado, ha querido que, por una vez, ricos y pobres se repartieran el pan y los peces y hubiera para los treinta.

A los valores seguros se unen inversiones con alto valor ganancial. Dificil, por no decir osado, bajar las casillas de Bucks, Bulls, Wizards o Raptors en este ‘¿Quien es quien?’ en el que, el equipo descrito, parecen serlo todos.

Los Heat no es una apuesta de riesgo porque sencillamente al cantar su quinteto (Dragic, Wade, Deng, Bosh, Whiteside) y oír algunos de sus suplentes (Stoudemire, Andersen, Green, McRoberts, Winslow) entendemos que esta liga no está de broma.

Paridad absoluta en una carrera que se presume preciosa y de muchos quilates. La anécdota de esta igualdad la reflejábamos hoy mismo en la redacción de nbamaniacs donde, proyectando nuestro caballo ganador, apenas ha habido una o dos coincidencias.

Pónganse cómodos

Primer plato: Caviar

Esto significa Derrick Rose, Jimmy Butler, Pau Gasol, LeBron James, Kevin Love…y para un extra de aliño, J.R. Smith.

Y luego un festín de 1.229 partidos con otro All-Star de por medio.

Con este horizonte es imposible no acordarse del germen de esta fiebre para muchos de nuestros lectores, entre los que obviamente me incluyo. Hace apenas 11 días se cumplían 6 años de la muerte del locutor más singular que ha dado a luz el baloncesto, Andrés Montes.

En su filosofía de vida se distinguían varios de esos elementos culpables de este amor enigmático de los que sufrimos la NBA. Su nervio espectacular, su naturaleza desenfadada, su carácter adolescente en el que todos los jugones sonríen igual

Este artículo no tenía ningún fin estadístico, ni rescatar algún acontecimiento histórico. Sólo pretende recordarnos que estamos de enhorabuena. Que esto ya está aquí; se acabó la endiablada espera. Suena la alarma del showtime, y hay que vivirlo como lo que es, un auténtico show. Con pasión, con rigor y con exigencia, pero con perenne entusiasmo.

Pues, decía Don Andrés en una de sus máximas: «Hay que buscar el aspecto lúdico de la vida. Porque no hemos venido a este mundo a sufrir. Hemos venido a divertirnos, a pasarlo bien, a entretenernos. Hemos venido a ser felices».

Bienvenidos al curso baloncestístico 2015/2016. Partimos.


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