El bucle de Washington

Equipo aseado. Plantilla con calidad. Grupo unido por el tiempo. Ciudad importante. Ambiente cálido. Aire renovador. Pero no, a Washington Wizards aún le queda un camino por recorrer si quiere cambiar su historia. La pasada, la presente y la futura.

Dicen que las apariencias engañan. En el caso de la franquicia de la capital de Estados Unidos, también. Todo lo dicho anteriormente valdría como descripción de los aspectos que les puede caracterizar, aunque alguno de ellos es más una cortina de humo que otra cosa. Necesitan un cambio.

Esta estructura lleva años jugando a lo mismo. Sin cambiar apenas. Con el mismo empeño que se dice de la presidencia de los países, éste parece un modelo agotado. Y no, pese a que Scott Brooks es nuevo en el cargo, esta forma de llevar el equipo no es nueva, de ahí el hecho de que no paren de girar en la rotonda de la Conferencia Este unos Wizards tan capaces de sorprender.

Lucha contra ellos mismos

Es un fenómeno que en la franquicia conocen como nadie. Es el fanstasma que planea sobre ellos cuando las cosas empiezan a ir bien, y acaba atacándoles más pronto que tarde. Desde la primera década que pasaron en Washington, donde aún se llamaban Bullets y lograron ganar la NBA y establecerse como referencia, el ritmo ha sido el mismo. Como si fuera el Real Madrid de Florentino Pérez, que aboga por periodos de proyecto que no van más allá de 3-4 años, los Wizards experimentan cada poco para ver por dónde pueden reconstruir estructuras que deben desarrollar y no destruir.

Ted Leonsis, máximo responsable de la franquicia desde 2010, es otro de esos millonarios un tanto excéntricos a los que les gusta sumergirse en el proyecto. Y viene a recuperar la esencia de esos Bullets. Lo de volver a vestir sus camisetas no es una casualidad, responde a la necesidad de asociarse no ya con un pasado ganador sino con un recuerdo positivo que fuera más allá de dos temporadas.

Pasan entrenadores, tiene plantillas sólidas (¡sí, no son las mejores pero dan para más!) y no logran llegar más allá de semifinales de conferencia cuando se meten en Playoffs. Es un recorrido que se repite como el ajo, de ahí que considerarlo un bucle no sea ninguna inexactitud: construcción de base, años con pocas victorias, empaste de las piezas, ascensión hasta buen nivel, estancamiento y bajón. No salen de ahí. Y el timing es sorprendentemente pequeño, por lo que la máquina de devorar ideas hace su trabajo de manera impoluta.

Motivos para el frenazo

La temporada no ha estado bien enfocada. En verano se tiraron como locos a cazar a algunas de las estrellas establecidas como agentes libres, con Kevin Durant como objetivo principal. Como le ha pasado también a equipos como los Nets, el no haber logrado captar a ninguna de ellas hizo que desperdiciaran parte del nuevo dinero por la subida del tope salarial en contratos no muy fáciles de justificar.

Sin embargo, salvo la torpeza de juntar a tres excelentes bases pero un corte de juego totalmente calcado (Wall, Burke y Satoransky), la plantilla es pintiparada para ponerte a hacer diabluras en el Este. Pero la falta de nuevas ideas, la promoción de los mismos sistemas, es lo que les hace predecibles hasta un punto de no retorno.

Ni siquiera aprovechan que Markieff Morris está concentrado enteramente en los partidos y no en lo que le rodea, como hacía en Phoenix con su hermano Marcus. No aprovechan que ha despertado Otto Porter, presentando incluso candidatura a ser el Jugador Más Mejorado con mejora en todos los porcentajes de tiro, rebotes capturados y puntos anotados. Tampoco aprovechan la progresión de Ian Mahinmi, al que han colocado en rotación junto a un Jason Smith que recupera así su posición natural de ala-pívot. Es uno de esos equipos que brilla en el «hombre por hombre» pero se desinfla cuando lo ves fuera del papel.

Ejemplificándolo con una de las referencias, con los años Gortat ha ido ganando presencia y es uno de los mejores termómetros para medir esta mala situación. Sigue siendo un abuso cómo utilizan el pick&roll con él, que tampoco es un atleta que juegue por encima del aro. Lleva en el top-10 de jugadores que más puntos mete gracias a esa jugada desde que llegó a Washington, y eso los rivales ya se lo saben.

Hablando en global, el punto por el que se escapa el aire que coincidirán en señalar todos los fans de los Wizards es la defensa. Están horribles. Son el 4º equipo que más T2 concede y el 5º que más T3 permite, pero la verdadera sangría llega por ser el peor equipo de la liga en rebote en canasta propia. Si el ataque falla más que antes y la defensa empeora, el problema se hace tan notorio que saca al equipo de la órbita de los Playoffs.

¿Es Wall un problema o una solución?

Dejando de lado el hecho de que Brooks aún no ha cambiado (o podido cambiar, por darle el beneficio de la duda) el estilo del equipo, éste mismo viene dado por el jugador sobre el que pivota el proyecto. Este texto está escrito en la semana que John Wall ha batido su récord de anotación en un partido que su equipo perdió. Esto sirve mejor que nada para ejemplificar uno de los males de los Wiz: el exceso de dependencia de Wall.

Todos los equipos tiene a su jugador-franquicia, obviamente, pero no todos dependen en forma y fondo de un modo tan patente como los Wizards lo hacen. Si analizas el juego en profundidad puedes observar que el ritmo que imprime el bueno de John, además de por ser el director de juego, es excluyente con el resto de sus compañeros. Éste es el principal punto de fricción con el otro gran jugador del equipo, Bradley Beal, y no que se lleven mejor o peor en materia personal. En Beal ha decrecido exponencialmente el porcentaje de triples que le son asistidos, se tiene que buscar él los tiros cada vez más. Estos dos no son los Splash Brothers y eso nos quieren hacer creer.

Más datos. En otra de las señas de identidad, los contragolpes. Los Wizards tienen las líneas defensivas siempre altas, lo que les lleva a robar mucho balón y a hacer transiciones rápidas. En comparativa con la temporada pasada, eran el 4º equipo con más posesiones por partido y ahora son el 13º (-0,1), eran el 2º equipo con más puntos llegados por fastbreak y ahora son el 9º (-3,8), eran el 2º equipo con más eficacia en el contraataque y ahora son el 17º (-512). Fallo estructural.

La pregunta a lanzar es: ¿tiene arreglo o han tocado techo?


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