Brandon Ingram: en busca de su espacio

Brandon Ingram. Número 2 del pasado draft. 19 años. 2,06 metros. En los Lakers. Llegado a la NBA bajo el cartel de jugador total. Llegado a la NBA con la presión de un impacto inmediato. Llegado a la NBA con el peso de tener que ser uno de los jugadores más relevantes de la próxima década. Bien. Van casi dos meses de competición. ¿Ya es momento de dudar de ello? No. ¿Tiene mucho que aprender? Sí.

A nadie escapa que el comienzo de este chico nacido un 2 de septiembre de 1997 en Kinston (Carolina del Norte) no está siendo el que muchos aficionados, sobre todo los que simpatizan con Hollywood, esperaban. Un 35% en tiros de campo y un 27,1% en triples para alcanzar la decena de puntos en sólo 7 de 31 partidos es un bagaje que se queda realmente corto para su potencial.

Especialmente relevante es ese acierto en los tiros de tres puntos, sobre todo porque en su año universitario en Duke se marchó hasta el 41%. Profundizando en las estadísticas, más sorprende aún que anote únicamente un 26,2% en tiros liberados, mientras que con un defensor encima –menos de 1,5 pies (menos de medio metro)– se coloque en un 33,3%. Pero si Ingram no está preocupado, yo tampoco. «Sé que mis porcentajes subirán. Estoy entrando en ritmo».

Ingram no es peor que hace unos meses, sus cualidades técnicas son las mismas. Cuál es el problema entonces. Sencillo. Ha llegado a un equipo en el que la gran referencia durante casi 20 años, Kobe Bryant, acaba de marcharse, por lo que todo gira alrededor de hacer ajustes para que cada pieza encaje en su sitio. Ingram por ahora sigue buscándolo.

Lo hace él y lo hace Luke Walton. Pese a su estatura, Ingram tiene un gran manejo de balón; tanto es así que su actual entrenador quiere potenciar al máximo esa diversidad de cualidades haciéndole aprender el oficio de cuantas más posiciones mejor. Como ya hiciese en Duke, donde se turnaba con Grayson Allen para iniciar los ataques, ahora Walton parece querer prepararle para que entre sus opciones se encuentre formar un backcourt junto a D’Angelo Russell. Con ello los dos podrían asumir el peso del juego al estilo que hacen Kyle Lowry y DeMare DeRozan en Toronto.

Agresividad

Con noches en las que no ha llegado a hacer más de cinco o seis tiros, en los Lakers le han pedido que asuma más responsabilidad en ataque. Hasta ahora gasta 7,7 lanzamientos por noche; es decir, es el séptimo en número de lanzamientos del equipo pese a ser el tercero que más juega con 27,1 minutos de media. Cierto es que tampoco ayuda a su protagonismo compartir minutos desde el banco con Lou Williams –candidato a Mejor Sexto Hombre– quien busca el aro 13 veces por partido.

Comparando con el resto de rookies no cambia el rumbo. Ingram es quien más juega pero el quinto que más lanza. Buddy Hield (New Orleans Pelicans) tira 8,3 veces cada partido aunque juega casi nueve minutos menos que su homólogo novato con 18,9. Peor va la cosa en el último cuarto, puesto que disputa 9,3 minutos para tirar sólo 2,1 veces: es decir, el 17º en la clasificación de rookies. No escribo esto para pedir más tiros para Ingram, entiendo que hay otros jóvenes –Russell o Randle– que le preceden en jerarquía.

La mayor prueba de que Ingram sigue sin un lugar definido es que gasta prácticamente los mismos tiros desde cualquier parte de la cancha: 3,1 lanzamientos desde la pintura, 2,4 desde la media distancia y 2,2 desde el triple. La cuestión es que el acierto varía bastante. En tiros cercanos, a 1,5 metros o menos, se marcha hasta el 51,1%. En la media distancia pasa al 33,8% y en el triple al mencionado 27,1%.

Defensa

Aunque en su caminar a la NBA siempre se le destacó como un jugador netamente ofensivo, sus primeros pasos en la liga norteamericana le han señalado como un buen defensor en uno contra uno. La envergadura de Ingram da para puntear cualquier tiro y para recuperar e intimidar cuando su par busca el aro; sin embargo, a menudo falla al tener que volver con su emparejamiento o al verse obligado a rotar para recuperar la posición. Walton lo explica así: «Su defensa sobre el balón está bien, se trata más de ver las jugadas y anticiparse a lo que va a ocurrir, que es la parte difícil. Es como cualquier niño que sale de la universidad y no sabe esas cosas. Aún no las sabes».

Pese a ello, tiene el honor de ser el tercer jugador que peor porcentaje provoca en el rival con él en pista: 47%, y el segundo que con el que más balones pierde el contrario: 8,3. «Es muy distinto a la universidad. Los tres segundos defensivos… es básicamente estar en los lugares adecuados para ayudar a los compañeros y ocupar las posiciones correctas», admite Ingram, quien cuenta para mejorar con el apoyo de jugadores como Luol Deng o Metta World Peace.

Palabra de Krzyzewski

Con un potencial incalculable, por ahora toca disfrutar de esos destellos que –cual trailer del filme más esperado–, nos va dejando cada vez que pisa el parqué. Tiene físico y técnica para crecer, para marcar una época; y aunque su comienzo ha sido irregular, acabará encontrando su ritmo para deleite de todos. Mike Krzyzewski dijo: «No hay nadie como él». No dudo de su palabra.


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