Denver Nuggets: título merecido… ¿y afortunado?

La suerte. De un modo u otro, siempre intercede la suerte. ¿En qué cantidad? Sempiterna duda sin solución, pues lo que jamás ocurre no se puede valorar en su justa medida.

La suspensión de Draymond Green en el quinto partido las Finales de 2016, por ejemplo. Los Warriors lideraban por 3-1 y la serie regresaba de vuelta al Oracle Arena. GSW aún no había fichado a Kevin Durant como para que su defensa fuese un problema menor debido a su despampanante poder de ataque. Así que la presencia de Green para dotar de equilibrio, era todavía un factor clave.

¿Tan clave como para que, de haberlo tenido en ese Game 5, los Cavs no hubiesen plantado la primera piedra de una remontada histórica? Tal vez. No hay manera de comprobarlo. La ‘mala suerte’ quiso que la flagrante a Green por su encontronazo con Lebron conllevase la suspensión de un partido. Un golpe anímico, una estocada en la yugular del vestuario que pudo ser el principio del fin.

Tres años después, los Warriors tiraban de la veteranía del campeón para colarse en unas nuevas Finales que abría las puertas a su primer three-peat. Ahí esperaban los disciplinados Raptors de Kyle Lowry y Kawhi Leonard. Con la serie 3-2 en contra Steve Kerr arriesgó, adelantando el re-debut de un Kevin Durant aún ‘en fase beta’ tras caer lesionado en semifinales contra Houston Rockets. Y la apuesta le duró un cuarto: lo que tardó KD en romperse el Aquiles.

¿Con Durant pleno de salud habrían sellado los Warriors un nuevo campeonato? Más que probable. O no. Quizás eso habría provocado la versión más definitiva de Kawhi Leonard jamás vista. De nuevo, imposible saberlo.

He elegido a los Warriors y dos casos concretos que hicieron mucho ruido entonces para dar contexto. Aunque también podría haber usado como ejemplo la carrera al completo de Chris Paul, rey absoluto de los paraplayoffs.

Cada año: casos y casos

Casos de desgracia los hay a cientos.

Algunos se anticipan incluso a la temporada misma, como Chet Holgrem, de quien no sabemos si habría sumado o restado a estos Thunder en su insólita campaña revelación.

Otros –porque las lesiones no son sólo físicas– han tenido el poder de tambalear, hasta derribar, proyectos megalómanos por entero, como el de los Nets, con Harden e Irving primero y Ben Simmons después.

Lesiones que hacen acto de aparición en los sprint finales del curso regular, cuando infortunio, mala planificación y desgaste van juntos de la mano. Paul George y los Clippers; Doncic y los Mavs.

Otras se presentan en cualquier momento con efectos devastadores, no importa si es en regular season –Zion y Pelicans– o en primera ronda de playoffs –Antetokounmpo y los Bucks–.

Miami, la cara y la cruz

De los males ajenos (y propios) nadie se ha aprovechado mejor este año que los Miami Heat, aprovechando primero la desgracia de Anteto para barrer a Milwaukee y la de Tyler Herro, sufrida en sus carnes, para destapar las versiones imposibles de Caleb Martin y Gabe Vincent.

Por supuesto, perder a tus mejores hombres rara vez suma. En el mejor de los casos logras reducir daños y escribir una historia de superación que, en ningún caso, buscarías repetir. ¿Habría firmado Erik Spolestra volver al punto de partida con su plantilla al completo, esto es, Tyler Herro y Victor Oladipo, además de no perder a Gabe Vincent en un nuevo Game 5 de las Finales de haberlas alcanzado en esta paralela tentativa? Qué duda cabe. Spo no nació para trofeos de plata.

Y la otra cara de la moneda, Denver, donde hicieron todo bien y además esquivaron la cruz.

Tras dos años sin Jamal Murray por fin han disfrutado del elenco al completo, permitiéndonos experimentarlos por vez primera con todas las calderas a vivo carbón y haciendo del potencial máximo en nudos su velocidad de crucero. Unos playoffs a toda máquina donde la cuidada planificación –Murray–, la tensa paciencia –MPJr.– la magia del Draft –Jokic– la osadía –Christian Braun– la estoicidad hecha pizarra –Reggie Jackson, Ish Smith, Thomas Bryant y DeAndre Jordan out– la genialidad en la FA –Aaron Gordon– y la capacidad de unir todos estos factores en un puzle perfecto –Mike Malone y todo su staff–, junto con la suerte de la no-desgracia, han puesto el anillo más botando si cabe a una franquicia que lo merecía por encima de ninguna otra, pero que a su vez no encontró en su oponente esa misma paridad con una variable que no puede ser domesticada.

¿Con Dipo y Herro a bordo estaríamos ante un Game 7 aún pendiente de desenlace? ¿O por contra los Heat ni siquiera habrían llegado hasta aquí, a un dignísimo subcampeonato? Ambas cosas, a tenor de la jerarquía carente de grietas que han mostrado los Nuggets durante la totalidad de los playoffs, tan factibles como improbables.

Cada año la suerte y su antagónico, la desgracia, juegan un papel mayor o menor en cada título de campeón. Cuesta decir, en un pronto vistazo, que el 2023 no debía ser el del primer anillo de los Denver Nuggets. La suerte, en 2023 –¿o no, Philly?– casi un mero espectador.

(Fotografía de portada de Tim Nwachukwu/Getty Images)


EXTRA NBAMANIACS

Nuestro trabajo en nbamaniacs es apoyado por lectores como tú. Conviértete en suscriptor para acceder a beneficios exclusivos: artículos especiales, newsletter, podcast, toda la web sin publicidad y una COMUNIDAD exclusiva en Discord para redactores y suscriptores.